P. Jesús Salinas
Jesús Resurrección: antesala de la Semana Santa. Sin duda alguna ha sido una Cuaresma inusual; quién iba a pensar a principio de año que la viviríamos así. La situación en la que estamos, causa de esta contingencia sanitaria, ha sido iluminada por la Luz de la Palabra. Hemos visto nuestra humanidad, tan vulnerable a pesar de los bienes y de la misma capacidad del hombre. Junto con ello, nuestra mirada se ha alzado a los cielos y nos reconocemos participantes de esa vida divina que nos permite saciarnos en nuestra sed y que ilumina esa misma vulnerabilidad propia del hombre. Ahora, la liturgia nos sigue acompañando en las adversidades y nos centra en Jesús que es vida. Atendiendo a las lecturas me parece oportuno resaltar cuatro imperativos a los que la liturgia nos invita a vivir. Escuchar: Jesús escucha a Marta y a María – “Si hubieras…” – nuestros sufrimientos no son ignorados por Dios, y aún en la supuesta ausencia de Dios él está presente atento a nuestro sentir. Compadecerse: Jesús siente, junto con Marta y María ese dolor de la pérdida de un ser querido, un “amigo”. Muestra su humanidad sin reservas al llorar delante de los demás – “Miren cómo lo amaba” – es sensible, no indiferente ante la desgracia de aquellas mujeres – “vayamos de nuevo a Judea” – sale de si para tratar al corazón afligido. Clamar: Jesus el enviado, levantando su mirada al cielo, agradece al Padre la escucha a su clamor. El mismo salmo también es una invitación a clamar la presencia de Dios. Actuar: Dios no solo es pasivo, actúa también y aquí radica su misericordia para con nosotros, en la efectividad de su proceder. Sopla sobre los huesos secos para que tengan vida, ordena a Lázaro a salir. Estimado lector, Jesus es la resurrección y la vida. Y ante todo aquello que amenaza la vida recuerda, que Dios escucha tu clamor pues se compadece y actuará, está actuando, porque tu vida y la mía y la de todos son valiosas a sus ojos. Que en este día tú también seas ese Jesus que escucha, se compadece, que clama pero sobre todo actúa. Que no te paralice el miedo, la tristeza, la incertidumbre, porque Dios es Vida, actúa en el nombre de Jesús porque en ti está Su Espíritu.
¿Dónde estás, Dios
que nos arrebatan el alma?
¿A dónde has ido
porque se ha perdido la calma?
Voces se escuchan
afligidas y preocupadas,
hay hombres resignados
ante las novedades malas.
Hay otros que desde lo hondo
a Ti con fervor claman,
esperan Tu respuesta
porque sienten que el mundo los mata.
Es inevitable
cuestionar Tu silencio,
hay dolores fuertes
y cosas que no entiendo.
Pero atendiendo a la historia
Tu Voz siempre ha estado,
levantando a muertos
habiéndolos resucitado.
No moriré en vida
olvidándome de Tu Palabra,
vendrán gozos y nuevos días
pues no eres un Dios que se aleja y calla.
Tu eres la resurrección y la vida
lo confirman tus proezas,
es necesario recordar el pasado glorioso
donde a la muerte con tu poder acechas.
Es momento de traer al presente
tus intervenciones milagrosas,
la fe y la esperanza necesitan la memoria
para ver de Dios nuevas cosas.