Inmersos en el camino del Año Jubilar de la Esperanza, religiosa experta en liturgia nos ayuda a reflexionar sobre los acentos que debemos poner en esta especial Cuaresma 2025, a punto de iniciar…
Presencia
Con la imposición de la ceniza el próximo miércoles 5 de marzo en todos los templos de la Iglesia católica en el mundo, comenzará el tiempo litúrgico de la Cuaresma que este año adquiere un tinte especial al celebrarse en el Año Jubilar de la Esperanza.
Ya en su bula de llamamiento del Jubileo, el Papa Francisco ha llamado a los fieles a renovar su vida en Jesucristo “como peregrinos de esperanza”.
Hoy, el llamado a la conversión del Miércoles de Ceniza resonará con las palabras que dice el celebrante: “Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás”, pero también con el llamado a alejarse del pecado y vivir una conversión
A unos días de comenzar este tiempo, la hermana María Guadalupe Puente Cuevas, religiosa Misionera de Jesús Hostia, quien tiene una licenciatura en Liturgia por el Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo, ayuda a nuestros lectores a descubrir las notas especiales que se deben poner en este tiempo especial de llamado a la conversión…y a la esperanza.
Aquí la entrevista:
¿Qué acento debemos poner en esta Cuaresma 2025 al estar la Iglesia inmersa en un Año Jubilar?
Tomando en cuenta que esta Cuaresma está enriquecida por el Año Jubilar, rescato tres aspectos que el Papa Francisco nos recuerda en su mensaje para la Cuaresma:
- Caminar. El lema del Jubileo es: “Peregrinos de esperanza”, es una invitación a la conversión, porque debemos descubrir lo que Dios nos pide para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre.
- Hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales. Los cristianos estamos llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios. Es una invitación a la conversión a la sinodalidad.
- Recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda, mensaje central del Jubileo, sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual. Es una llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna.
¿Cuáles son las notas litúrgicas de esta Cuaresma especial?
Este tiempo es un tiempo sacramental, la celebración de la Eucaristía y valoración del Bautismo y de la Penitencia adquieren una relevancia primordial.
La Eucaristía es el centro de la vida cristiana, las Liturgia de la Palabra adquiere una importancia luminosa para guiar nuestro reto de avanzar por el camino de iluminación y renovación que nos conduce a la Pascua del Señor. Podemos fijarnos en un signo que preside nuestro Año Jubilar: “La Cruz”, es el signo de la Buena Noticia de Jesús, no es sólo dolor y muerte, sino victoria, amor, solidaridad, como dice el Evangelio de Juan: “Habiendo amado, amó hasta el extremo”, esto es algo que debemos aprender, amar a nuestros hermanos hasta el extremo, capaces de generar vida a ejemplo de Jesús.
Este tiempo es propicio para revivir el sentido de nuestro Bautismo, no como algo que sucedió en nuestra infancia, sino como una realidad actual, para poder decir: “vivo como bautizado”. en nuestra vida diaria, en nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos, así tendrá sentido la renovación del compromiso bautismal en la noche santa de la Vigilia Pascual.
En el Sacramento de la Penitencia es donde encontramos a Jesús que nos da un abrazo misericordioso del Padre, que no se fija tanto en las culpas, sino que quiere ayudarnos a cambiar y progresar en el camino hacia la gran fiesta de comunión con Él y con los hermanos. Este tiempo jubilar es una invitación insistente a acudir y valorar este noble Sacramento de la Penitencia.
El Jubileo nos habla de virtudes para resaltar en este año (esperanza, perdón, renovación) ¿La Cuaresma nos ayuda a cultivarlas? ¿Cómo?
En este tiempo de Cuaresma se nos recomiendan algunos medios y que nos llevan a vivir estas virtudes entre otras:
La limosna: es dar de lo nuestro a quien lo necesite, salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros. Dar dinero, dar tiempo y también ayudar en una tarea que ayude a construir una comunidad mejor, más justa y fraterna.
La oración: es vivir con intensidad personal la relación con Dios, es buscar momentos para la oración, momentos cotidianos, de abrir puertas al silencio, a la revisión, a la escucha de lo que Dios nos dice y pide, atentos a la Palabra de Dios, siguiendo el itinerario de las lecturas de este Tiempo, renunciar a la autosuficiencia de nuestro yo, y declararnos necesitados del Señor y de su misericordia. A través de la oración podremos llegar con un corazón dispuesto a acoger los dones de gracia y perdón que ofrece el Jubileo, como expresión viva de nuestra relación con Dios.
El ayuno: significa adquirir libertad, no dejarnos llevar por gustos y hábitos que quizá malos no sean pero tampoco son lo mejor, por ejemplo, saber prescindir de una actividad propia por un rato de conversación, de saber escuchar. Ayuno que es también ahorro para dar, compartir con quienes ayunan a la fuerza, ahorro de gastos superfluos para dar a los necesitados. Ahorro de tiempo para nosotros y así poder dedicarlo a los demás, capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón.
El camino hacia la Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del Misterio Pascual.
¿Algo más para resaltar de esta Cuaresma-Jubilar?
La celebración del Año Santo y este tiempo de gracia que es la Cuaresma, es un tiempo de perdón y reconciliación, ocasión especial para meditar sobre el gran don de la misericordia divina que siempre nos espera y sobre la importancia de la conversión interior, necesaria para poder vivir los dones espirituales prodigados durante este Año Santo, renovando el vínculo que une a los bautizados, como hermanos en Cristo, con toda la humanidad amada por Dios. Como cristianos estamos invitados a dar testimonio como auténticos “peregrinos de esperanza” que caminamos hacia el Señor, que abre los brazos de su perdón, brazos misericordiosos también extendidos a nuestros hermanos.