Ana María Ibarra
Después de vivir cegada por cinco años en un noviazgo tormentoso, “Marilú” decidió cancelar su boda a pocas horas de que esta se llevara a cabo al darse cuenta la vida que le esperaba al lado de un hombre que la mantenía en jaque con sus celos e inseguridades.
El momento de la decisión fue para “Marilú” una sacudida de parte de Dios, que en los años de noviazgo le envió señales que nunca quiso ver, incluso a través de las pláticas pre-matrimoniales, que ambos asumieron sólo como un requisito para la boda.
Y aunque nunca habla del suceso, la mujer compartió su historia con Presencia para alertar a las parejas jóvenes, pues, asegura, lo que se sufre en el noviazgo, en el matrimonio se hace insostenible. Aquí su historia.
Noviazgo tormentoso
Después de concluir su bachillerato, “Marilú” decidió irse al centro del país a estudiar una licenciatura, fue en ese tiempo cuando conoció a “Andrés”, “el joven más guapo de la ciudad”.
“Fue un flechazo a primera vista, me quedé prendada de él, todas las muchachas estaban enamoradas de él”, recordó “Marilú”.
Al iniciar el noviazgo, “Marilú” fue descubriendo que su novio era una persona muy insegura, celosa, posesiva y dominante, y aunque ella se considera una mujer de carácter fuerte, reconoció que en aquel entonces era también muy tímida.
“Tuvimos una relación de casi cinco años. Fue una relación tormentosa, de amor y odio.
En mi casa no lo querían porque veían que pelábamos, terminábamos, regresábamos, yo sufría muchísimo, pero en cuanto me buscaba, volvía a caer”, lamentó.
La entrevistada recordó que después de un rumor en el que se adjudicaba a su novio la paternidad de un bebé, la relación se volvió tranquila y pacífica, por lo que decidieron contraer matrimonio.
“Venimos a Juárez en unas vacaciones para la petición formal. Nos fuimos y mi hermana se quedó a cargo de la organización de la boda. En este tiempo volvieron nuevamente las fricciones entre nosotros”.
La relación, dijo “Marilú”, se volvió más tormentosa y aunque reconoció que todo el tiempo recibió señales, “no las quería ver”.
Cancela boda
Cuatro días ante de la boda, la joven novia viajó a Juárez para prepararse, pero en esa semana las señales se hicieron más fuertes.
“Lloraba en los rincones escondiendo mi pena para que en mi casa no supieran que seguíamos peleando. A dos días de la boda llegó él y un día antes decidimos salir a una discoteca con algunos invitados que vinieron de fuera”.
Sin recordar qué fue lo que desató el pleito, Marilú compartió que su novio se enojó y decidió que se fueran del salón.
“Muchas de las veces no supe por qué peleábamos. Esa noche Jesús me mando una señal muy grande. Cuando mi novio me dijo que nos íbamos del lugar, volteé a verlo y le dije “no hay boda””, relató la entrevistada.
Su novio la llevó a su casa incrédulo de sus palabras y creyendo que al día siguiente todo estaría como si nada hubiera pasado.
“Cuando llegué a mi casa le dije a mi papá que no habría boda, me encerré en mi cuarto, me acosté mirando al vacío repitiéndome en mi interior “no me caso”. Mi papá se dirigió a la cocina y se los dijo a mis familiares que habían venido a mi boda”.
Al día siguiente, relató “Marilú”, su novio fue a buscarla, pero su mamá lo despidió tras confirmarle la decisión. Ese día de la boda, la joven estuvo todo el día fuera de su casa con una amiga que la acompañó.
“Estuve en calidad de zombi. No hablé con mi amiga todo el día. En la noche que llegamos a la casa vi todo mi ajuar de novia y en ese momento mi amiga se soltó llorando y empecé a llorar también”, compartió Marilú.
Y agregó: “Me di cuenta en ese momento que lo que me estaba sucediendo en ese día, era lo que iba a permear mi vida matrimonial”.
Atentos a las señales
En una ocasión Marilú compartió este suceso con su hijo, quien estaba viviendo una situación similar.
“El matrimonio no hay que tomárselo a la ligera. Cuando me dicen ‘de lo que me salvé’, digo: ‘más bien de lo que me hubiera perdido’. Dios me regaló un hombre increíble cuando yo no esperaba nada”, dijo al referirse a su hoy esposo.
Hoy “Marilú” está convencida de que lo que en un noviazgo es difícil, en el matrimonio se hace insoportable e insostenible. Aún y cuando se tiene la pareja perfecta, en el matrimonio hay que luchar todos los días por un matrimonio feliz.
“No siempre lo que queremos es lo que más nos conviene. Todos los días Dios nos manda señales y a veces nos tiene que golpear de alguna forma para que lo veamos. Quiero alentar a las parejas jóvenes a que escuchen y vean las señales, no tengan miedo de decir no. El matrimonio es cosa seria”, finalizó.