Ana María Ibarra/ Diana Adriano
Saber que Jesús no se quedó en la tumba, sino que resucitó como lo había prometido, es la base de la fe cristiana.
Como se sabe, la alegría de la Resurrección del Señor que se vive el Domingo de Pascua, no queda en un solo día, sino que se prolonga durante cincuenta días en lo que se conoce como Tiempo Pascual, el cual concluye con la fiesta de Pentecostés.
Para vivir este tiempo litúrgico con mayor plenitud, consultamos a algunos sacerdotes de la diócesis algunos consejos para vivir este tiempo de Pascua.
Aquí los presentamos:
- Considerar que nuestra vida en Cristo Resucitado es un don que el Padre nos ha ofrecido para que vivamos continuamente la esperanza de alcanzar la vida eterna con Él. Y esto se da en poder dar a los hermanos esta buena noticia con nuestro testimonio de servicio, si es posible, a aquellos que vemos que viven en situaciones tristes, que parecen no tener esperanza.
- Tener un calendario para poder hacer oración en comunidad a Jesús Sacramentado, el don que Cristo nos dejó como memorial de su Pasión, Muerte y Resurrección, y que de ahí se den pasos concretos de servicio, como la misión con un sentido Pascual (kerygma) al estilo de la predicación de Pedro en Pentecostés.
Pbro. Jaime Melchor, Formador del Seminario
3.Hacer sobremesa: Según el evangelio de Lucas, en el capítulo 24, los discípulos de Emaús descubren quién realmente está cenando con ellos, a partir de los gestos del hasta entonces extraño peregrino, identificado por su particular manera de partir el pan. La sobremesa, especialmente los domingos de Pascua, es una oportunidad para platicar nuestras esperanzas en familia y si hay un invitado inusual ¡Pues mejor!
4.Visitar la Casa del Migrante junto con otro amigo. Jesús se revela así en el evangelio de Mateo, capítulo 25: fui forastero y me hospedaste y, por tanto, allí está hospedado Jesús peregrino, vivo, en el rostro de hermanos con otras esperanzas que no comprendemos. Convendría llevar unas tortas de colitas de pavo o unas buenas pizzas con su Pepsi, Coca cola o Peñafiel, para compartir con ellos una tarde y, también allí, reconocer en sus gestos sufrientes y parcas pláticas, la vida de los peregrinos cara a cara, no por la tele.
Pbro. Istibal Valenzuela, vicario de la parroquia Dios Padre.
5.Vivir la alegría en lo cotidiano. Se puede vivir la alegría a través de alguna canción, alguna lectura, la escritura, ver una película con mensaje positivo con valores. Todo lo que nos invite a una mejor vida, a un mejor crecimiento humano y familiar. Ahorita hay muchos medios para poder hacerlo. Lo que nos ayude a vivir esa alegría de la Pascua.
6.Hacer actividades en comunidad o en familia. Actividades que ayuden a la comunidad a vivir los valores y que vayan dirigidos en beneficio hacia los demás, y logre fomentar siempre el crecimiento y la unidad. En el ambiente familiar, organizar encuentros y actividades para juntos celebrar la alegría de la Pascua. Tanto en la familia como en la comunidad, hay dificultades, pero si somos responsables unos con otros, se irá avanzando.
Pbro. Gary Eduardo Reyes, párroco de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en Porvenir, D.B.
- Invocar al Espíritu Santo cada día ya sea con alguna jaculatoria o incluso cantando el Veni Creator
- Rezar a María: que como los discípulos perseveramos en la oración junto con María, podemos rezar El Rosario e incluir el Regina Caeli.
- Cultivar nuestra oración personal con Jesús, puede ser en silencio y en contemplación de la Eucaristía, pero lo importante es fortalecer esa relación personal con Jesús.
Pbro. Víctor Ortega/ Vicario de San Judas Tadeo
Otras sugerencias
- Al contrario que Santo Tomás, no exijas pruebas para creer. En todo caso pídele al Señor «creer para tener fe». No siempre las sensaciones son verdad y, a veces, lo oculto nos lleva a realidades superiores. Ten misericordia de los que te piden un margen de confianza.
- Como los de Emaús ponte en camino pero, al contrario que ellos, no pierdas la esperanza. No pienses en aquello de «los tiempos pasados fueron mejores». El Señor camina junto a nosotros iluminando nuestro presente y nuestro futuro. Ten misericordia de los que quieren ir junto a ti y, tal vez, los dejas de lado.
- Como María alégrate por la resurrección de Cristo. Recuerda que, lo que dices y haces, es un espejo de la fe que dices tener por dentro. Ten misericordia de los tristes y, con palabras y obras, que seas un payaso divino que anime tantas noches oscuras de personas sin norte ni destino. Ten misericordia de los corazones atravesados por diversas circunstancias que producen ansiedad o desasosiego.
- Como las Santas Mujeres proclama, en este tiempo, que merece la pena ser cristiano. No te escondas, como lo hace la muerte, detrás de las losas de piedra. Sé valiente y –donde quiera que te encuentres- sé altavoz del amor divino y de la presencia de un Cristo resucitado. Ten misericordia de aquellos que nunca han oído hablar de Dios o, incluso, de aquellos a los cuales les molesta el escuchar su nombre.
- Como los primeros cristianos no vivas sin la Misa de los domingos. El secreto de los grandes hombres no está precisamente en ser fuertes sino en buscar aquello que nos hace invencibles. La Eucaristía, la oración y la caridad van de la mano. El domingo es el reconstituyente y el punto de referencia de nuestra vida cristiana. Ten misericordia de un Señor que baja al altar por ti, que habla en la Palabra para ti y que abre su oído en ti.
- Así como Dios se ofrece por y para nosotros sin ahorrar nada también nosotros tenemos una obligación moral de lanzarnos al mundo de las injusticias, falsedades, mentiras y tibiezas. Ten misericordia de las personas que padecen deslealtades, injurias, verdades a medias o que están clavadas en la suavidad del todo vale.
- No pidas a Dios que te evite la cruz sino, en todo caso, que te dé fuerza para llevarla y luz para no confundirte cuando la soportas en tu camino. Ten misericordia de aquellas personas que no saben cómo llevar adelante sus problemas. El silencio no siempre es bueno. De vez en cuando hay que hablar y, sobre todo, arrimar el hombro para que la resurrección sea posible en aquellos que sólo ven muerte.
- No pierdas la alegría ni el optimismo. La alegría es el traje del cristiano. De aquel que ha encontrado a Jesús y siente que, por dentro, hay mil razones para sonreír. No olvides de ejercer la misericordia de tu buen humor como cualidad de tu amor por los demás. A veces, una buena cara, distiende situaciones, acerca posturas y sana heridas.
- Proclama de palabra, sentimiento y obra que la fe no es algo privado. Que en el ámbito de lo público también se necesitan otro tipo de mensajes como son el perdón, la fraternidad, el futuro, el cielo o la eternidad. Que tu misericordia sea algo tan sencillo como abrir tu corazón en aquellas situaciones que reclamen esperanza.