Ana María Ibarra
Llegan las fiestas navideñas y los recuerdos de los seres queridos que han partido suelen llenar los hogares de tristeza, opacando el sentido de la Navidad, que es celebrar el Nacimiento de Jesús.
Para vivir éstas fechas con una buena actitud, no se requiere negar las emociones y sentimientos, al contrario, se deben vivir recordando al ser querido con la fe y la esperanza que se encuentra en la presencia del Señor.
Así lo explicaron Silvia Aguirre y Altagracia Estupiñan, tanatólogas del Centro Familiar para la Integración y Crecimiento (CFIC).
Tiempo de resignificar
Después de una pérdida humana, esta época del año permite a la persona ir hacia adentro de sí misma para darse cuenta del significado que tiene esta fiesta de Navidad para sí misma y el impacto que tiene el que su familiar ya no esté para celebrar juntos.
“Es una oportunidad para darnos cuenta del nivel de sanación que tenemos. Es un reconocer en qué etapa del duelo estoy. Si estoy en la culpa, en la época de Navidad se recrudece mi culpa y me va a recordar las cosas que me hubiera gustado hacer. Se vienen sobre mí todos los “hubieras” o “deberías”, explicó Altagracia.
Así, lo que para unos puede ser enfrentar dolorosamente esa ausencia, para otros es una oportunidad de reconocer cómo se encuentra personalmente en función de esa pérdida.
“He tenido muchas pérdidas, mi padre, mi hermano, mi hermana en menos de un año. Estas pérdidas ¿las he trabajado, las he asimilado, me quedé en paz con mi padre, con mi hermano y con mi hermana?… este tiempo es una oportunidad para resignificar la presencia de ellos en mi vida”, abundó la experta poniendo de ejemplo sus experiencias de duelo.
“En nuestra familia siempre hacemos presente a mi papá y a mis hermanos, dejamos una silla destinada para cada uno de ellos. Es para sentir que están ahí con nosotros, es hacerlos presentes con todo lo que aportaban a nuestra familia”, agregó.
Vivir las emociones…y fluir
Altagracia dijo que en el proceso del duelo en cualquier época del año o circunstancia de la vida, lo más importante es que la persona en duelo “fluya”.
“Antes si las personas estaban en luto se debían vestir de negro, no se podía escuchar música ni ver televisión, era un momento para ir hacia dentro sin distractores, pero por otra parte existía la obligación que, si estas de luto, tienes que estar triste y no necesariamente es así”, señaló.
Añadió que si aún en la pérdida alguien se encuentra feliz con su fe puesta en la vida eterna, puede estar feliz.
“Si creemos que el amor es eterno, el que una persona haya muerto no quiere decir que el amor se acabó, siempre estará ahí. Mi mamá, por ejemplo, me dio una gran enseñanza, el día del sepelio de mi padre, se sentía feliz de tenernos a su lado, hizo una fiesta mexicana. A todos en mi familia nos gusta la música, y recordamos a mi papá cantando lo que a él le gustaba cantar”, compartió.
Altagracia dijo haberse sentido contenta de ver a su mamá “fluir”.
“Se trata simplemente de fluir, es decir, dejar que fluyan tus sentimientos y tus emociones, si estás feliz ¡estar feliz! y si te sientes triste, estar triste, y así honrar esa emoción”, recomendó.
La primera Navidad sin…
Vivir la primera Navidad sin el ser querido siempre será difícil, aseguraron las entrevistadas.
“Estamos condicionados a centrarnos en la ausencia y más se recrudece cuando no tenemos bien cerrado el duelo, cuando nos quedamos con culpas, con la necesidad de pedir perdón, con resentimientos…eso hace que sea todavía más difícil”, señaló Altagracia.
Agregó que, si la pérdida ocurrió uno o dos meses antes de la Navidad, la persona estará muy triste, por lo que es necesario el acompañamiento, sabiendo que cada persona vive su duelo diferente.
“En los procesos de duelo tiene que ver el tipo de pérdida, el vínculo, ahora sí que cada persona lo vive de distinta manera”, resaltó.
Por su parte, Silvia indicó que familiares y amigos pueden ayudar en este proceso acompañando de manera amorosa, comprensiva, aceptando y validando los sentimientos de cada uno.
“Estar presente, ese es regalo más grande, acompañar amorosamente a la persona en donde esté, con la emoción que tiene, con el sentimiento que tiene”, aconsejó Silvia.
Fe y gratitud
Silvia Aguirre recordó que esta temporada Navideña da la oportunidad de ejercitar la fe, especialmente ante la pérdida.
“Cuando perdemos un ser querido y estamos muy vinculados a él, es normal que suframos en esta época, a eso se le llama ‘duelo estacionario’, pero hay que ejercitar la fe, confiar que la persona está en los brazos del Padre, descansando y teniendo todo el amor que él o ella necesita. Esa es una experiencia de fe”, afirmó.
En segundo
lugar, dijo, está la gratitud, pues la Navidad es una oportunidad de darle su lugar al ser querido que ha partido.
“Es una oportunidad de sentarnos a la mesa, de compartir los alimentos, de cantar en el pesebre, de vivir los rituales navideños además de la Eucaristía y de darle su lugar a la persona recordándolo, agradeciendo a Dios por todo lo que nos dejó, por lo que nos dio”, expresó.
Y agregó: “Es momento de recordar y agradecer a Dios por la vida y el amor que nos dieron nuestros seres queridos y enseñarles eso a los niños”.
Cuando las personas tienen duelos recientes, con circunstancias inesperadas, necesita un espacio para expresar lo que sienten.
“Las personas que se encuentran en duelo, que se sienten sin esperanza o en depresión, necesitan pedir ayuda, expresar lo que sienten y sentirse acompañadas en una comunidad que no juzga, que ama y acompaña. Aquí les podemos ayudar”, finalizó.
Qué hacer con los niños
El significado de la Navidad para los católicos representa unión y paz, y es necesario promover esa unión y esa paz en la familia.
“Es el principal elemento que debe acompañar a los niños en un duelo. Si los niños ven a su familia unida, cantando en el pesebre, yendo a la iglesia y celebrando la Navidad, los niños aprenderán que eso es lo importante. No se les debe impedir que vivan su duelo, porque tienen derecho a llorar y expresar sus sentimientos”, dijo por su parte Silvia, directora de CFIC.
Agregó que es importante escucharlos, dejar que vivan su duelo, que lo expresen, pero sobre todo acompañarlos en este proceso a través de la unión familiar.
“Que sepan que no están solos, porque luego los chiquitos les da por pensar que, si se murió su abuelita, se puede morir la mamá. Esas son las crisis de los niños, pensar que se pueden quedar solos y tienen miedo de eso”, alertó.
Dijo que hay que enseñar a los niños que por naturaleza todos tenemos que partir, sin embargo, también deben saber que, si falta mamá, papá o algún ser muy querido, siempre estará la Sagrada Familia a su lado: Jesús, María y José.
“Es una oportunidad para enseñarles a los niños y permitirles que expresen todo lo que piensan y todo lo que siente, no reprimirlos”, resaltó Silvia.
“Si el niño tiene miedo, validar ese miedo, no negarlo ni prohibirlo. Lo mejor es decirles que está bien, que tienen derecho a sentir lo que sienten, inclusive si están enojados. Hay quien estando en duelo puede sentir coraje con Dios y es parte de la naturaleza humana. Los sentimientos no son ni buenos ni malos, sólo se sienten”, finalizó Altagracia.