Ana María Ibarra
En un signo de amor y esperanza se unieron dos países y tres diócesis para orar por los migrantes fallecidos en esta frontera, en su intento por alcanzar el “sueño americano”. Como una sola comunidad, obispos, sacerdotes, religiosas, seminaristas, laicos y algunos migrantes se congregaron a la orilla del Río Bravo, en ambos lados de la frontera, para celebrar la tradicional Misa Binacional el pasado sábado 9 de noviembre.
Signos
La intención de la celebración fue pedir por los 160 migrantes fallecidos en Ciudad Juárez en lo que va del año y por miles de personas que han muerto en busca de una mejor vida.
Después de algunos días de frío, ese sábado Dios regaló una mañana soleada, lo que facilitó la celebración en el Río Bravo, justo en el área del Museo Casa de Adobe.
Con el canto de entrada, los obispos J. Guadalupe Torres Campos, de Ciudad Juárez; Mark Seitz y Antony Celino, titular y auxiliar, respectivamente de El Paso, Texas; y Peter Baldacchino, de Las Cruces, Nuevo México, bajaron a la tarima colocada en el centro del río con poca agua corriente.
Enseguida se realizó, en ambos lados de la frontera, la procesión de signos: Cruz, símbolo del sufrimiento y dificultad de los migrantes que incluyen hasta la muerte; Virgen de Guadalupe, emperatriz, madre de los migrantes que los guía; mochila, sandalias y agua, símbolo de las necesidades de los migrantes en su caminar; banderas, símbolo de ciudadanía e identidad cultural, que nos invita a compartir quienes somos en un espíritu de unidad.
Dios camina con su pueblo
Don J. Guadalupe Torres Campos, quien presidió la celebración, reflexionó en su homilía el caminar de Dios con su pueblo, hoy visualizado en los migrantes.
“Dios camina con su pueblo. Así lo ha dicho el papa Francisco en la reciente Jornada Mundial del Migrante y Refugiado. Esta mañana experimentamos ese caminar de Dios con nosotros, compasivo y misericordioso. Un Dios que acompaña a su pueblo en el desierto hacia la tierra prometida”, expresó el obispo.
Agregó que los migrantes dan testimonio de que Dios camina con ellos en medio de las dificultades.
“Su trayecto es un caminar difícil, doloroso, enfrentan muchas situaciones de circunstancias naturales, climas, montañas, desierto, pero también peligro, extorsiones, abusos y muchos mueren. Este año son más de 160 fallecidos”, afirmó.
Esta situación, señaló el prelado, es un clamor al cielo, pero también a la humanidad.
“Nos reunimos en la fe y en la esperanza orando por aquellos migrantes que han fallecido en su intento de ir transitando países. Como Iglesia debemos mirar a Cristo, muerto y resucitado, en cada uno de nuestros hermanos migrantes”, invitó.
Enseguida exhortó a todos los sectores de la sociedad a respetar la vida y seguridad de los migrantes y pidió perdón por las indiferencias de la sociedad.
Carta del papa
Antes de la bendición, el obispo Mark Saitz leyó una carta que recibió un día antes de parte del papa Francisco, quien resaltó en su texto la falta de proyectos de desarrollo para los migrantes.
“Como Iglesia sinodal y en el espíritu de las bienaventuranzas, socorran a estos hermanos necesitados, teniendo en cuenta que acogerlos y protegerlos es una oportunidad de Salvación, porque en las personas necesitadas está presente Jesús que llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, encarcelado, pidiendo que lo ayudemos”, citó el obispo de El Paso.
Al concluir la lectura, Don Guadalupe invitó a sus hermanos obispos a impartir la bendición a los ahí presentes.