Ana María Ibarra
Confiados en la protección de Dios y llenos de amor a su compromiso como discípulos misioneros, 200 servidores de la parroquia Dios Padre salieron a las calles del sector parroquial el pasado 13 de agosto movidos por el Espíritu Santo y acompañados de su párroco, el padre Jorge Iglesias, para llevar amor y esperanza a las familias.
Esta misión se realizó tres días después del llamado “jueves negro”, en el que perdieron la vida once personas, y por lo cual la comunidad se mantuvo en oración.
Ir por los alejados
La misión se llevó a cabo después de que los misioneros se prepararon con un tema impartido por Cecy y Pepe Medrano, quienes reflexionaron algunos aspectos y actitudes que debe tener todo misionero.
Servir libremente sin ningún interés, ser mensajeros de paz, ser médico ante las enfermedades del alma, salir de la propia comodidad, ser una Iglesia en salida, fueron algunos de estos aspectos.
“Hay que ir por aquellos bautizados que se han alejado de la Iglesia. Eres un entusiasmado, lleno de Dios y tienes esa oportunidad de dar lo que tienes. Si eres templo vivo de Dios, estás lleno de Dios”, expresaron los predicadores.
Después de la reflexión, los misioneros recibieron algunas instrucciones para el momento de la misión, y el principal consejo de su párroco: oración y Eucaristía diarias.
Vencieron el miedo
Con una misa de envío y la imposición de la cruz misionera, el padre Jorge motivó a sus ovejas a salir a las calles, aún en medio del temor que se sintió en la comunidad por los hechos violentos del “jueves negro”.
“Pidamos al Señor que sea fuente insustituible de amor, que nos sintamos protegidos. Hay otras cosas peores que matan el alma”, dijo el sacerdote al iniciar la celebración.
“Estamos en las manos de Jesús. Que esta palabra resuene en su mente y en su corazón. Hoy, nuestra sola presencia en las calles de nuestro territorio parroquial, donde muchos estarán agobiados, es signo de que nuestra vida le pertenece a Dios”, añadió.
Sin dejar de expresar su temor como responsable de la comunidad, el párroco dijo que la misión en tiempos de oscuridad es un ejercicio de confianza.
Nada los detuvo
Después de la homilía, el párroco impuso las cruces a los misioneros, quienes salieron en procesión junto a la comunidad, llevando al frente el Santísimo Sacramento.
Conforme avanzó la procesión, los misioneros se fueron dispersando rumbo a sus sectores de misión. Mientras, el padre Jorge acompañado por el padre Víctor Vega y las hermanas Oblatas de Santa Martha y un grupo de laicos recorrieron el territorio parroquial alabando a Dios y leyendo algunas citas bíblicas.
Conmovidas, las familias salían de sus hogares para arrodillarse y santiguarse delante de Jesús Sacramentado, recibiendo la bendición del sacerdote.
Ni el panorama que proyectaban las calles vacías, los negocios cerrados, ni la lluvia que azotó, detuvieron la misión y las familias recibieron un mensaje de paz y esperanza que tranquilizó su corazón.
Concluida la misión, los misioneros se reunieron en el atrio de la parroquia donde compartieron conmovidos y llenos de alegría la experiencia vivida.