Ana María Ibarra
Con profundo amor a Jesús Sacramentado, la comunidad de la parroquia Todos los Santos celebró con distintos momentos dedicados a la Eucaristía, el XI aniversario de la Capilla de Adoración Perpetua.
Catequesis, procesión, misa, fueron parte de las actividades que realizaron.
Santísimo en recorrido
Del 31 de julio al 2 de agosto, la comunidad recibió una catequesis sobre la Eucaristía. El 3 de agosto a las ocho de la noche dieron inicio a las 20 horas de oración y alabanza, acto que concluyó el día 4 de agosto a las cuatro de la tarde.
Ese sábado 4 de agosto a las seis de la tarde dio inicio una procesión con el Santísimo recorriendo el sector parroquial, llegando a puntos específicos en parques, plazas y fraccionamientos.
Uno de los lugares que visitó la procesión fue la Casa Sacerdotal San Juan XXIII. A pesar del retraso, los sacerdotes que alberga la casa de retiro se dispusieron para recibir al Rey de Reyes.
El padre Amadeo Ruíz, párroco de Todos los Santos, ingresó con el Santísimo Sacramento y recorrió los pasillos del recito, sacerdotes, religiosas, personal y fieles que ahí se encontraban caminaron detrás de Él entonando alabanzas de adoración.
El lugar se llenó de paz, la misma que se esparció por las calles que la caravana recorrió.
Jesús espera
En punto de las nueve de la noche, el padre Amadeo presidió la celebración eucarística.
“Tenemos mucho qué agradecer. La última bendición fue en la casa sacerdotal. El motivo de la fecha para la apertura de la capilla la decidí porque hoy es la fiesta de todos los sacerdotes, celebramos a San Juan María Vianney”, compartió el padre Amadeo al iniciar la misa, acompañado por el padre Guillermo Sías, director de la casa sacerdotal.
En su homilía, el padre Amadeo resaltó la celebración de los once años de la presencia manifiesta y permanente del Señor en la Eucaristía.
“Él está esperándonos a cada momento, no cada domingo, sino cada día. ¿Qué argumento hay para decir no me alcanza el tiempo? Ahí está esperandonos a las dos de la mañana, a las cuatro de la tarde, a toda hora. Cuando iba con Él le decía: ya ves que ya no te conocen ni te identifican, personas se quedaban viendo, quién sabe si más de uno se haya molestado porque íbamos despacio”, expresó el sacerdote.
El padre Amadeo dijo a la comunidad que esa era una buena oportunidad de preguntarse: ¿y a nosotros qué nos significa?
“Él ahí sigue y nosotros con la posibilidad de aprovechar su presencia. Urge que haya familias como la de Juan María Vianney. Un hombre que con sus limitaciones fue modelo de entrega, de amor a Dios. La fe sin obras está muerta. Juan María Vianney vivía la fe con obras. Salió de una familia cristiana”, compartió.
Para finalizar, el padre Amadeo resaltó que se necesitan familias cristianas que amen a Jesús Eucaristía y donde los hijos aprendan a amarlo.