Presencia
La sociedad mexicana se cimbró durante la pasada Semana Santa, al conocer el caso de una niña de 8 años de edad, Camila, quien fue secuestrada y asesinada en Taxco, Guerrero, mientras que los presuntos responsables fueron linchados por vecinos de la familia de la víctima y una mujer falleció debido a estos hechos.
La información conmocionó a la opinión pública, que hoy lamenta los mínimos avances en la erradicación de violencias en contra de mujeres, niñas y adolescentes.
Por ello la pregunta de esta semana es:
¿Qué lecciones debemos tomar como sociedad del caso de la niña Camila ocurrido en Taxco, Guerrero?
En los últimos días, México ha sido sacudido por un suceso que ha dejado una profunda huella en nuestros corazones: el trágico feminicidio de Camila en Taxco. Este caso, más que un incidente aislado, ha puesto de manifiesto la dolorosa realidad de la violencia que aún persiste en nuestras calles y, lo que es aún más alarmante, la fractura en el tejido social que nos rodea.
Duele profundamente que haya tenido que ocurrir una tragedia como esta para que nos detengamos a reflexionar sobre el estado de nuestra sociedad. ¿Cuántas Camilas más necesitamos para despertar y tomar acción? Este caso nos llama a todas y todos a examinar nuestras conciencias y a comprometernos activamente en la construcción de una cultura de paz y respeto.
Las y los católicos no podemos permanecer indiferentes ante esta situación. Es nuestro deber moral levantar nuestra voz en favor de la justicia, la paz y la protección de los más vulnerables. Cada vida perdida, especialmente la de una niña como Camila, nos recuerda la urgencia de trabajar incansablemente por un mundo donde la dignidad humana sea respetada en todo momento y en todas partes.
Recordemos que las niñas y niños son el presente y futuro de nuestra sociedad y, por ende, son responsabilidad de todas las personas. Debemos trabajar juntos para crear un entorno seguro y amoroso donde puedan crecer y desarrollarse plenamente, lejos del peligro y la violencia.
Además, el caso de Camila nos confronta con la urgencia de abordar la fractura en nuestro tejido social. El linchamiento público que siguió al feminicidio revela una sociedad dividida, donde la justicia por mano propia parece ser una respuesta aceptable ante la impunidad y la falta de confianza en las instituciones. Esto nos llama a reflexionar sobre la importancia de fortalecer los lazos comunitarios y promover una cultura de respeto y solidaridad.
En estos momentos de dolor y reflexión, elevemos nuestras oraciones por Camila y por todas las víctimas de la violencia. Que encontremos en nuestra fe la fuerza y la inspiración necesarias para seguir adelante y para ser agentes de cambio en un mundo que tanto lo necesita.
Rosella Yamada/ Psicóloga especialista en niñez y adolescencia
La lamentable situación que se vivió recientemente del asesinato de la niña Camila nos deja muchos aprendizajes. Es importante para los padres de familia conocer muy bien con quien se relacionan sus hijos, desafortunadamente no podemos confiar en la primera impresión o en el hecho que vivan cerca de nosotros o vayan a la misma escuela o centro de trabajo. En este caso, personas conocidas fueron quienes asesinaron a la niña. Hay que poner atención a donde van y con quien, evitar que los niños salgan solos. Algo que podemos hacer es promover que se reúnan en espacios públicos como parques o plazas comerciales y no en casas particulares. Otro aprendizaje es en cuanto a las autoridades y la desconfianza y enojo que siente la ciudadanía, esto no justifica el hacer justicia por mano propia. Desafortunadamente ante la impotencia de los afectados por la falta de respuesta, actuaron de una manera inapropiada que provocó la muerte de una persona. Educar a nuestros hijos con valores y priorizar su seguridad es a lo como padres de familia nos debemos avocar. Es nuestra responsabilidad cuidarlos y que crezcan en un entorno sano.
María Mercado/ Docente y catequista
Es lamentable y profundamente triste la situación sobre el asesinato de Camila y lo que sucedió después en Taxco. En primer lugar es de suma importancia estar al pendiente de nuestros niños, debemos estar no solo al pendiente de su seguridad física, debemos cuidar de su salud emocional, su inocencia, y fomentar en ellos una vida espiritual. El abuso a un menor puede ocurrir en cualquier momento y de la persona menos esperada, como dato: de las mujeres de 15 años y más que recibieron alguna agresión sexual durante su infancia, el 20.8% fue de un tio, el 17.4% de un primo, y el 15.8% de un no familiar, (conocido o vecino). Esto según el reporte de prensa 706 del INEGI.
Por otro lado, es también importante hablar de la justicia: en el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, nos dice que la justicia es: “la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido”. Lo debido para las personas que asesinaron a Camila, es enfrentarse a un proceso legal, donde de encontrarse culpables se dicte una sentencia. Lamentablemente la confianza en las autoridades en este sentido se ha desvanecido a través de los años, y en muchos lugares del país, ha dado como resultado que los ciudadanos, ante el hartazgo y también ante una oportunidad de ver y ejercer violencia en un contexto “justificado”, linchen a supuestos criminales para tomar la justicia en manos propias, como en este caso donde una mujer también fue asesinada. El buscar la justicia es saber también que debemos ajustarnos a la legalidad, como lo comentó la madre de Camila en una entrevista sobre lo sucedido al decir que ella no quería eso para la mujer que fue linchada.
Retomando el tema de las autoridades, es increíble cómo en los diferentes niveles de gobierno se omite la responsabilidad, se nota la ausencia de un Estado de derecho en el país. Resalta la insensibilidad con la que se trata el tema, la ineficiencia, y la indiferencia de incluso los agentes de policía presentes en el linchamiento. Esta situación no sucedió “de repente” hubo una deliberada desatención de la situación que terminó de manera desastrosa. Nuestro papel como ciudadanos es tomar acción al respecto, y aunque estemos lejos de Taxco, sí podemos hacer algo al respecto, podemos participar en el proceso electoral del 2 de junio, pero sin dejarnos llevar por modas o ideologías: con un voto consciente e informado. Estos casos de violencia no solo suceden en ciudades lejanas como Taxco, este 2 de abril fue encontrado el cuerpo de Sayra Esmeralda en esta ciudad en un camino de terracería a un kilómetro de la termoeléctrica. Sayra, al igual que Camila, fue muerta por asfixia.
Como resultado de esta situación queda una mujer linchada, dos hombres golpeados por la población, autoridades que se deslindan de la responsabilidad en medio de campañas electorales, y lo más triste: el asesinato de una niña inocente. Y en esta frontera el asesinato de Sayra. Para concluir me gustaría cerrar como termina el Compendio: “La paz es fruto de la justicia”. Pedimos a Dios por las familias de las personas asesinadas, por nuestras autoridades y especialmente por Camila y Sayra.
Luis Felipe Pérez/Grupo Caridad y Verdad
En días pasados volvió a ser noticia nacional la violencia contra los menores en México, desgraciadamente en esta ocasión en Taxco, Guerrero.
Después de la inocente vida perdida, lo lamentable de esta situación son los factores que se encuentran alrededor de ello. Me refiero al impacto que esto ocasiona a la sociedad en general, así como la responsabilidad de algunas personas cercanas (los culpables e involucrados).
Vale la pena volver a cuestionarnos los factores: los “Valores” y la “educación”. Muchos sectores de la sociedad continúan pensando que parte de la modernidad de nuestros tiempos, implica que la educación sea libre y basada en la carencia de valores “tradicionales”. El primer paso fue sacar la fe del sector educativo (Educación Laica), lo cual es un factor positivo si se trata como una decisión libre y no como una imposición, pero llevarlo en sus inicios a un nivel obligatoria (sacarla de las escuelas), hizo que esta corriente se fuera con fuerza contra todos estos aspectos y después continúo olvidándose de los valores, al grado de verlos como “antiguos”.
En nuestros días podemos ver que estas actitudes se traducen en falta de empatía, desinterés de los unos por los otros, falta de sensibilidad ante el dolor ajeno y desgraciadamente en este caso que ha estremecido a la opinión pública, podemos encontrar todas estas manifestaciones juntas.
Como cristianos debemos aumentar nuestra intercesión por todas aquellas personas que no conocen a Dios y hacen daño a los demás, pero también por aquellas personas que aun conociendo a Dios cometemos el delito de “omisión” que, por no querernos involucrar, por prudencia o por egoísmo, no nos involucramos en lo que sucede a nuestro alrededor. Pero no debemos dejar pasar que es necesario una reestructuración de nuestra sociedad, empezando por la educación y el testimonio, quienes tenemos a nuestro alcance a los niños, adolescentes y jóvenes, debemos intensificar el trabajo pastoral y social con ellos, volviendo a los fundamentos cristianos como lo son la “caridad” y la “misericordia”. Ya que el día de mañana, ellos serán los que llenen los titulares de los noticieros de nuestro país: instauramos valores humanos y cristianos en ellos para que esas noticias sean positivas o continuamos por el mismo rumbo y los resultados nunca cambiaran. ¿Qué futuro queremos?
Psic. Jesús Cruz/ Ministerio JABES/ Congreso Infantil Diocesano