Ana María Ibarra
Con el deseo de cambiar una realidad, pero conscientes de que solo Dios puede hacer ese cambio, la comunidad María Mediadora llevó a cabo el pasado 14 de julio una Jornada para elevar plegarias por distintos aspectos que llevan a la paz.
El evento se realizó en las instalaciones del Movimiento, ubicadas en la zona San Lorenzo, como respuesta al llamado que recientemente hicieron la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM) y la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús para una Jornada por la paz en México.
Paz para la paz
Fueron varios servidores quienes, uno a uno, tomaron el micrófono para orar por la paz en nuestra ciudad, invitando a los asistentes a cerrar sus ojos y pedir con devoción al Señor.
Como primer momento, los presentes pidieron perdón por la falta de conversión, la propia y la del resto de la ciudadanía; por la violencia que se alberga en el corazón a través del enojo. Hicieron conciencia de la violencia interior, de la cual nadie está exento, dijeron.
“No puedes pedir por la paz si el corazón no tiene paz”, expresó el orador en turno.
Otra petición de perdón fue por el pecado de omisión ante los hechos violentos a nuestro alrededor; por juzgar y criticar. Los orantes solicitaron al Señor un corazón nuevo que elija el amor, antes que el enojo.
Igualmente pidieron perdón por no haber realizado obras de misericordia y por haber sacado a Dios de los hogares.
Por el fin de la violencia
Con su corazón dispuesto, los asistentes se dejaron guiar por las palabras de quienes realizaron la oración pidiendo a Dios expulsar el miedo, la angustia, la ansiedad y la depresión.
“Llénanos de bendición. Aumenta nuestra fe. Saca de nuestros corazones todo lo que no sirve y nos daña”, expresó otra de las guías.
Cada momento fue ambientado con cantos de meditación, oración y petición, además de las citas bíblicas que cada orador proclamó.
Las súplicas a Dios continuaron, pidiéndole por aquellos a quienes les fue arrebatada la vida en forma violenta. Por los que sufren extorsiones, por el dolor que causa la violencia.
“Cura las heridas de las personas que fueron violentadas física y espiritualmente”.
Como comunidad continuaron pidiendo por las familias que han padecido algún tipo de violencia en la ciudad, en el país y en el mundo entero.
Esto incluyó la oración de intercesión por los gobernantes, por quienes son encargados de dirigir el país y de impartir justicia.
No podía faltar la oración por la Iglesia, por el papa Francisco, los obispos, los sacerdotes y todos los que conforman la Iglesia.
“Hazte presente en tu Iglesia y en tu ciudad”, expresó el último orante, quedando los participantes en un momento de encuentro con Dios en silencio.
La jornada concluyó con el agradecimiento de parte de los organizadores y la invitación de seguir orando por la paz.