Ana María Ibarra
Con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el pasado 01 de febrero se llevó a cabo una misa de acción de gracias a nivel nacional desde la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México.
Dicha celebración fue presidida por monseñor Julio Cesar Salcedo Aquino, responsable de la Dimensión para la Vida Consagrada de la Conferencia del Episcopado Mexicano, quien convocó a consagrados y consagradas a participar en esta celebración.
Acción de gracias
Dar gracia a Dios por los carismas y dones con los que ha enriquecido a la Iglesia, fue el objetivo principal de la misa en la cual se leyó la liturgia del 02 de febrero, día de la Presentación de Jesús en el templo y que tiene como signo la luz.
Consagrados y consagradas de México peregrinaron hasta la casita de Nuestra Señora de Guadalupe con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada y quienes no pudieron estar presentes, participaron a través de las redes sociales.
Al inicio de la celebración, algunas religiosas, frente al altar, portaron cirios encendidos. Monseñor Salcedo recordó el nacimiento del Jesús e hizo alusión a la celebración del día, la presentación de Jesús en el templo.
Más adelante se escuchó en la monición:
“La vida consagrada en México está presente en sus diversas formas. Cada cirio representa a cada una de ellas: contemplativa, apostólica, institutos seculares, sociedades de vida apostólica, orden de vírgenes, eremitas. Todos llamados a iluminar con su apostolado el caminar de la Iglesia en el mundo”.
Luego, el obispo hizo la oración de bendición de los cirios, mismos que fueron colocados en el altar.
Luz en la pandemia
Con una reflexión sobre el evangelio de San Lucas, monseñor Salcedo compartió que la presencia modesta y humilde de María y José en el templo fue por la guía del Espíritu Santo, con la disposición de presentar al Señor.
Luego explicó que la vida consagrada lleva, como María y José, la luz de Cristo a hospitales, centros educativos, lugares se misión, oratorios, periferias, parroquias, e irradian luz desde monasterios donde se vive la comunión con Dios en ritmos de oración y trabajo.
“La vida consagrada en nuestras diócesis ha sido luz durante la emergencia sanitaria que estamos viviendo. Hermanos y hermanas de la vida consagrada, como Simeón y Ana, tomen a Jesús de brazos de María y José y sean consuelo para los que sufren las consecuencias de la pandemia”, motivó.
Y agregó: “Iluminen las tinieblas de este tiempo difícil como cirios que, al dar su luz, se consumen, así también continúen desgastando su vida anunciando la alegría del evangelio. Gracias a su testimonio, numerosos hombres y mujeres de nuestro tiempo han podido renacer a la esperanza”.
Ofrendan documento guía
Junto con el pan y el vino, dones que se transforman en el cuerpo y sangre de Cristo, las consagradas y consagrados de México, ofrecieron su vida y su apostolado para que, unidos al sacrificio del altar, ser vida para el mundo.
Igualmente presentaron en las ofrendas el documento “que ayudará y acompañará a la vida consagrada en las diócesis de México: ‘Identidad y misión del vicario episcopal para la vida consagrada’.
Antes de dar la bendición final, monseñor Julio César encomendó a la vida consagrada a Santa María de Guadalupe para que sea el medio a través del cual como madre de ternura y de misericordia llegue a su pueblo.