Con el Cuarto Domingo de Adviento concluye este tiempo litúrgico en el que nos preparamos para el nacimiento de Jesús…les invitamos al encendido de la cuarta vela (color morado) de la Corona de Adviento con la siguiente guía:
Pbro. Marcelino Delfín Poso
Estamos concluyendo el Tiempo de Adviento en camino hacia la Natividad de Jesús. Lo hacemos en docilidad a la gracia de Dios y, por tanto, animados por la esperanza, que se renueva siempre y se hace inquebrantable por la acción del Espíritu Santo.
Dejémonos atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la desean. Que nuestra vida pueda decirles: «Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor» (Sal 27,14).
Y que la fuerza de esa esperanza pueda colmar nuestro presente en la espera confiada de la venida de Nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la alabanza y la gloria ahora y por los siglos futuros.
Invocación
Guía: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.
Se canta el himno del jubileo.
De la Bula de convocación al jubileo 2025 Spes non confundit:
Lector: Que en este Año jubilar los santuarios sean lugares santos de acogida y espacios privilegiados para generar esperanza. Invito a los peregrinos que vendrán a Roma a detenerse a rezar en los santuarios marianos de la ciudad para venerar a la Virgen María e invocar su protección. Confío en que todos, especialmente los que sufren y están atribulados, puedan experimentar la cercanía de la más afectuosa de las madres que nunca abandona a sus hijos; ella que para el santo Pueblo de Dios es «signo de esperanza cierta y de consuelo» (n. 24).
Canto inicial.
https://www.youtube.com/watch?v=t768vKSsOIU
Santa María de la esperanza
Santa María de la esperanza:
mantén el ritmo de nuestra espera,
mantén el ritmo de nuestra espera,
Nos diste al esperado de los tiempos
mil veces prometido en los profetas,
y nosotros de nuevo deseamos que vuelva
a repetirnos sus promesas.
Viviste con la cruz de la esperanza
tensando en el amor la larga espera;
y nosotros buscamos con los hombres
el nuevo amanecer de nuestra tierra.
Brillaste como aurora del gran día,
plantaba Dios tu tienda en nuestro suelo,
y nosotros soñamos con su vuelta
queremos la llegada de su Reino.
Esperaste cuando todos vacilaban,
el triunfo de Jesús sobre la muerte;
y nosotros esperamos que su vida
anime nuestro mundo para siempre.
Texto bíblico
Lector: Del libro del profeta Isaías 7, 4.
Pues el Señor, por su cuenta, les dará un signo. Miren: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel. Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos, Señor.
Reflexión
Lector: Con amor y con esperanza la Madre de Jesús acepta su misión. Ella sabe que el amor de Dios es la esperanza que no defrauda, y es la confianza que enseña que el corazón de este mundo siempre encontrará en el corazón de María Madre y en el de todas las Madres un vivo reflejo del amor con el que Dios nos amó.
En el camino sinodal se ha querido que la Iglesia renueve su misión de ser madre, de
enseñar a vivir la maternidad como el don con el que la vida de la comunidad protege y acompaña la vida del mundo.
Momento breve de silencio para reflexionar.
Encendido de la vela.
Un miembro de la familia enciende las cuatro velas correspondientes a este domingo, mientras se dice:
Lector: Al encender la cuarta vela queremos aprender e imitar de nuestra virgen Madre que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida. Por eso, aprendamos que, como toda madre, cada vez que María miraba a su Hijo pensaba en el futuro, y ciertamente en su corazón permanecían grabadas esas palabras que Simeón le había dirigido en el templo: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón». Por eso queremos seguir a la Santísima Virgen como Stella maris, estrella del mar, un título expresivo de la esperanza cierta de que, en los borrascosos acontecimientos de la vida, la Madre de Dios viene en nuestro auxilio, nos sostiene y nos invita a confiar y a seguir esperando.
Una vez que se enciende la vela se canta lo siguiente:
Canto.
https://www.youtube.com/watch?v=ukIbp9Wqj_Q
Hoy se enciende una llama
en la corona de Adviento:
que arda nuestra esperanza
en el corazón despierto;
y al calor de la Madre
caminemos este tiempo.
Huyen las tinieblas al ver
cuatro llamas resplandecer.
Ya la gloria está cerca,
levanten los corazones
RECUADRO
Acción y compromiso
Guía: Avanzando en el camino que nos lleva a Belén, recordemos hoy la fuerza renovadora de las madres. Miremos con especial afecto a las mujeres para que ellas sigan siendo artesanas diligentes del amor que reconcilia, de la vida que se entrega, de la luz que se difunde.
*¿Cómo valoro, respeto y promuevo la dignidad de la mujer como propuesta de vida en la Iglesia?
*¿Qué expresión de amor y de respeto quiero y debo ofrecer hoy a tantas madres que sufren la soledad y el desamparo?
Momento breve para reflexionar.
Padre nuestro.
Guía: Unidos a María, nuestra Madre queremos aprender de ella a confiar en la Palabra que Dios nos dirige, por eso decimos juntos: Padre nuestro.
Oración final (la dicen todos).
Dios siempre fiel, tú has querido mostrarnos tu amor en la Madre del Salvador, la que “previene sus brazos do su niño vean en tiempo cercano”.
Que aprendamos a vivir con los sentimientos de Cristo, que aprendamos de María la docilidad de espíritu para que el corazón venza toda rudeza toda aspereza, para que aprendamos a sanar y a acompañar el camino que queremos recorrer juntos, sinodalmente, alentados por la mirada de María y por su testimonio de fidelidad. Amén.
Se reza la oración del jubileo (la dicen todos).
Conclusión.
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Canto final.
Se puede repetir el canto inicial.