Diana Adriano
Entusiasmo, espiritualidad y color marcaron la tradicional Marcha Misionera, conclusiva del Congreso de la Infancia y Adolescencia Misionera realizado en la Diócesis de Ciudad Juárez, con la participación de cientos de niños y adolescentes.
En una expresión vibrante de su fe y compromiso con la misión, los menores y sus acompañantes se reunieron desde temprano frente a la parroquia Nuestra Señora del Pilar, en Zaragoza, punto que se marcó para la salida.
El contingente recorrió la calle Ramon Rayón para doblar en la Avenida Waterfill y seguir por la calle que lleva hasta el Salón de Eventos Anitas, donde culminaron las actividades del CONIAM.
Unidad y comunión
Ataviados con vestimentas de los cinco colores misioneros -que simbolizan a los cinco continentes-, los niños marcharon agitando banderas y portando carteles con el nombre de sus diócesis de origen. En medio de cantos alegres dedicados a Dios, acompañados por aplausos y sonrisas, la marcha se convirtió en una verdadera celebración de la unidad y comunión de la Iglesia.
Sacerdotes, religiosas, padres de familia y catequistas también se sumaron a la caminata, que representó, para muchos de ellos, una oportunidad única para compartir la fe y vivir la misión más allá de sus territorios.
Recibimiento
A su llegada al Salón de convenciones, el obispo José Guadalupe Torres Campos y el Nuncio Apostólico, Monseñor Joseph Spiteri, recibieron a los peregrinos-misioneros.
A la frase del obispo “Sean todos bienvenidos” los niños respondieron con un fuerte grito de entusiasmo: “¡Sí se pudo! ¡Se ve, se siente, el Nuncio está presente!” gritaron, reflejando el espíritu de unidad y alegría característicos del congreso desde su inicio.
Posteriormente, el Nuncio Apostólico saludó:
“Buenos días a todos. Vamos a entrar con entusiasmo para vivir el cierre de congreso. Vamos a clausurarlo con alegría, unidos en el amor del Señor, que está con todos nosotros”.
Y así todos entraron para comenzar la misa conclusiva del CONIAM 2025.
En frases
Fue un congreso lleno de alegría, cantamos y aprendimos mucho sobre cómo ser misioneros.
Me gustó mucho la marcha, fue como una fiesta de colores.
Aranza y Perla/ Arquidiócesis de Monterrey
Aprendí que ser misionero no es solo ir a otros países, sino ayudar a los demás aquí también, a mi familia, amigos y vecinos.
Samanta y Hna. Claudia/ Arquidiócesis de Tulancingo
Todos somos misioneros y podemos compartir el amor de Dios con todos.
Aprendí que Dios está con nosotros siempre, y ahora quiero compartir su amor con todos.
Regina, Ariadne y Hna. Flor/ Arquidiócesis de Morelia
Ver a mi hijo cantar, rezar y marchar con tanta alegría me llenó el corazón.
Leonardo y Marta/ Arquidiócesis de San Luis Potosí