Ana María Ibarra
Con inmenso amor a la Eucaristía, la comunidad de Catedral celebró el pasado 19 de junio la solemnidad de Corpus Christi participando primeramente en la misa y posteriormente en la procesión con el Santísimo Sacramento. 
Acompañado de los sacerdotes Eduardo Hayen, párroco, y Arturo Martínez, vicario, monseñor J. Guadalupe Torres Campos presidió la Eucaristía en la que participaron cientos de fieles.
Con la reflexión del evangelio de ese día en el que se narra la multiplicación de los panes, el obispo invitó a los fieles a seguir a Jesús y a alimentarse con la Eucaristía, que es el mismo Jesús.
“Somos la multitud, toda la humanidad, tan necesitada que tiene hambre. Tenemos hambre de muchas cosas: de amor, de vida, de paz, de reconciliación, de Dios. Y el Señor nos da el pan de vida, nos da a comer su carne y nos da a beber su sangre”, expresó el obispo.
Monseñor Torres señaló que, si fue admirable la multiplicación de los panes, es más admirable el sacramento de la Eucaristía.
“Es triste que no lo valoramos, que no lo comemos. Nos falta conocer, admirarnos de este sacramento de salvación. Somos eucarísticos, pues al comulgar transmito ese amor y lo transformo en caridad”, dijo.
La Eucaristía, añadió, invita a quien la recibe a dar de comer al otro, a lleva a Cristo al otro, y a testimoniar el amor a Cristo.
“Hay que llevar este sacramento por las calles y a todas partes, a la escuela, al trabajo, en las dificultades, en el hambre y el cansancio de la humanidad llevar a Cristo con la Palabra, con la vida”.
Y concluyó clamando para que Dios “siga dando amor” y ayude a los fieles a valorar la Eucaristía y llevarla a los demás.

Cinco altares
Después de la misa, el obispo tomó el Santísimo Sacramento para dirigirse al carro alegórico que lo llevaría por las calles seguido por los fieles.
Con cantos eucarísticos se acompañó la procesión, la cual se detuvo en cada altar que se ubicó en distintos puntos del recorrido.

En el primer altar, se pidió por el Papa León XIV. La oración invitó a los fieles a poner la mirada en el Santísimo Sacramento para alabarlo, conscientes de que el amor de Dios en la eucaristía llena el corazón de paz.
La petición por todos los obispos y sacerdotes se realizó en el segundo altar, pidiendo a Dios les conceda vivir con fidelidad y entregar el sacerdocio, amando a las comunidades. En ese mismo momento se invitó a los fieles a poner en práctica la oración de bendición.

En el tercer altar se pidió al Señor por las autoridades en todo el mundo, pidiendo sabiduría para la justicia y la paz. Y se motivó a la comunidad a la oración de adoración, señalando que ésta debe ir acompañada por la humildad.

Glorificar al Señor a través de la oración de alabanza fue la invitación de la reflexión en el cuarto altar, señalando que es en el Santísimo Sacramento donde se contempla su gloria.

El quinto altar fue en la capilla de San José. Ahí los fieles pidieron por la paz en el mundo, en la ciudad, en cada familia y en toda la humanidad.


































































