- El espíritu de la Sagrada Familia era, ante todo, un espíritu de amor, un espíritu de fe y un espíritu de sacrificio.
Pbro. Nicolás Schwizer
El espíritu ejemplar que reinaba en Nazaret, la Iglesia quiere despertarlo hoy, para que reine en todas nuestras familias. Pienso que el espíritu de la Sagrada Familia era, ante todo, un espíritu de amor, un espíritu de fe y un espíritu de sacrificio.
- Un espíritu de amor.
Es un amor que mutuamente se acepta, se sostiene y se soporta – a pesar de todos los defectos y limitaciones, porque Dios mismo ha elegido y unido a sus miembros.
- a) Debemos revivir en nuestra familia, en primer lugar, el misterio de la Sagrada Familia: el amor redentor de Cristo.
En Cristo, el marido es responsable de la salvación de su esposa. Tiene que amarla hasta salvarla. La mujer es responsable de la salvación de su marido. Los padres son responsables de la salvación de sus hijos: es su principal misión, de la que algún día se les pedirá cuenta. Y los hijos, poco a poco, a medida que van creciendo, se van haciendo responsables de la salvación de sus padres, responsables de amarlos hasta salvarlos.
- b) Según la imagen de María y José, el amor de los padres entre sí y a los hijos debe ser, en segundo lugar, un amor desinteresado y respetuoso.
Educar es servir desinteresada y respetuosamente a la originalidad y particularidad de los hijos. Significa despertar y hacer desarrollar los dones que Dios ha depositado en cada uno de ellos.
Sin duda, esto exige mucho tiempo, mucha energía, mucha paciencia de los padres, porque es su tarea más creadora, más difícil, pero también la más fecunda y hermosa. Los padres deben ver y reconocer a Jesús en sus hijos, tal como en la Familia de Nazaret. Yo educo y amo en mi hijo a Jesucristo mismo: “El que recibe a un niño como éste, a mí recibe”.
- c) Según el ejemplo de Jesús, el amor de los hijos a los padres debe ser obediente y respetuoso. Él mismo, hijo de Dios, quedó sumiso a sus padres hasta la edad de treinta años. Recordemos aquel texto del Evangelio, cuando tenía doce años: “Jesús bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad”
- Un espíritu de fe.
El espíritu de amor se basa en un profundo espíritu de fe y confianza. En la Santa Familia de Nazaret, como en la nuestra, fue necesario tener confianza mutua, demostrar la fe todos los días. José tuvo que tener una fe ciega en María; tuvo que creer en Ella de una manera extraordinaria, tuvo que amarla mucho para llegar a creer tanto en Ella. Y María tuvo que creer en José; tuvo que confiar en su amor puro, en su respeto, en su estima.
José y María tuvieron que tener fe en su Hijo. Aunque no parecía más que un niño como todos, creyeron siempre en el misterio que vivía en Él. No siempre comprendieron todo lo que Él hacía, todo lo que les decía, pero ellos confiaban en Él, recogían sus palabras y las meditaban.Y Jesús demostraba la confianza que tenía en sus padres: estuvo con ellos durante largos treinta años.
- Un espíritu de sacrificio.
Espíritu de amor auténtico y de fe profunda llevan consigo el espíritu de sacrificio. Y para la Sagrada Familia los sacrificios y sufrimientos comenzaron pronto:
* El nacimiento en la soledad y miseria. Nunca se encontraron más pobres, más fatigados ni más solos que cuando nació el Señor.
* Después, la matanza de los Inocentes: como primer resultado del nacimiento del Salvador, las familias del país en duelo, los niños menores de dos años asesinados.
* Y la huida de la Familia, en plena noche, a Egipto; la estadía allá como fugitivos.
* Y así ocurrió durante toda su vida, hasta el día oscuro del Calvario.
Los sacrificios son propios de la vida familiar. Todos lo sabemos y lo experimentamos siempre de nuevo. Por eso es necesario un espíritu profundo de sacrificio para cada familia que está en camino hacia el ideal de la Santa Familia de Nazaret.
La visión de 5 artistas sobre la Sagrada Familia
- Con el título sorprendente de Triple generación, esta pintura de 1769 de Francisco Goya muestra a la Sagrada Familia, con los padres de la Virgen María y Dios Padre y el Espíritu Santo.
- La Sagrada Familia del pajarito es quizá una de las obras más populares del artista sevillano Bartolomé Murillo (1617- 1682). En esta ocasión nos encontramos ante una obra religiosa con ecos naturalistas del artista Barroco; no se conoce la datación exacta de la pintura aunque podría establecerse en torno a la década de los cincuenta.
- La primera de las obras conservadas de Diego González de la Vega (c. 1628-1697), un pintor barroco español, es una “Trinidad de la tierra” conservada en la iglesia de San Miguel y San Julián de Valladolid, firmada en 1662 e inspirada en estampas flamencas.
- Sagrada Familia del carpintero, de José Ribera o Jusepe. (1639), Oleo Sobre lienzo, Barroco español. Obra de gran belleza al ambientar la escena en un ambiente modesto: el taller del carpintero. Al fondo, San Juanito dirige su mirada al espectador, apreciándose cierta tristeza que podría prefigurar el sufrimiento y la muerte de Jesús
- Hendrick de Clerck. El tema de esta pintura no tiene fundamento en la Biblia. Sin embargo, la representación de la Sagrada Familia con san Juan Bautista niño, se multiplicó en el siglo XVI. El niño sostiene entre sus manos un platón con frutas que ofrece a María y a Jesús, cada una de las cuales posee un simbolismo: el racimo de uvas que la Virgen lleva entre sus dedos nos remite a la Eucaristía, mientras que la manzana y la granada, que aún están en la bandeja, simbolizan respectivamente la Redención y la Resurrección.
Oración del Papa Francisco a la Sagrada Familia
Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
haz tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén.