Ana María Ibarra
Convencida de que la muerte es la graduación de la vida y un momento difícil para la familia, Isabel Urzúa tiene todo listo para sus servicios funerarios desde hace varios años ya que, como enfermera y tanatóloga, sabe lo importante que es no dejar a los familiares la preocupación de lidiar no solo con el dolor, sino también con los trámites y gastos funerarios.
Enfermera y tanatóloga
Ma. Isabel Urzúa es enfermera de profesión, jubilada del IMSS hace 20 años, además es tanatóloga desde hace 22 años, colaboradora del Centro Familiar para la Integración y Crecimiento (CFIC) desde 2013. También lleva muchos años atendiendo a enfermos de VIH en la Tenda di Cristo.
“Definitivamente todo ese caminar cerca de las personas que por alguna circunstancia enferman o mueren, es de mucha enseñanza. Si no hubiese sido enfermera y no hubiera transitado por el camino de los enfermos de VIH que murieron de SIDA, no hubiera pensado en qué más dar a las familias”, dijo refiriéndose al momento en que decidió ser tanatóloga.
Isabel explicó que cuando una persona fallece, quienes importan son los dolientes, pues muchas veces se enfrentan a desacuerdos o resentimientos.
«Es un cúmulo de cosas. Aun con todo lo que hemos vivido en Ciudad Juárez, desde el 2000 a la fecha, no consideramos la importancia de la prevención de los servicios funerarios. En CFIC se ha dado mucha importancia a este aspecto cuando un tanatólogo acompaña a un enfermo y así podamos apoyarlo cuando él o la familia solicite sugerencias para el servicio funerario”, señaló la enfermera.
Isabel dijo que algunos enfermos en etapa terminal le han pedido que les investigue sobre trámites funerarios, porque saben que sus familiares no querrán hacerlo.
«Con el hecho de negarse no evitarán que llegue la muerte a su familiar. Es muy gratificante cuando me dicen que ya solicitaron su servicio. Conocer los tipos de servicio que ofrecen las funerarias es un aspecto del apoyo de los tanatólogos, ya que podemos ayudar con esa información a los enfermos”, mencionó la entrevistada.
Preparativos necesarios
Como ejemplo, Isabel señaló que antes del nacimiento de un hijo, la madre se prepara para recibirlo, así como también se prepara una fiesta de quince años o una boda. También para la muerte debe haber una preparación, dijo.
“La graduación de la vida es la muerte. Nosotros nos graduamos de la vida y no nos preparamos. Siempre les pregunto ¿cómo te puedes graduar? Esa es la última presentación en público. Estas palabras generan cierta reflexión”, afirmó.
Lo primero que se debe hacer, añadió Isabel, es apartar un paquete funerario, no importa que sea el más básico, y ya con el tiempo se puede ir cambiando.
“Del 2001 al 2003 terminé mi primer diplomado de tanatología. Mi primera acción fue buscar y comprar a futuro mis servicios funerarios. El VIH me ha enseñado mucho, ser enfermera, también, el cáncer me lo ha confirmado”, declaró.
Para Isabel ha sido muy triste ver personas boteando en las esquinas, pidiendo dinero para el funeral de un ser querido.
“Me tocó ver en el Hospital General a personas que no tenían dinero para el funeral y me tocó ir a las funerarias a pedir favores y me dejaban los servicios a costo mínimo para personas que fallecían de VIH. Todo eso fue un aprendizaje”, expresó.
Lidiar con la muerte
Cuando Isabel decidió dedicarse a atender enfermos de VIH, se sentó a platicar con sus hijos quedando en el acuerdo de que, si se llegaba a infectar, se los informaría inmediatamente.
“Fui quien decidió estar en ese servicio y no me gusta usar guantes. Al personal les demostré que el peor obstáculo es el miedo. Si se maneja apropiadamente toda la técnica, no hay riesgo. Yo puncionaba y no había sangre derramada, y si me pincho, aunque me ponga guantes me va a atravesar la aguja”, comentó Isabel.
En el 2016 Isabel tenía ciertas sospechas de estar enferma de cáncer, y fue en el 2017 cuando le confirmaron el diagnóstico.
«Fue en el mes de prevención del cáncer de mama cuando les dije a mis hijos de mi enfermedad. Tengo IMSS, pero me atendí con un médico cirujano plástico. Hizo la biopsia y se mandaron a hacer estudios, se gastó mucho, pero esperarme al IMSS no era posible”, señaló.
El diagnóstico indicaba que el mal estaba muy avanzado. El médico sugirió cirugía para quitarle la mama y después estaría bien. Isabel sabía que no era del todo cierto.
“Al final me sentí inconforme con el médico, lo que quería era vender sus implantes. Encontré una oncóloga y le dije que era asegurada del IMSS y que no podía estar pagando todo el tratamiento. Me puso un catéter y me hicieron la cirugía por fuera, estaba con gente que hacía su mejor esfuerzo”, afirmó.
Su tratamiento
El primero ciclo de quimios, explicó la enfermera, le bajó los niveles de la inflamación, la infección y permitió que, al estar comprimido el cáncer, se pudiera intervenir quirúrgicamente.
«Me quitó varios ganglios linfáticos, recibí radioterapia, y quimio dos veces más. Perdí mi cabello cuatro veces y sigo con quimio, pero estoy aquí”, celebró.
Al comprar los primeros servicios funerarios no hubo más información para sus hijos, ya que solo había el riesgo del VIH, pero ya con un diagnóstico de cáncer las cosas eran diferentes. “Por las estadísticas y los riesgos, se sabe que el cáncer ya es más serio. Les dije a mis hijos, a mis nietos, y fui hasta Ensenada, Baja California a decirle a mi hija, porque ella no hablaba de la muerte y para mí era necesario que la plática fuera frente a frente. El año pasado mis nietos aprendieron a hacer tamales, porque les dije que ni pensaran que iba a venir después de muerta a dar sesiones”, dijo entre risas.
Un evento importante
Para Isabel, prepararse para la propia muerte es esencial ya que, dijo, se trata de un evento importante.
«Hablar de muerte no es algo extraordinario, todos vamos a morir, la diferencia es cómo vamos a morir. Se debe hablar con la familia sobre qué servicios funerarios quiero. Elegir si quiero que me pongan en la capilla de velación o qué tipo de música deseo que me pongan”.
Al principio Isabel pensó en ser velada con su uniforme de enfermera, pero con
el tiempo se dio cuenta que el uniforme es un traje con el que se representa socialmente.
«Me quiero ir como Isabel. Compré un vestido de algodón, artesanal, hice una restructuración en los servicios funerarios y en este momento los estoy pagando”, compartió.
E insistió en que hay que ver la muerte como “la graduación” de la vida.
“El ser humano viene, cumple una misión y muere. Lo importante es hablar de un final, de una graduación de la vida, el primer actor de esta película somos nosotros y hay que prevenir, comprar servicios funerarios con tiempo y así podemos irnos en paz y tranquilos”.
Prepararse para la muerte:
Aceptar la muerte como parte de la vida
Considerar las cuestiones espirituales (confesarse, comulgar)
Dejar los asuntos en orden
Hacer las paces con lo inevitable
Elegir la forma en que se quiere ser recordado
Decidir rituales se quiere que se hagan para recordarlo
Prever disposiciones sobre el entierro
Redactar un testamento vital
Resolver miedos paralizantes
Satisfacer la necesidad de despedirse