Presencia
Con la Vigilia Pascual se inaugura el Tiempo Litúrgico de la Pascua, el cual comprende cincuenta días que se viven y celebran como un solo día. Son siete semanas hasta Pentecostés.
Como se sabe, el origen de esta cincuentena se remonta a los orígenes del Año litúrgico. El tiempo pascual es el más fuerte de todo el año pues es la Pascua (paso) de Cristo, el Señor, de la muerte a la vida, a su existencia definitiva y gloriosa.
También este tiempo se celebra la Pascua de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, que es introducida en la Vida Nueva de su Señor por medio del Espíritu que Cristo le dio el día del primer Pentecostés.
Las Normas Universales del Año Litúrgico afirman: “los cincuenta días que median entre el Domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo”. (n 22)
En este sentido y para encontrar esa vivencia de alegría, retomamos los consejos que algunos sacerdotes de la diócesis han compartido con nuestros lectores para vivir la alegría de la Pascua.
- Vivir a plenitud las celebraciones litúrgicas
Cuando vivimos a plenitud nuestras celebraciones litúrgicas dejamos que Dios penetre en lo profundo del corazón. Cuando “yo” entro al templo y vivo la celebración litúrgica, y me despide el sacerdote con la bendición, al salir, no soy el mismo, voy transformado, voy cristificado, Cristo “va” en mí.
Esto me lleva a tener una vida espiritual más madura, más concreta. Es un encuentro con el Señor que se da en lo profundo del corazón y un encuentro con el Señor que se da en medio de la comunidad.
La Pascua, que es la Fiesta de las fiestas y prolonga esta alegría por cincuenta días, la vivimos desde la contemplación de Cristo crucificado que ha dejado vacío el sepulcro y que nos invita a vivir como resucitados. Al participar de las celebraciones sagradas de la Iglesia queremos unirnos al crucificado que ha resucitado y al vivir como resucitados cada día, vivimos plenamente nuestra vocación cristiana.
Pbro. Leonardo García, párroco Cristo Rey
- Aceptación de nosotros mismos y de los demás
La apertura a Dios nos lleva a aceptarnos como hijos de Dios. La Pascua nos abre a la aceptación de la necesidad que tenemos de los demás, eso da satisfacción plena a la vida. Hay que conocer el significado de la Pascua con el conocimiento vivencial. Convivir con los demás en apertura, en disponibilidad, en aceptación.
Para esto nos ayuda leer libros que nos dan ejercicios, dinámicas de entrada en nosotros mismos para conocernos, aceptarnos. La escucha del Papa Francisco, que es un papa de la alegría, con sus documentos. Eso nos ayuda a seguir creciendo y a profundizar la alegría de la Pascua.
Pbro. Antonio González, párroco de La Santísima Trinidad
- Compartir la alegría
Un modo más de vivir la Pascua es compartir con los demás esa alegría. El mandato de Jesús es un mandato misionero: vayan y anuncien a toda la gente lo que ustedes mismos han vivido. Así como a través de 20 siglos tanta gente ha consagrado su vida al compartir la experiencia que tuvo de la victoria de Cristo, hoy nosotros también. La alegría de la Pascua se vive desde los primeros siglos de la Iglesia. Los santos padres hablaban que la Pascua era como 50 domingos seguidos, 50 días de fiesta, porque la fiesta que se celebra lo amerita. Seamos verdaderamente felices por la victoria que Cristo nos comparte.
Pbro. Amadeo Ruiz, párroco de Todos los Santos
- Acercarse al Santísimo Sacramento
Encontramos la presencia de Jesús resucitado en el Santísimo Sacramento, acérquense al Señor, déjenlo obrar las maravillas que Él quiere hacer en cada corazón y a través de su presencia, Jesús resucitado hará maravillas en tu vida, la llenará de gozo, de júbilo, de la alegría de su presencia en tu corazón y en tu alma.
Pbro. Felipe Juárez, párroco de Santa María de la Montaña
- Servir en familia
Ir a los centros de ayuda, asilos de ancianos, casas de atención a niños problematizados, etcétera, y llevar un regalo, chocolates o algo que les diga “gracias”. Si lo hacemos en familia, los hijos descubrirán lo hermoso del servicio y a los servidores un pequeño signo de gratitud.
Pbro. Héctor Aguilar, párroco de San Martín Obispo
6.Tener una vida nueva.
La Pascua es vida nueva. Se trata de renovar todas las cosas: las relaciones, los encuentros, la manera de ver y de vivir las situaciones que se nos presentan, con un espíritu y una esperanza fortalecidos por la Resurrección del Señor.
Llevar la vida nueva a las relaciones cotidianas con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, con aquellos que nos encontramos frecuentemente, pero también abrirlo a los desconocidos a crear nuevas relaciones, nuevas formas de encuentro, de cercanía y solidaridad, sobre todo con los demás que lo necesiten.
Pbro. José Ríos Galarza/ párroco de María Madre de la Iglesia
- Acompañar a los que les falta fe
Debemos hacer el acompañamiento de los discípulos de Emaús, es decir, acompañar a los desilusionados porque Jesús había muerto y no creían en su resurrección. Nosotros conocemos a muchas personas así. Tomemos el lugar de Jesús y vayamos tras de ellos y ayudémosle a descubrir a luz de la fe, la experiencia del Resucitado, ayudémosles a descubrir, sobre todo en la Eucaristía, el amor de Jesús resucitado.Y que movidos por el Espíritu Santo sean capaces de amar a los demás y seguir descubriéndolo en la fracción del Pan.
Pbro. Efrén Hernández/ párroco Sagrado Corazón de Jesús
- Saludar a los demás y sonreír
A toda persona que veas salúdala y díle: ¡Felices Pascuas de Resurrección! ¡Cristo ha resucitado en mi vida y contigo! Te sorprenderás de las respuestas que tendrás.
Debo demostrar verdaderamente en mi vida que Cristo ha resucitado en mi persona, en mi familia, en mi trabajo. ¡Sonrían! porque un cristiano debe de estar feliz, lleno de gozo al vivir este tiempo de Pascua.
Pbro. Gregorio López, MNM, párroco de La Transfiguración del Señor
- Contemplar a Jesucristo/Escuchar a Dios
Eso es lo central, contemplar a Jesucristo, porque la Pascua es en primer lugar de Él. Y es la Pascua de Jesucristo a la cual, nosotros como Iglesia, nos incorporamos. La Pascua de la Iglesia debe ser la Pascua de Jesús. ¿Y cómo podemos contemplar a Jesucristo?. A través de la oración, de la visita al Santísimo, del sacramento de la Reconciliación.
La Pascua es momento para disfrutar la presencia de Aquel que hace que el corazón arda mientras lo escuchamos. Utilizar los evangelios de la Pascua, sobre todo los de la Octava y, en torno a nuestro pequeño Cirio Pascual, descubrir el rostro de Cristo que se acerca a nosotros. Oración en torno a la Palabra.
Pbro. Francisco Galo Sánchez/Vicario Sagrado Corazón de Jesús