Ana María Ibarra
Unidos en el amor de Jesús Niño, la comunidad de Santa Rosa de Lima se congregó el pasado 23 de diciembre para compartir la alegría de la Navidad. Con la petición de la tradicional posada, un recital a cargo de los distintos coros de la parroquia y una convivencia, pasaron un momento ameno en comunidad.
“El motivo que nos congrega es la preparación a la Navidad. El gozo es porque el Señor Jesús nos ha nacido. Nos disponemos con un espíritu navideño para reflexionar sobre el nacimiento de Jesús. El verdadero Dios se hace presente en nosotros. Lo esencial es disfrutar de la paz, de la contemplación del Niño”, expresó la maestra de ceremonias quien invitó a los presentes a reflexionar en Jesús, humilde hijo del carpintero.
Alabanzas y villancicos
El primer grupo en participar fue el Coro Kelaia, cuyo significado es ‘la voz del Señor’. Con cantos sencillos y hermosos, este ministerio mostró el sentido central del pesebre, el niño Jesús y su nacimiento.
De la capilla San Antonio de Padua participó el Coro Talita-Kum, que con su canto “Niño Dios” invitó a la comunidad a reflexionar que es el mismo Dios hecho Niño quien invita a la humanidad a hacer un pesebre en su corazón.
Coro Jobel, también de la capilla San Antonio de Padua y animación de confirmaciones, fue el tercer coro en participar.
Para finalizar este momento de alabanzas dirigidas al Niño Jesús, los tres coros unieron sus voces y dones musicales para envolver el ambiente en una fraternidad.
Otros cantos solemnes hicieron referencia al nacimiento del Señor, mientras la comunidad participó llena del carisma que los coros transmitieron en cada alabanza.
Tradicionales villancicos como “El Niño del Tambor”, “Gloria”, “Noche de Paz” y “Blanca Navidad”, fueron parte del repertorio que cerró el recital.
Pidieron posada
“Felicidades a los coros que se unieron y que hicieron unas armonías increíbles. Nos alegraron el espíritu y lo elevaron con sus acordes. Reconozco su esfuerzo y su expresión en el arte”, fueron las palabras que el padre Víctor Fernández, párroco de la comunidad dirigió a los coros.
En un siguiente momento, igualmente emotivo, la comunidad se dividió en dos grupos para llevar a cabo la tradicional posada.
Las primeras estrofas del canto de posada se entonaron en el templo, unos adentro y otros afuera, como lo marca el canto. Las últimas estrofas se cantaron en el salón parroquial.
Después de la entrada de los peregrinos, la comunidad disfrutó de una amena convivencia.