Entrevista al vicario de pastoral, padre Alfonso García, luego de que se realizó en la diócesis un curso sobre el método prospectivo que se aplica a la Pastoral diocesana…
Ana María Ibarra
Del 4 al 6 de junio, en distintas sedes, sacerdotes, religiosas, diáconos permanentes y laicos de las diferentes parroquias y movimientos diocesanos recibieron una formación en Metodología Prospectiva con el objetivo de planificar de una manera más conjunta la pastoral de la diócesis.
Concluida la formación, que estuvo a cargo del sacerdote Francisco Javier Rodríguez Trejo, de la Diócesis de Saltillo, el padre Alfonso García, Vicario de Pastoral, habló sobre las luces que dio esta formación y el proceso que sigue.
¿Qué fue lo que aprendieron en este curso
Aprendimos a mirar la realidad y discernir los signos de los tiempos a través de lo que Dios nos está pidiendo como Iglesia en este contexto social, histórico, religioso, cultural en que nos toca vivir.
La metodología prospectiva es una herramienta que nos ayuda, precisamente, a planificar la pastoral, es decir, el camino de la Iglesia pensando en el futuro, no como algo incierto, ni improvisado, sino más bien ir recorriendo un camino con la ayuda del Espíritu Santo, para planificar y construir juntos.
Esta metodología parte de una lectura profunda de la realidad que se vive en nuestras parroquias, nuestra diócesis, y seleccionar los desafíos sociales, políticos, culturales, religiosos, teniendo un ideal. Nos lleva precisamente a imaginar esos escenarios posibles, definir prioridades pastorales y tomar decisiones más claras y participativas para ser una Iglesia en salida. Nos ayuda a pasar de la improvisación pastoral a una planificación discernida, para ir poniéndonos metas, teniendo objetivos claros hacia lo que queremos llegar. A pasar de una pastoral de buenas intenciones a una pastoral participativa y comunitaria. Y esto es clave para nuestra diócesis que busca responder con audacia a los desafíos del presente y del futuro.
El padre de Francisco Javier nos dijo que esta metodología nos ayuda a caminar siempre juntos y a un mismo ritmo. Puede ser un camino lento, pero progresivo, con la seguridad de que estamos caminando hacia la construcción del Reino.
¿Cómo se diferenció la formación entre los sacerdotes y los laicos y religiosas que tomaron el curso?
La formación fue la misma en cuanto a contenido, todos fuimos introducidos en la metodología prospectiva. Pero se optó por tener dos espacios para favorecer la dinámica y la reflexión en cuanto a la vocación y la responsabilidad de cada grupo.
Con los sacerdotes se profundizó en cómo esta metodología puede ayudar a animar la pastoral desde el servicio de autoridad que tenemos como párrocos y ejercer este servicio favoreciendo una mayor participación entre las parroquias, los decanatos, las dimensiones, que es con lo que estamos trabajando en este momento. Fue una buena oportunidad para reflexionar juntos sobre la necesidad de superar una pastoral dispersa, aislada. Nos insistía mucho el expositor en una pastoral orgánica, corresponsable y misionera, y todo esto se logra con la espiritualidad de comunión.
Con los laicos, las religiosas y diáconos permanentes se trabajó con una mirada más comunitaria, valorando su experiencia concreta en las comunidades y grupos y resaltando su papel como constructores del camino eclesial, pues ellos son la base y junto con el párroco sostienen, animan, empujan a la comunidad. Se les hizo tomar conciencia de que ellos son los que dinamizan las comunidades.
La formación nos hizo experimentar que todos -pastores, fieles, responsable de dimensiones, comunidades religiosas, diáconos- somos responsables de nuestra diócesis, y de la diócesis que queremos tener y en la que queremos trabajar para que se haga realidad el Reino de Dios.
Esto nos ayudó también a darnos cuenta de la diversidad de vocaciones que tiene nuestra diócesis y que todo enriquece el proceso y nos garantiza que podemos alcanzar lo que queremos planear.
¿Cómo les sirve -o servirá- para el trabajo que realizan como agentes de pastoral?
Para los agentes de pastoral, llámense sacerdotes, religiosas, laicos, diáconos, esta reflexión y este tiempo de formación nos ayudó para identificar las verdaderas necesidades de nuestras comunidades. Eso nos va a ayudar, insisto, a conseguir juntos respuestas eficaces, ver respuestas concretas que nos demandan las situaciones actuales. Algo muy importante es que nos ayuda a superar el aislamiento, tanto de grupos o parroquias, que no edifica. La metodología nos puede ayudar a superar eso de que cada quien ande por su lado y trabaje por su cuenta, y pasar a una pastoral comunitaria, articulada, con metas comunes en nuestra diócesis, donde todos nos esforcemos, sumemos y nos complementemos con los carismas y dones que Dios nos ha dado. Esta formación nos sirve para hacer una pastoral más sinodal, como el Papa Francisco nos pidió, más participativa, más misionera, más en comunión y, por supuesto, más fiel al evangelio de Jesús.
¿Qué va a pasar a partir de esta formación? (¿Cómo se va a implementar en la diócesis lo que aprendieron?)
Esta formación nos ha ofrecido herramientas muy concretas para mejorar el modo en que trabajamos en la pastoral. Muchas veces tenemos muy buena voluntad para hacer las cosas, queremos trabajar, colaborar en el proyecto de Jesús, actuamos con entusiasmo queriendo hacer cosas, pero no tenemos una visión clara, ni una meta clara. Precisamente esta metodología nos ayuda a organizarnos, a priorizar cuáles son las situaciones prioritarias en la pastoral en las parroquias y en la diócesis. Esta metodología nos ayuda a discernir la comunión y a actuar con mayor sentido de Iglesia, con una misión que tenemos todos.
El paso que sigue es primeramente discernirlo con el obispo, con los presbíteros, con las comunidades, e iniciar un proceso de reflexión en cuanto a qué pasos vamos a seguir y cómo lo vamos a implementar en la diócesis.
En los próximos meses estaremos reflexionando y meditando con los laicos, religiosas y diáconos que participaron.
Debemos ir construyendo un nuevo Plan Diocesano de Pastoral que tenga participación comunitaria, sinodal. La implementación de todo esto será gradual, pero firme, porque queremos que cada acción pastoral esté animada por esta visión comunitaria. Y que cada parroquia, cada comunidad, se sienta parte activa de este proyecto, de este plan de la diócesis.
¿Qué se pide a los fieles de la diócesis trabajar a partir de este aprendizaje?
Algo que se nos pide a todos es involucrarnos en los trabajos pastorales de la diócesis, a no conformarnos con ser espectadores, a no mirar desde lejos lo que la Iglesia, que somos todos, está llamada a hacer. Estamos llamados todos a ser los protagonistas del camino que la Iglesia Diocesana está emprendiendo y de la construcción del Reino de Dios. Este proceso pastoral no es solo para unos cuantos, es para todos los bautizados. Es para todos aquellos que amamos a la Iglesia y que creemos que el Evangelio tiene algo nuevo que decirnos en este momento.
A quienes participaron en esta asamblea los motivo a que lo compartan en sus comunidades. Se nos invita a participar con lo que hacemos. Cada fiel, cada miembro de las parroquias tiene algo que aportar.
Los invito a estar atentos a los espacios que se van a ir abriendo, espacios de consulta para que participen. Vamos a platicar con los párrocos y hay que ir compartiendo este proyecto.
¿Qué Iglesia queremos ser? Que esta sea la pregunta que nos haga reflexionar. Sobre todo, les pediría que oremos para que este proceso sea guiado siempre por el Espíritu Santo. Recordemos que es un tiempo para discernir, para escucharnos, para caminar juntos, como pueblo de Dios y a cada uno de nosotros nos toca poner el granito de arena que nos corresponde.