Frase…
El que ama la ociosidad, estará lleno de miseria. (Prov 28, 19)
Diana Adriano
En el camino que hemos venido recorriendo para reflexionar en esta Cuaresma sobre los pecados capitales y cómo podemos superarlos, hoy toca que dediquemos un espacio al pecado más fácil de cultivar debido a que no se necesita hacer prácticamente nada para verse envueltos en él: Se trata del pecado de la pereza.
El padre Víctor Ortega, párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro habla sobre este pecado, conocido como “la madre de todos los vicios».
“¡Hacer nada y serás envuelto en él!”, advirtió el padre Víctor.
¿Qué es?
“Recuerdo unas imágenes con las que el Papa Francisco describía este vicio tan malicioso: “La pereza es un veneno, es una niebla que rodea el alma y no la hace vivir. Y también es una droga porque si la pruebas a menudo, te gusta. Y terminas siendo un «triste-adicto», un “perezoso-adicto”, compartió el sacerdote.
“Ahora bien ¿qué es la pereza? Es la gran palanca de Satanás contra la virtud; es el contra peso del amor activo. Consiste en un pesado dejo, que introduciendo en el alma, le comunica su inercia, debilitándola para todo lo bueno”, dijo citando a Concepción Cabrera de Armida.
Añadió que cuando la pereza se apodera de la voluntad y del cuerpo siempre les vencerá puesto que, como todo pecado, siempre atrae con dulzura y amabilidad.
Recordó las palabras de monseñor Fulton J. Sheen: “La pereza es la enfermedad de la voluntad, causa de la negligencia en nuestros deberes”.
Así, el padre Víctor también explicó que el alma que ha caído en ella no ofrece nada, ya que no ama nada, no odia nada, no espera nada, no teme nada, y como no tiene razón alguna para morir, se mantiene viva por inercia.
Brotan de ella el cansancio, el fastidio, la sensualidad y la comodidad, explicó.
“¿Te has sentido en alguna ocasión de esta forma? Es probable que la pereza esté echada a tu puerta. O quizás has llegado a experimentar la tibieza en tus deberes para con Dios, vivir los sacramentos y el cultivo de la vida piadosa”, dijo el presbítero.
Entonces la pereza, agregó, ocupa el lugar, que antes era de Dios.
“Con dolor hemos sido testigos de cómo la pandemia sumió a muchos hermanos nuestros en la enfermedad de la pereza y pensar en volver a vivir la vida de sacramentos, la vida de oración, la vida de caridad y servicio ha sido un ardua tarea pues muchos han quedado aletargados por la droga de la pereza”, lamentó.
Evitar caer en este pecado
El padre Víctor señaló la importancia de buscar una solución que nos lleve a evitar caer en las garras de tan terrible vicio, así como a vencerle, si es que ya hemos sido seducidos por sus “tiernos y letales brazos que adormecen”, dijo.
El padre Víctor retomó de nuevo a Concepción Cabrera de Armida, quien escribió sobre la pereza: “exige un grande y supremo esfuerzo para deshacerse de ella. Se necesita el valor y la constancia del corazón para ir siempre en su contra. Con virtudes heroicas: dominio propio, amor activo, trabajo, vencimiento (sacrificio), propio desprecio”.
“Jesucristo, nuestro Señor, nos ha dejado un mandamiento, el mandamiento del amor. San Agustín nos invita a hacer lo que queramos, siempre y cuando en ello se vierta el amor: ama y haz lo que quieras”, dijo.
Amor activo
Igualmente el padre Víctor recordó que la beata Concepción Cabrera nos invita al Amor Activo, el cual consiste en: amor al prójimo, a las almas del purgatorio, a todo lo que es débil, pobre y necesitado, y de una manera particular a las almas de los pecadores.
“A un alma con amor activo le duele conocer la desgracia de los hombres, el verlos alejados de Dios, engañados por el demonio, arrastrados por el mundo y sus vicios, precipitados en el infierno y rechazando su Dios y Señor, al único Bien”, reflexionó el sacerdote
“Al atardecer de nuestra vida seremos juzgados en el amor, decía san Juan de la Cruz. Quien ha sido inflamado por el amor de Dios evitará en todo momento la tentación de permanecer inactivo, en la comodidad, en la tibieza o en la pereza, pues la mies es mucha”, recordó.
Penitencia
El padre Víctor también presentó algunas formas específicas de penitencia para el pecado de la pereza.
“Ofrece a Dios esta semana toda tu actividad: el amor a la familia; el buen desempeño en tus estudios, en el trabajo; el servicio hecho con generosidad a tus hermanos. Ordena tu vida desde el amanecer y verás que la pereza a tu casa no entrará”.
“Un seminarista constantemente decía: el orden nos lleva a Dios. Una vida ordenada avanzará siempre hasta la meta, y nuestra meta se encuentra sólo en Dios. Que de Él podamos escuchar aquella sentencia magnifica: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.” (Mt. 25, 34) Y nosotros poder responder: “hemos hecho lo que debíamos hacer”. (Lc.17, 10)”, dijo.
Un examen de conciencia
Para prepararse a recibir el sacramento de la Confesión, reflexionando específicamente en el pecado de la pereza, el padre Víctor recordó los tres aspectos que siempre invita a sus laicos a cuidar en su relación: 1)con Dios, 2)con los hermanos, y 3)consigo mismo.
En este sentido propuso hacerse las siguientes preguntas para reconocer el pecado.
*Relación con Dios: ¿Cuánto le has amado? ¿Le conoces? ¿Dedicas tiempo a la oración? ¿Conoces tu fe?
*Relación con el prójimo: Repasar los 7 mandamientos del decálogo que hacen referencia a las relaciones fraternas.
*Relación consigo mismo: recordar los 7 pecados capitales, al descubrir en cual se está cayendo no solo busca evitarlo, sino busca cultivar la virtud que te auxiliará para evitar caer en dicho vicio.
Por ejemplo, la virtud que contraresta a la pereza, es la laboriosidad