Ana María Ibarra
Con lágrimas brotando, pero el corazón lleno de agradecimiento y esperanza, familiares, amigos y fieles de distintas comunidades despidieron al padre Rodrigo Cuevas el pasado 12 de junio, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, en la misa de cuerpo presente que presidió el obispo diocesano, don J. Guadalupe Torres Campos, en la parroquia Sagrada Familia.
Semblanza
Antes de iniciar la celebración, personas de la comunidad de la Sagrada Familia, leyeron una semblanza de la vida del padre Rodrigo donde se resaltó su amor y su opción por ayudar a los pobres, tanto que a las comunidades humildes donde le tocó servir, las organizó para llevarlas de viaje a lugares donde nunca imaginaron ir.
El padre Rodrigo, se leyó en la semblanza, fue asistido y “adoptado” por la señora Socorrito Chávez de la comunidad de Nuestra Señora de Fátima, además de buscar siempre la cercanía y el consejo de monseñor Gerardo Rojas, hoy obispo de Tabasco, y monseñor René Blanco, vicario diocesano.
“Fue feliz. Necesitaba muy poco para vivir y decía que aún necesitaba la mitad de ese poco”.
Gracias a Dios
En la misa, que contó con la asistencia de varios sacerdotes y fieles de diversas comunidades, con los debidos protocolos de sanidad ,el obispo expresó agradecimiento a Dios por la vida del sacerdote, mientras vestiduras litúrgicas eran colocadas en el féretro que resguardaba ya los restos del padre Rodrigo.
“Goce contemplando cara a cara la verdad que predicó en este mundo. Encendemos esta llama, símbolo de Cristo”, expresó monseñor Torres mientras era encendido el cirio pascual.
Después de la lectura del evangelio, el obispo dirigió su homilía ofreciendo sus condolencias a la hermana del padre Rodrigo y resaltó la solemnidad de ese día.
“Hablar del corazón de Jesús es hablar de su amor que derrama en cada uno de nosotros. Una vez que recibimos su amor, nos hace partícipes de una vocación específica. Son dones que nos confía”, dijo. Y agradeció a Dios por los casi 30 años de ministerio del padre Rodrigo.
“Son circunstancias difíciles, dolorosas…pero como hombres de fe tenemos la certeza que Dios nos llama para estar con él. Es la esperanza lo que nos fortalece”, dijo.
Dirigiéndose a sus sacerdotes, el obispo los invitó a valorar su ministerio y concluída la celebración, don Guadalupe recitó las últimas oraciones del rito de exequias, la aspersión del agua sobre el féretro e incensarlo.
Con la oración del Salve Regina, aplausos y llanto, los asistentes dijeron adiós al padre Rodri, quien fue sepultado, por disposición propia, el Saucillo, junto a los restos de Socorrito Chávez, a quien consideró su madre adoptiva.
“Y como decía el padre Rodri: Gur bai”, se escuchó en el templo mientras sacerdotes dirigían los restos del sacerdote a la carroza.
En frases…
“Me tocó convivir con él muy poco. Era un hombre sencillo, simple, no era pretencioso en nada, en la homilía sí, cerraba los ojos y se iba, pero siempre muy bien preparado. Le gustaba estar solo, pero cuando estaba con la comunidad sabía escuchar. Lo vamos a recordar con mucho cariño”.
- Mario Manríquez, párroco de La Sagrada Familia.
“Fue un gran evangelizador, sencillo, directo, amable con la gente, pero ante todo siempre dispuesto a darse a los demás. A mi madre la vio como madre adoptiva, para nosotros es un miembro más de la familia. Su entrega a Dios fue absoluta, llena de amor y de fe. Nos enseñó a evangelizar y a ser sencillos”.
Lupita Chávez, coordinadora de Magna Peregrinación (Evento fundado por padre Rodri)