A unas semanas de que se realice el Congreso Anual de Matrimonios católicos presentamos consejos para evitar la ruptura matrimonial, panorama del divorcio en Chihuahua así como testimonios de parejas que lograron salvar su relación gracias a este evento…
Ana María Ibarra
Ante el aumento de parejas que buscan romper su relación amorosa y matrimonial a través del divorcio, la Iglesia insiste y trabaja para que estas uniones sean para toda la vida.
Preocupados por este fenómeno que destruye familias, y convencidos de que el matrimonio es un camino a la santidad, los padres Amadeo Ruiz y Antonio González, sacerdotes de la diócesis que trabajan y han trabajado acompañando a parejas y familias, presentan algunos consejos y consideraciones para evitar llegar al divorcio.
- Ni siquiera considerar el divorcio como opción.
Antes de proponer argumentos de fe o religiosos, nos detenemos en el ámbito puramente humano, social, racional… Y desde ahí el divorcio no es ni siquiera una opción por todas las consecuencias que deja a su paso. Una de ellas es la económica que, sin ser la más importante, sí es de las más evaluables. Frecuentemente el esposo sigue siendo quien funge como el responsable principal en este tema (nada garantiza que lo sea, sólo digo que frecuentemente así es). Quien era capaz de privarse de algo que le gustaba con tal de proporcionar un bien a sus hijos; buscaba mejores ingresos a costa de trabajar tiempo extra, moverse de ciudad o hasta de país con tal de conseguir un bienestar mayor a su familia; después del divorcio hay que demandarlo para que «pague» una pensión y, a veces, hasta esconde ingresos para que el porcentaje sea menor. ¿Quién, que valore a sus hijos y esposa, buscaría provocar algo como esto? De ahí que no se le debería considerar opción.
- Divorcio es agresión hasta para quien lo pide.
Con el divorcio se pierde la paz, además de las condiciones emocionales en las cuales quedan los hijos. Comparto una anécdota: Llegó un señor joven, tal vez 25 o 27 años, a la oficina de la parroquia y, por un momento lo escuché hablando con voz fuerte con la secretaria, quien le indicó que pasara a mi oficina. Apenas abrió la puerta me preguntó: Padre, ¿Por qué tengo que estar viviendo un infierno que yo no provoqué? Le invité a sentarse y me comentó que sus papás se habían divorciado siendo un niño. Él vivió por temporadas con mamá y otras con papá. Si estaba con mamá, le hablaba cosas horribles de papá y viceversa. Hasta que un día le dijo a su mamá: ¿Qué pretendes hablándome así de mi papá? ¿que lo odie? pues ya lo odio, pero cuando estoy con él también me habla tan mal de ti, que así que también te odio. He de decir que mientras lo escuchaba le daba la razón; vivir así debe ser, si no un infierno, al menos sí una sucursal muy parecida al original.
- No separarse de la gracia.
Si están casados por la Iglesia, ahora habrán de vivir separados de la gracia, a menos que vayan a vivir cada uno sin otra pareja, lo cual no es lo más frecuente. Y si el divorcio no es porque hay otra u otras personas como causa del mismo, entonces hay la propuesta de una separación como paréntesis para reflexionar y no dar un paso del que se arrepientan después y, por soberbia, no estén dispuestos a desistir. Pero, al respecto, el Señor Jesús ha hecho una severa advertencia: «Cualquiera que desechare a su mujer y tomare otra, comete adulterio contra ella. Y, si la mujer se aparta de su marido y se casa con otro, es adúltera. Mc. 10, 11- 12.
- Dios en el matrimonio
Para que una persona o pareja vea como solución de sus problemas el divorcio, lo más probable es que antes han «sacado» a Dios de su vida y relación. Cuando se eligieron mutuamente contaban ella con todos los hombres del planeta y él con todas las mujeres del planeta; eligió cada uno a la persona por la cual hizo opción renunciando a todas las demás personas; hubo un tiempo durante el cual hicieron todas las consideraciones y ya próximos a establecer una alianza delante de Dios les ofrecieron orientación, catequesis, seminarios… una presentación durante la cual, hasta bajo juramento de decir la verdad, en libertad decidían contraer matrimonio con esa persona y no con otra. Pero, aún en la celebración del sacramento, se les vuelve a preguntar sobre la libertad con la cual cuentan para la toma de esa decisión.
- Llamado a la santidad
La más importante: el matrimonio es la respuesta a una llamada que Dios hace a una pareja a la santidad. De ahí que con frecuencia diga su servidor a quienes van a contraer matrimonio que, sin pretender hacer una definición del matrimonio, sí hago una descripción: El matrimonio es un camino a la santidad a través de la felicidad. Las dudas sobre si no se habrá equivocado en la elección son antes del matrimonio, después de él son tentaciones. Quien busca la santidad a través del matrimonio, verá una «ocasión» de infidelidad como una tentación, por lo tanto, huirá de ella como de la más mortal enfermedad. En cambio, si no pretende la santidad por medio del matrimonio, verá la misma ocasión como una oportunidad que no estará dispuesto a dejar pasar. Dios bendiga a los matrimonios y dé sabiduría a los esposos para que, viviendo la fidelidad, lleguen a la santidad.
6.Amor mutuo y verdadero
Un matrimonio basado y fundamentado en el amor mutuo y verdadero. Ese deseo de bien, de felicidad y de alegría y de gozo del uno para el otro, que lo alimenten, que lo fortalezcan.
7.Comunicación
La comunicación es indispensable en una relación entre seres humanos y con mayor razón en la vida matrimonial para evitar la lejanía y la separación. Que sea una comunicación que se convierta en diálogo diario, ameno y amoroso. Que sea sobre ellos mismos, es decir, sobre los esposos: cuáles son sus sentimientos, sus emociones, sus estados de ánimo, sus pensamientos, anhelos y esperanzas, sus ilusiones. No sobre sus planes o proyectos de trabajo, o planes en otras actividades, no sobre los hijos o parientes, sino sobre la vida de los dos como matrimonio. Hablar sobre el verdadero “yo” interno, ese que está en el fondo de su ser y darlo a conocer al otro, por eso que sea un diálogo continuo.
8.La escucha.
Escucharse con el deseo de entenderse y comprender lo que se me está compartiendo. Hacerlo con atención verdadera hacia la otra persona como esposo o como esposa, con la intención de llegar a la otra persona y a su corazón. Mirándose uno al otro, tomando en cuenta los gestos exteriores hasta llegar a ese “yo” interior que se está dando a conocer, poniendo en esa escucha todo el entendimiento y el corazón al escucharse mutuamente…con mucha sinceridad y confianza.
9.Atención mutua
Ponerse y expresarse atención todos los días. Inviertan tiempo en ustedes. El conocerse los llevará a aceptarse, a valorarse tal como son y a crecer y madurar más en su amor.
10.Valores humanos
Valores como ser amables el uno con el otro, ser sinceros, respetarse mutuamente, valorarse, estar juntos y solos, decirse sus éxitos y alabarse uno al otro, gozarse al saber las cualidades y decírselas el uno al otro.
11.Valor religioso
Cultivarse en el valor religioso. Es importante su fe en Dios, su relación con él en la práctica y desde sus convicciones. Su vida cristiana vivirla y practicarla juntos, ir a misa, rezar juntos el rosario, tener a la mano esa fuerza espiritual que es el fondo de sus vidas y es la más firme y fuerte relación. Dios es el primero en su relación de amor como esposos.
12.Acudir a grupos y retiros
Ir a grupos y retiros espirituales de matrimonio. Es una manera de compartir caminos de búsquedas y de esfuerzos y de experiencias, de métodos y dinámicas con otros matrimonios con la finalidad de hacer más disfrutable el crecimiento de su amor y de pareja. Esto hará más fácil y efectivo el remedio a poner en las dificultades que se tienen que enfrentar. (Congreso de Matrimonios es una opción).
13.Tiempo de pareja
Dedicar tiempo para la pareja como matrimonio. Expresarse con palabras y con gestos y hechos que se quieren, que se necesitan, que se aman. No suponer que ella ya sabe que la quiero o que el conoce que lo amo. Hay que decirlo. Salir solos como pareja a divertirse con la finalidad de estar solos el uno con el otro. Ir al parque, al cine, a bailar, divertirse. Dedicar tiempo para los dos.