- La hermana Clara Olivia, misionera de María Dolorosa llegó a sus Bodas de Oro como consagrada y lo celebró en su tierra natal, donde nació su vocación.
Diana Adriano
Con una gran alegría y agradecimiento, la religiosa Clara Olivia Ramos, perteneciente a la congregación de Misioneras de María Dolorosa, dio gracias a Dios por sus 50 años de vida consagrada.
Celebra sus Bodas de Oro en la vida religiosa este lunes 05 de octubre, pero debido a que no se encuentra en la ciudad, su celebración de acción de gracias se realizó el pasado sábado 03 de octubre en el Ejido San Juan, en Guerrero, Chihuahua, lugar en el que nació su inquietud vocacional y en donde actualmente radica, debido a que está al cuidado de su hermano.
Primer encuentro con religiosas
La hermana Clara relató que desde muy niña comenzó su inquietud por la vida consagrada, sin embargo, en la comunidad donde ella vivía con su familia, no había alguien que la pudiera orientar en el camino vocacional.
Cuenta que su mamá, María Clara de Ramos, tuvo una gran influencia en este sentido, puesto que tenia una gran devoción por Santa Teresita del Niño Jesús, la cual le inculcó con mucho amor.
“Un día, cuando aún era niña, el entonces obispo don Manuel Talamás fue a mi comunidad acompañado de dos religiosas, en el momento en el que las vi, yo le dije a mi mamá ‘mira yo algún día seré como ellas’ y ella pensó que era una idea que se me iba a borrar”, explicó.
Dijo que su papá siempre estuvo en contra de esta idea, pero decidió ya no tocar el tema debido a que no tenía ningún contacto con religiosas, ni con alguna persona que la guiara en camino a este estilo de vida.
Inicio de su vida religiosa
Al llegar a la edad de 20 años, Clara Olivi tuvo un encuentro con las hermanas Misioneras de María Dolorosa, y aprovechó para explicarles la inquietud que tenía por ingresar a alguna congregación.
“Un día mi papá se fue a visitar a mi abuelita, era como un día de camino y ese día llegaron las religiosas a mi casa, ya para irme con ellas, pero yo no quería irme sin despedirme sin mi papá, aunque sabía que si él estaba en casa, no me dejaría irme”, relato.
Dice que “por obra de Dios”, ese día su papá regresó y se encontró con las religiosas.
“No quería dejarme ir, pues seguía en contra de la idea de que yo fuera consagrada. Sin embargo, las religiosas hablaron con él y lo convencieron para que me dejara ir con ellas”, recordó.
La religiosa, relató que para ella fue muy difícil dejar a su familia, pero que se sintió mejor cuando, al llegar a la primera casa de acogida, tanto las hermanas como el propio fundador de la congregación, monseñor Baudelio Pelayo, la recibieron con mucho entusiasmo y esperanza.
Entrega completa
Al pasar el tiempo, la hermana Clara se enamoró cada día más de la vida y carisma de las Misioneras de María Dolorosa y entendió que la vocación es algo que se tiene que alimentar contrastantemente con la oración.
Fue el 05 de octubre de 1970, cuando la religiosa recibió sus primeros votos temporales y en esa fecha recibió un bello mensaje de su padre, don Manuel Ramos, que hoy recuerda con mucho cariño.
“Él me dijo, ‘Hija, ojalá que todas mis hijas hubieran elegido la vida religiosa como tú’, fue ahí que lo abrace y nunca me he olvidado de eso que me dijo, pues recuerdo que él al principio se negaba a que yo fuera religiosa”, recordó.
La hermana Clara Olivia profesó votos perpetuos en 1976 y desde entonces ha vivido una total entrega vocacional en beneficio de los más necesitados, siempre con la guía de su padre fundador monseñor Baudelio y de quien se convirtió en su gran amigo, el primer obispo de la diócesis, don Manuel Talamás Camandari, quien cariñosamente la llamaba “Miss Clairol”.
Proyecto de fe
Al llegar a su 50 aniversario de vida consagrada, la hermana Clara Olivia sólo tiene el deseo de seguir visitando a las familias que sufren más dolor y ofrecer estos 50 años por ellos, para que Dios los conforte.
“Ahora con lo de la pandemia no pudimos hacer la gran fiesta, pero estuvo muy bien porque era algo que yo no quería, yo solo quería vivir mi celebración Eucarística y estoy muy feliz de estar celebrando este 50 aniversario en el lugar que me vio crecer”, compartió.
“Y les recuerdo seguir orando para que cada día nazcan nuevas vocaciones en nuestra Iglesia y por las vocaciones que ya están, para que Dios los siga iluminando y guiando en su caminar como consagradas”, finalizó.
“Doy gracias a Dios, a la congregación, a los obispos y sacerdotes que me han llevado al encuentro del Señor en estos 50 años”.
Hna. Clara Olivia Ramos
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Acompaño al monseñor Talamás por 9 años el obispado y atendiéndolo en su casa
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