Eduardo Sanabria, tanatólogo y conferencista católico explica las características de un buen noviazgo y ofrece consejos para saber quién es la persona ideal para el matrimonio…Son diez consejos muy puntuales…¡míralos!
Presencia
“El noviazgo es una etapa natural en la vida de todos aquellos que tenemos la vocación al matrimonio. Es una época hermosa, llena de aventura y descubrimiento, sobre todo de nosotros mismos”.
Así explicó el noviazgo Eduardo Sanabria, tanatólogo y consultor católico, quien luego de una experiencia personal se ha dedicado a transmitir a los jóvenes algunas emnseñanzas sobre esta etapa de la vida, con miras a lograr matrimonios que duren toda la vida, como lo anima el propio sacramento.
Al haberse iniciado el llamado mes del Amor y la Amistad, en el que muchos jóvenes y también adultos celebran a la pareja, ya sea que se trate de novio(a), esposa(o), Eduardo explicó que el noviazgo tiene por lo menos dos funciones principales:
Aprender a relacionarnos con las personas del otro sexo, y descubrir si la persona con la que nos relacionamos es una potencial pareja para toda la vida.
“Es muy importante aprender a relacionarnos sentimental, emocional, intelectual y espiritualmente con las personas del sexo opuesto. ¿Por qué? Porque en la medida que aprendamos a comprender, entender, apoyar y ayudar a crecer a las otras personas, aumenta proporcionalmente nuestra propia capacidad de tener una relación única, verdadera y trascendente para toda la vida”, explicó.
Dijo que esta función tiene especial relevancia para los católicos, para quienes el matrimonio es permanente.
En lo que se refiere a la segunda función, afirmó:
“Necesitamos observar a nuestra pareja de una manera objetiva, quitándonos el velo del amor y el apasionamiento, que muy seguido nos ciegan e invitan a querer tener lazos permanentes con personas equivocadas”, dijo para explicar luego que:
“Se necesita más que amor para tener éxito como pareja” y que “el éxito viene a través del trabajo y compatibilidad, tanto espiritual como emocional, del compromiso serio de ambos participantes y mucho más importante que todo esto, de la gracia sacramental y de la inclusión de Dios en todos los aspectos del noviazgo y matrimonio”.
Edad ideal
Eduardo explicó que es difícil determinar a qué edad es más prudente iniciar un noviazgo, pues depende de la madurez de ambos participantes y también de la formación cristiana de cada joven así como de la intuición natural de sus padres, que pueden saber cuándo y de qué manera sus hijos o hijas ya están listos para empezar a incursionar en el ámbito amoroso.
“Puede haber jovencitas que a los 14 años estén listas para tener su novio, pero los jovencitos de 16 que pudieran ser su pareja todavía estén pensando más en los juegos de video que en una relación amorosa”.
Pero el experto también explicó que ciertamente hay diferencias entre los noviazgos de adolescentes, jóvenes y adultos.
“Los jovencitos están más en la primera fase mencionada (aprender a relacionarse con el otro) porque no están en condiciones económicas o emocionales de formar una familia. Los jóvenes ya maduros, pueden empezar ya a evaluar sus posibles parejas, al mismo tiempo que siguen aprendiendo, y los adultos en general, utilizan sus noviazgos como una búsqueda de pareja con intenciones matrimoniales y a largo plazo”.
Buen noviazgo
Al responder sobre las características que debe tener un buen noviazgo, Eduardo citó la siguientes:
* Libertad. No libertinaje, sino de expresión, de amistad y de compañerismo y ayuda del otro.
* Capacidades de comunicación profunda , que los llevarán muy lejos en la vida.
* Apoyo mutuo. “Estar ahí” para el otro en tiempos difíciles.
* Fidelidad y abstinencia, ser confiables en este y en otros aspectos.
* Verdad, no tener secretos para el otro, ni pretender alejar a su pareja de aquello que disfruta.
* Buscar el crecimiento y el logro total del potencial de su pareja aún a veces en contra de sus propios intereses personales.
* Amor profundo, al igual que apasionado, pero basado en el respeto, cariño y apoyo a la otra persona.
De acuerdo al experto, los buenos noviazgos o buenos novios “dan más de lo que esperan recibir”.
“Los noviazgos sanos siempre quieren lo mejor para el otro, no para sí mismos. Frecuentemente dicen frases como “¿Qué puedo hacer para apoyarte/ayudarte?” “¿Qué necesitas?” y “¿Qué puedo hacer para mejorar o enriquecer tu vida?”, dijo para concluir:
“Y como decía el padre Carlos Márquez (qepd), “no esperar de manera por demás insensata, a que el otro te haga feliz”.
Los principales “no” del noviazgo
Eduardo Sanabria ennumeró estos “no” que deben prevalecer en el noviazgo cristiano:
* No relaciones sexuales fuera del matrimonio. Si los novios no se respetan a sí mismos lo suficiente como para esperar a que llegue el sacramento, difícilmente se respetarán cuando ya estén casados.
* Cero tolerancia a la violencia. Sea física, verbal, o emocional. La violencia en un noviazgo solo es un anticipo de lo que vaya a venir en una relación permanente.
* No celos. Los celos son inseguridad en uno mismo, y no un reflejo de la conducta del otro. Producen muchísimos conflictos en las parejas, y no tiene una finalidad o utilidad práctica.
* No posesividad. El noviazgo debe ser llevado a cabo en libertad, porque dos aves atadas podrán siempre estar juntas, pero no van a poder volar.
¿Cómo saber cuál es la persona ideal para el matrimonio?
Para responder a esta pregunta, Eduardo Sanabria compartió los consejos del Dr. Neil Clark Warren, quien en su libro “Como hallar el Amor de tu Vida” presenta estos 10 principios:
- Elimina las 7 causas más frecuentes de la elección defectuosa de tu pareja, que son:
La decisión de casarse demasiado rápido. Casarse demasiado joven. Uno de los dos (o los dos) están demasiado ansiosos por casarse. Casarse para complacer a otras personas. Cuando se tiene poca experiencia para tomar decisiones objetivas. Cuando hay expectativas poco realísticas.
Cuando uno de los dos tiene problemas de conducta no atendidos.
- Desarrolla una imagen clara (conoce a fondo) a tu potencial cónyuge.
Es difícil conocer al otro si no sabemos quiénes somos. Esto lleva tiempo, esfuerzo y estudio. Es bueno saber cómo tu futuro esposo/a reacciona ante las pruebas de la vida: Muerte de un ser querido, no tener empleo, dificultades económicas, etc.
- Busca a una pareja que sea muy parecida a ti. En general, mientras más parecidos sean, sobre todo en materia espiritual, los contrayentes aumentan sus probabilidades de éxito.
- Asegúrate de que los dos estén saludables antes de casarse. La salud emocional y física son indispensables para esto. (Aquí mi regla personal es: Lo que recibas de novia/o lo recibirás de esposo/a pero a lo ‘bruto’).
- Encuentra un amor que puedas sentir profundamente, y exprésalo con cuidado. Muchos matrimonios mueren de sed, al no expresar sus sentimientos afectivos uno de los cónyuges (o los dos).
- Permite que el amor apasionado madure antes de casarte. El puro apasionamiento no es razón suficiente para un matrimonio, porque su naturaleza es efímera y evoluciona al paso del tiempo.
- Domina el arte de la intimidad. De la intimidad emocional, no corporal. Los novios y potenciales esposos deben tener la capacidad de confiarse todo, sin rechazos ni aspavientos de sus parejas como consecuencia. Joven: si quieres saber con quién estás, empieza a hablar de todo con tu pareja (hijos, fe, familiares, economía, fidelidad, etc.) ¡YA!
- Aprende a resolver conflictos en el amor. La base del éxito conyugal es la capacidad de los dos de adaptarse y encontrar soluciones a los problemas que se presentan.
- No sigas adelante, a menos de que puedas hacer un compromiso para toda la vida. El compromiso católico es de por vida, y el vínculo no puede deshacerse fácilmente. Si el noviazgo es muy joven, y se están conociendo, está bien, pero llegados a la madurez es necesario no perder el tiempo ni perder el del otro si esa relación no va a culminar en el matrimonio.
- Cásate sólo si tienes el apoyo total de familiares y amigos. Este punto es clave. Tus amigos y familiares ven e intuyen cosas que pueden ser peligrosas a largo plazo. Citando el Libro de Proverbios 15:22: “Por falta de deliberación, fracasan los planes, con muchos consejeros, se llevan a cabo.”.
Y considera las razones correctas (en materia de Desarrollo Humano) para casarse: Para conocerme a mí mismo, para seguir creciendo como persona. Para aprender a amar.