Empleado de PASA comparte con Presencia las vicisitudes que enfrenta en su empleo y nos ayuda a visualizar cómo se puede encontrar la presencia de Dios en esta difícil actividad.
Ana María Ibarra
“A todo se acostumbra uno”, es la frase que Víctor M. ha constatado en 15 años de trabajar entre desechos como recolector de basura, labor que como él mismo dice, no es fácil, pues requiere esfuerzo físico, un estómago resistente para soportar los fétidos olores y mucha concentración mental para evitar accidentes.
Sin embargo, todo esto se complementa con su fe puesta en Dios a quien se encomienda cada mañana antes de salir de su casa.
Hace unas semanas los trabajadores de la empresa de recolección de basura en Ciudad Juárez PASA hicieron un paro parcial de labores exigiendo mejores condiciones de trabajo y la destitución de algunos empleados de la dirección por los malos tratos.
Si bien la empresa originaria de Monterrey llegó a un acuerdo con los empleados, no son únicamente los conflictos planteados lo más duro que enfrenta un recolector de basura, pues el verdadero riesgo está en la calle, como lo narra Víctor, quien prefirió compartir su experiencia en el anonimato.
Trabajo difícil
A la edad de 30 años, “Víctor” dejó su trabajo en una empresa de refresco para enlistarse a las filas de recolectores de PASA, esto por sugerencia de uno de sus hermanos, quien lo convenció argumentando que las propinas son generosas.
“Aquí sale algo de dinerito. Mi trabajo es de echar tambos, pero a veces nos turnamos y manejo un rato”, compartió.
Dijo que esta actividad es difícil y muy cansada, pues deben correr adelante y detrás del camión para recolectar toda la basura posible.
“Es tan difícil que hasta calentura te da del cansancio. Muchas veces piensa uno qué está haciendo en este trabaj, es para locos. En mi caso lo hice para sacar adelante a mi familia. Ya tengo 15 años aquí, gracias a Dios”.
Añadió que ha visto a sus compañeros sufrir atropellos, que les ha sido prensada una mano por la pala mecánica, mordidos por perros, que han sufrido cortaduras o caídas del estribo.
Para todo esto existen protocolos: llamar al supervisor y llamar a una ambulancia y en casos más graves hay que llevar al compañero al centro médico más cercano.
“En una ocasión uno de mis compañeros sacó un tambo muy al centro de la calle y un carro le pegó al tambo y a su vez el tambo le hizo una cortada en su brazo. Le llamamos al supervisor, pero el compañero se estaba desangrando y le sugerí al chofer que lo lleváramos a una clínica cercana y ahí lo atendieron. En momentos como ese hay que reaccionar”, dijo.
Encomendado a Dios
El trabajador de PASA se dijo agradecido con Dios porque hasta el momento no le ha pasado algún accidente grave.
“Salgo de la casa pidiéndole a Dios que me vaya bien en el día y mi esposa me da la bendición. En el trayecto de mi casa al trabajo voy pidiendo que no me vaya a pasar algo malo”.
El entrevistado asume su trabajo “de manera normal”, aunque ha sido testigo de terribles accidentes laborales.
“Me he cortado, me he picado con una jeringa, pero lo tomo normal, no me enfocó mucho ni me preocupo de más. Sólo la curación necesaria, pero no dejo de trabajar”, indicó.
Esta actitud Víctor la tenido siempre, especialmente desde que formó una familia pues sabe que como proveedor y cabeza de hogar debe salir a obtener los recursos necesarios.
“No me doblego ante una gripe. Toda mi vida he sido así. No falto al trabajo, procuro estar enfocado en mi familia”.
Trabajo en la pandemia
Ahora, en medio de la pandemia por la Covid 19, el empleado dijo que reconoce aún más la dificultad de su trabajo.
“Estamos expuestos al contagio, pero mi mentalidad es trabajar como si no existiera… con los cuidados, pero continuar”.
“Víctor” compartió que en este tiempo de pandemia perdió a su papá y a su hermana por Covid-19, pero su fe lo mantuvo para seguir adelante y confiar que no correría el mismo riesgo.
“Procuré ser fuerte más que nada por mi familia. Estamos expuestos a cualquier cosa, pero sigo adelante con la ayuda de Dios”, dijo sereno.
Sostenido por su fe
Víctor, católico de nacimiento, compartió que en su juventud gustaba de acudir a las asambleas juveniles en la parroquia San Felipe de Jesús junto con su hermana. Al pasar los años se alejó de la Iglesia, pero su fe en Dios lo ha acompañado siempre.
“Ahora con mis hijos asisto para su Comunión o Confirmación, cuando los papás tenemos que ir a los retiros me gusta ir, también a las pláticas prebautismales y me gusta participar”.
Compartió que uno de sus compañeros del trabajo es cristiano y ambos platican sobre sus creencias y hasta cantan alabanzas juntos mientras recogen y echan basura al camión. “Es una buena experiencia”, dice.
De esta y de muchas otras maneras, Víctor puede encontrar a Dios en su trabajo.
«El agradecimiento de la gente que reconoce mi trabajo y me da sus bendiciones, es otra forma de sentir que Dios me acompaña…y es una gran recompensa», añade.
Es precisamente su fe en Dios lo que mantiene a Víctor enfocado en su trabajo y en el propósito de sostener a su familia.
“Quienes estamos en este trabajo somos personas que no tenemos un nivel académico alto. El recibir todos los días dinero a través de las propinas se presta también para tomar licor todos los días, pero en mi caso, mi mamá me ayudó a no desviar mi camino. No uso drogas…tomo y fumo, pero sólo en fin de semana”, aclaró.
Reconocer el valor de su trabajo
En estos quince años de trabajo, Víctor ha tenido que lidiar también con la discriminación.
“Hay personas que piensan que por andar nosotros en la basura, pueden tratarnos mal. Hay mucha discriminación para nosotros. En estos años he sabido sobrellevar a la gente. Procuro saludar a las personas, darme a conocer y conocerla”, dijo.
Pero también reconoció que algunas personas se familiarizan con ellos y reconocen el valor de su trabajo.
El entrevistado consideró que esto ha cambiado con el ajuste de horario que hicieron,
pues ahora hacen dos turnos de 8 a 9 horas y la mayoría de las veces concluyen turno sin lograr limpiar todas las calles de sus rutas, lo que ocasiona malestar en la ciudadanía.
“En una junta le dije al gerente que esto de los dos turnos no iba a funcionar. Ahora se queda mucha basura rezagada”.
Ante esto, el trabajador ofreció disculpas a la ciudadanía, aunque aclaró que los rezagos no ocurren por cuenta de los empleados, sino por la situación que se vive en la empresa.
“No está bien que haya basura en esta época de calor que genera plaga de moscas, gusanos, pero no está en nosotros. Pido a la gente que tenga paciencia en esto que está pasando. A muchos de nosotros nos gusta nuestro trabajo y vamos a sacar esta situación porque, a mí, como ciudadano también me afecta”, finalizó.
En frase…
“A la comunidad católica les pido que oren por nosotros. En este trabajo hay mucha mafia, mucho favoritismo, mucha injusticia de parte de los jefes, como en todo trabajo. No hay equipo para realizar nuestro trabajo. Hagan oración para que esto se mejore para bien de la ciudadanía y por nosotros que estamos en riesgo de contagio”.