Samuel Pérez/ Instituto Bíblico San Jerónimo
Lectio Divina correspondiente al 19 de diciembre, IV Domingo de Adviento… Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 1, 39-45
Por aquellos días, María se puso en camino y fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el texto del evangelio y para una mejor reflexión hagámonos las siguientes preguntas:
María se pone en camino, ¿hacia dónde va? Al momento que Isabel oyó el saludo de María, ¿qué sucede? ¿Qué ocasionó el salto de alegría del niño? Isabel llena del Espíritu Santo, ¿con qué palabras elogia a María? ¿Con qué acciones, tanto Isabel como María, expresan la presencia de Dios en sus vidas?
Breve Estudio Bíblico.
El profeta Miqueas levanta los ojos hacia Belén, lugar donde nació David, origen de la dinastía a la que se ha prometido un reino eterno y universal. Anuncia que de esta pequeña ciudad saldrá el “jefe de Israel” y que la grandeza del que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz. El evangelio de Mateo (2, 5-6) y de Juan (7, 42) asocian este texto con el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios. ¿En qué consiste la venida del Hijo de Dios? La segunda lectura lo aclara retomando las palabras del Salmo 40 para darnos a conocer que la voluntad de Dios no está en realizar sacrificios ni ofrendas por los pecados sino en la obediencia. Jesucristo cumple la voluntad de Dios y expresa la obediencia mediante la entrega libre “de su cuerpo”, es decir, de sí mismo con la muerte por los pecados de la humanidad. Ahora, el único sacrificio agradable y definitivo a Dios es el de Jesucristo. El evangelio es hermoso y asombroso por la riqueza de su significado. Se inspira en un texto referente al traslado del arca de la alianza a Jerusalén (2 Sam 6). Ahora, se nos presenta a María como la nueva arca que lleva a Jesucristo, la nueva alianza de Dios con la humanidad. Así como el pueblo de Israel y David saltaban de gozo y se alegraban ante el arca de Dios (2 Sam 6, 5), el niño salta de gozo en el seno de su madre Isabel quien se alegra cuando escucha el saludo de María. Cuando el arca de la alianza permaneció tres meses en una casa, fue motivo de bendición (2 Sam 6, 11). Lo mismo fue la visita y permanencia de María y su hijo en casa de su parienta Isabel que, llena del Espíritu Santo, exclama a María: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para ahondar más en esta Palabra de Salvación:
¿En qué me hace reflexionar la salida, búsqueda y encuentro de María con su familiar Isabel?
¿En qué aspectos la fe de María puede ser modelo para mi fe?
¿Soy un cristiano alegre? Si lo soy, ¿cómo comparto esa alegría en mi comunidad y mi familia? Si no lo soy, ¿qué me lo impide?
En este tiempo bendito de Navidad, ¿por qué me he de sentir angustiado y triste si me sé amado por Dios?
María decide ir al encuentro de su familiar Isabel y le comparte sus dones. ¿Cuál es el mejor regalo de mi persona que puedo dar a mi familia?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
¡Ven, Señor Jesús!
Eres el motivo de nuestra esperanza y alegría.
Danos tu Santo Espíritu y así viviremos en tu paz.
María, Madre nuestra.
Estás dentro de Dios y Dios dentro de ti.
Danos tu bendición que yo con gran alegría te saludo:
¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
- Contemplación:
Para interiorizar la contemplación podemos repetir varias veces un versículo de la Escritura durante la semana para que haga morada en nuestra mente y corazón:
«Aquí estoy, Dios mío, vengo para hacer tu voluntad» (Hb 10,7).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Esta Navidad que estamos por vivir es única y no la volveremos a vivir jamás. Sí, hemos vivido otras navidades y con ellas, oportunidades de encuentros, fraternidad y paz. Si las hemos aprovechado ¡qué bendición! Si no, en esta navidad Dios nos da una nueva oportunidad.
Propuesta: Dejaré moldear mi corazón por el niño Jesús, nuestro Salvador, realizando acciones concretas. Haré una llamada o visitaré a esa persona de la que me he alejado y la recordaré en mis oraciones. Llevaré una cobija y ropa de invierno a nuestros hermanos que en esta navidad están alejados de sus familias y tierras viviendo en la Casa del Migrante. Seguramente, como le sucedió a Isabel y al niño, tu corazón se llenará de gran alegría y paz porque realmente vivirás el verdadero sentido de la Navidad.
Primera Lectura: Miqueas 5, 1-4
Salmo 79
Segunda Lectura: Hebreos 10, 5-10
Color: Morado