Ana María Ibarra
La Casa del Migrante de Ciudad Juárez ha permanecido libre de contagios de Covid-19 hasta la fecha. Esto gracias a las medidas preventivas de salud que implementan desde el inicio de
la contingencia sanitaria en Ciudad Juárez por la presencia del coronavirus, aseguró el padre Javier Calvillo, director de la Casa.
Hoy en día, con la mitad de la población que hubo al inicio de la contingencia, esta obra de la Diócesis de Ciudad Juárez continúa operando con el apoyo de organismos internacionales, pero sobre todo de la comunidad fronteriza que no ha dejado de entregar donativos.
Protocolos y logística
Ante la llegada de la pandemia de Covid-19 a la frontera, la Casa del Migrante se preparó con artículos necesarios y una logística para adecuar el alojamiento los huéspedes, actualmente 150, la mayoría sudamericanos y algunos brasileños.
“Tomando la experiencia de otras fronteras que cerraron porque no había estrategias en cuestión de salud, hicimos un escrito para el delegado de Migración, pidiéndole que cualquier migrante que nos enviaran tenía que traer un certificado médico y pasar por un protocolo de revisión”, compartió el padre Calvillo.
Ante esto, el delegado externó que no contaban con médico o logística, por lo que la Casa del Migrante optó por no recibir a quien no trajera el certificado solicitado.
“La casa está abierta con esos requisitos, por el bien de la población y de los empleados”, resaltó el padre Calvillo.
Agregó que se implementó una logística para mantener la salud de los habitantes, cuya población al inicio de la contingencia era de 270 migrantes.
El padre Calvillo explicó que la población se dividió en tres áreas: La Casa del Migrante, con la gente que ya se encontraba ahí. La casa de las religiosas, donde se envió a personas con contagio de varicela. Y la Casa de Ejercicios, donde se recibe a los migrantes que salen a sus citas migratorias y regresan para quedarse 15 días en observación, mientras se aseguran de que no están contagiados.
“La gente que sale al Puente a sus citas, o a renovar sus permisos, dura prácticamente todo el día en aquel lugar, con 60 personas más de otros albergues, ¿quién me garantiza la sana distancia, o que todos traen cubre bocas, o que les dan gel?.
Cabe mencionar que la Casa del Migrante quedó con poco personal, ya que los trabajadores o voluntarios en riesgo fueron enviados a casa, por lo que el trabajo se intensificó al poco personal que se quedó en el servicio.
Cuidado de la salud
Por otra parte, la Casa del migrante se quedó un solo médico para atender emergencias, pero una organización de Boston, Estados Unidos, envió apoyo con el cual pudieron pagar otro doctor.
“Además de la limpieza y la alimentación, teníamos que cuidar la salud. Bendito sea Dios no pasó a más. Aunque no nos ayuda el clima, no pasó de infecciones estomacales”, dijo el padre Calvillo.
No obstante, la institución se preparó con tanques de oxígeno, medicamento, guantes, gel y otros enseres que pudieron adquirir gracias al apoyo de Fondo Unido y otros bienhechores de Estados Unidos y Ciudad Juárez.
“Batallamos en la comida ya que no se vendía por cajas ni costales, pero la comunidad no nos dejó. Ya no recibimos ropa, ni muebles, ni colchones por todo lo que implica, solo comida enlatada. Gracias a la comunidad binacional que nos ha hecho fuertes”, agradeció el padre Calvillo.
Agradecimiento
De acuerdo al padre Javier, estos meses han sido de mucha desesperación y estrés para los migrantes, ya que no podían salir y había cambios en sus citas.
“Los migrantes empezaron a desesperarse y a buscar otros caminos. Ahorita tenemos la mitad de la población que teníamos al inicio del confinamiento”.
El sacerdote dio gracias a Dios, que se hace presente siempre.
“Nosotros seguiremos trabajando, es algo que el evangelio marca y que Jesús pide. Todos somos migrantes porque nuestro fin no está en la Tierra. Mientras contemos con esos ángeles seguiremos trabajando, apostando por los migrantes que son personas que tienen dignidad, tienen derecho, no son objetos”, expresó.
“Mil gracias a la comunidad que está al pendiente. Ahorita estamos bien en cuanto alimento, la prioridad son sueros y agua. La casa del migrante vive de la caridad. No tenemos millones de pesos, tenemos millones de manos y de corazones de buena voluntad que nos ayudan”.
Pbro. Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante