La comunidad diocesana vivió hace unos días la experiencia de recibir reliquias del beato Carlo Acutis, próximo a ser canonizado ¿Cuál es el valor de una visita de este tipo? ¿Cómo se beneficia la diócesis? …Sacerdotes responden.
Diana Adriano
En un acontecimiento de gran significado para la comunidad católica local, las reliquias de primer grado del beato y próximo santo Carlo Acutis visitaron este mes de junio la Diócesis de Ciudad Juárez, despertando un profundo fervor entre los fieles.
El padre Eliezel Martínez, vicario parroquial de Nuestra Señora de La Paz, y otros sacerdotes foráneos que han publicado sobre el tema, responden a estas preguntas para explicar el significado y la importancia de las reliquias en la tradición católica.
¿Qué es una reliquia y cuál es su valor espiritual?
La palabra «reliquia» proviene del latín «reliquiae», que significa «restos». Las reliquias son los restos del cuerpo o de las vestimentas de un santo, una persona que ha vivido su fe de manera heroica y ha entregado su vida por el Señor.
Aunque Dios puede conceder milagros a través de la intercesión de los santos, lo más importante es que los fieles se acerquen a los santos para inspirarse en sus vidas. Debemos imitarlos con el deseo de vivir en santidad y aspirar a llegar al cielo.
¿Para un católico, qué representa venerar reliquias de un santo?
Las reliquias de los santos constituyen una fuente de piedad para todos los cristianos al tratarse de restos de aquellos que ya gozan de la gloria eterna. La Biblia enseña que Dios actúa a través de ellas, especialmente en los términos de sanación. Algunos de estos sucesos se encuentran narrados en 2 Re 13, 20-21; Mt 9, 20-22; Hch 5, 15; Hch 5, 15; y Hch 19, 11-12.
Pero debe quedar claro que las reliquias no son mágicas. No contienen un poder propio, un poder separado de Dios, sino que el Señor las utiliza como un medio para hacer sus milagros porque «quiere dirigir nuestra atención a los santos como ‘modelos e intercesores'».
¿Cuál es la diferencia entre reliquia de primero, segundo y tercer grado?
Las reliquias se clasifican en tres grados:
- Primer grado: Consiste en el cuerpo o un fragmento del cuerpo del santo.
- Segundo grado: Comprende un fragmento de su ropa o de algún objeto que el santo usó durante su vida, como un rosario, una Biblia o una cruz.
- Tercer grado: Se refiere a cualquier objeto que ha sido tocado a una reliquia de primer grado o a la tumba de un santo.
¿Es diferente venerar reliquias de beatos y de santos?
No hay diferencia. Ambos títulos reflejan una vida de virtudes heroicas. Podemos decir que no es diferente venerar la reliquia de un beato a la de un santo. Simplemente es la dignidad o el título que conlleva. Un hombre o una mujer declarado beato está ya en camino a la canonización y podemos decir que prácticamente será santo.
¿Cómo ayuda a una diócesis recibir reliquias de un santo?
Como diócesis nos ayuda para voltear nuestra mirada a Cristo. Primero es eso, la celebración se da en torno a Jesucristo, que nos llama a la santidad y ser como Él.
De alguna manera es una renovación en la fe y nos anima a descubrir que nuestra vocación bautismal es esa, la santidad, y que es posible ser santos. Personas comunes como nosotros han podido llegar a alcanzar tal dignidad, y unidos a Jesucristo es que nosotros también podemos hacerlo.
La doctrina católica sobre el tema de las reliquias
A estas preguntas responde el padre Fernando Pascual, LC, profesor de filosofía y de bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum.
¿Cuál es la doctrina católica sobre las reliquias?
La costumbre cristiana de venerar reliquias tiene a sus espaldas siglos de historia. Con estos objetos muchos bautizados recuerdan a hombres y mujeres de todos los tiempos que han testimoniado, de modo especial, su amor a Cristo y su fidelidad a la fe.
Ya en los primeros siglos de la era cristiana fueron redactados testimonios que muestran el respeto hacia restos mortales u objetos de diverso tipo, especialmente de mártires.
En otros lugares, y mientras duraban las persecuciones, los cristianos veneraban las tumbas de los mártires, celebraban su memoria, y trataban con respeto sus restos mortales, como auténticas “reliquias” (vestigios, recuerdos) del heroísmo de quienes dieron la propia vida por mantener su fe en Jesucristo salvador.
Cuando terminaron las persecuciones, no sólo se difundió el respeto a las reliquias de los santos, sino que se promovió también la búsqueda de objetos relacionados con Jesucristo y con personajes que convivieron con el Salvador, especialmente la Virgen María y los Apóstoles.
La veneración de las reliquias en tantos lugares mostraba la existencia de una fe profunda en los bautizados, pero no estuvo exenta de excesos o abusos.
Con el pasar de los siglos y con la llegada del cristianismo a nuevos pueblos de Europa, la difusión de las reliquias se hizo casi general. No faltaron, por desgracia, quienes con engaño y fraude aprovecharon la buena fe de cristianos ingenuos para hacer pasar por reliquias lo que eran objetos normales (no relacionados con mártires o santos).
En este contexto se va desarrollando y completando, a lo largo de muchos siglos, la doctrina católica sobre el uso y veneración de las reliquias.
¿Qué nos dice el Catecismo a este respecto?
De los últimos años, podemos evocar dos documentos de importancia que hablan sobre este tema. En primer lugar, el “Catecismo de la Iglesia Católica” (1993), que alude brevemente a las reliquias al referirse a las diversas formas de devoción popular.
“Además de la liturgia sacramental y de los sacramentales, la catequesis debe tener en cuenta las formas de piedad de los fieles y de religiosidad popular. El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiempo, su expresión en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia: tales como la veneración de las reliquias, las visitas a santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el vía crucis, las danzas religiosas, el rosario, las medallas, etc.” (Catecismo de la Iglesia Católica n. 1674).
El segundo documento fue publicado el año 2002 (tras la aprobación del Papa Juan Pablo II el año anterior) por la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, con el título “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones”. En este Directorio se ofrece un marco histórico, magisterial y teológico para comprender las diversas formas de devoción popular, entre las que se encuentra la veneración a las reliquias.
En resumen, la doctrina católica considera las partes de los cuerpos de los santos u otros objetos relacionados directamente con ellos, como una ayuda para entrar en contacto con Dios a través de hombres y mujeres que se dejaron transformar por la gracia y alcanzaron así el don de la salvación en Cristo. Esos hombres y mujeres son ahora intercesores, se unen a la oración de Cristo al Padre en favor de sus hermanos.
Este es el sentido correcto del uso y veneración de las reliquias, que ayudan al corazón cristiano para renovar su fe, y que permiten así una mejor comprensión del Evangelio y una participación más consciente y madura en los sacramentos, en los que no sólo recordamos (como al hacer uso de las reliquias) la acción salvadora de Cristo, sino que la acogemos como fue acogida, a veces de modo heroico, por tantos miles y miles de santos de todos los tiempos.