Cardenal Cláudio Hummes/Arzobispo emérito de São Paulo/ Presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía
El capítulo siete de la encíclica Fratelli tutti quiere ofrecer un camino para que las personas, las comunidades humanas e incluso la familia humana, como tal, consigan construir la reconciliación en la fragmentada, conflictiva y violenta sociedad humana actual, inmersa en interminables guerras fratricidas y odios destructivos.
Verdad para la paz
En el amplio contexto de la encíclica, la cuestión de la reconciliación y el perdón es algo que se impone. En el mundo actual de desencuentros, es necesario construir “caminos de reencuentro”. Sólo así se puede construir la paz. El texto dice: “en muchos lugares del mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia” (FT 225). Este párrafo presenta una de las marcas del papa Francisco. Cuando habla de “¡inventiva y audacia!” siempre nos anima a soñar con el futuro, a ser creativos e inventivos, con “audacia”. La audacia conquista el miedo y abre nuevos horizontes. Sin embargo, tal audacia implica el riesgo de equivocarse, pero se corrige humildemente, porque “equivocarse es humano”. Sólo así se pueden hacer posibles “nuevos” caminos, “procesos de curación y de un nuevo encuentro”.
Al inicio de este proceso, dice el Papa, está la búsqueda y el reconocimiento de la “verdad” sin disfraces. La paz no se construye sobre la mentira, sobre “diplomacias vacías, disimulos, dobles discursos, ocultamientos, buenos modales que esconden la realidad” (FT 226). Porque “la verdad es una compañera inseparable de la justicia y la misericordia” (FT 227). Sin la verdad, la misericordia puede herir a la justicia o la justicia puede ser inhumana. “La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón”, pues “la violencia engendra violencia, el odio engendra más odio, y la muerte más muerte. Tenemos que romper esa cadena que se presenta como ineludible” (FT 227). Jesús enseña: “ustedes oyeron que se dijo: ojo por ojo y diente por diente; pero yo les digo que no se opongan a quien les hace el mal; al contrario, a cualquiera que te dé una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra” (Mt 5, 38-39).
Paz… desde los últimos
Hablando de la construcción de la paz, el Papa afirma con realismo: “el camino hacia la paz no implica homogeneizar la sociedad, pero sí nos permite trabajar juntos” (FT 228). Hay diferentes contribuciones que deben reconocerse e integrarse, como valor añadido, en el proceso “para el bien común”. “El camino hacia una mejor convivencia implica siempre reconocer la posibilidad de que el otro aporte una perspectiva legítima, al menos en parte, algo que pueda ser rescatado, aun cuando se haya equivocado o haya actuado mal” (FT 228).
Otro elemento fundamental es reconocer y promover el sentimiento de “pertenencia” de todos y cada uno a la familia humana. Nadie debe ser excluido o desechado o dejado atrás. “Nuestra sociedad gana cuando cada persona, cada grupo social, se siente verdaderamente de casa. (…) ¿Amamos nuestra sociedad o sigue siendo algo lejano, algo anónimo, que no nos involucra, no nos mete, no nos compromete?” (FT 230). Si es así, ¿aceptaríamos ser parte de un proceso de “un nuevo encuentro para sentirse y ser “de casa”? “Muchas veces es muy necesario negociar y así desarrollar cauces concretos para la paz. Pero los procesos efectivos de una paz duradera son ante todo transformaciones artesanales obradas por los pueblos, donde cada ser humano puede ser un fermento eficaz con su estilo de vida cotidiana” (FT 231), dice el Papa, valorando lo cotidiano de la vida real.
No hay que olvidar que el recorrido debe comenzar “desde los últimos”, que son siempre las principales víctimas de todas las guerras y desigualdades (cf. FT 235).
Perdón y memoria
Así, el texto llega al núcleo difícil de la cuestión, que es el perdón y la memoria. La paz social implica una “cultura del encuentro”. Y esta incluye la necesidad de perdón y memoria. Jesús enseña que es necesario “perdonar hasta setenta veces siete” (Mt 18, 22).
No se trata de proponer un perdón renunciando a los propios derechos ante un poderoso corrupto, ante un criminal o ante alguien que degrada nuestra dignidad. Esta- mos llamados a amar a todos, sin excepción, pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable (FT 241).
El Papa añade: “la verdadera reconciliación no escapa del conflicto, sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo y de la negociación transparente, sincera y paciente” (FT 244). Es un proceso y no un decreto puntual.
Perdonar no significa olvidar. “Nunca se debe proponer el olvido. La Shoah no debe ser olvidada” (FT 246 y 247).
Finalmente, en este séptimo capítulo Fratelli tutti se enfrenta a dos temas extremos: la guerra y la pena de muerte. “Son falsas respuestas, que no resuelven los problemas que pretenden superar y que en definitiva no hacen más que agregar nuevos factores de destrucción en el tejido de la sociedad nacional y universal” (FT 255).