Card. Felipe Arizmendi Esquivel/ Obispo emérito de San Cristóbal
Mirar
Pasadas las elecciones en nuestro país, muchos están contentos con el triunfo de sus candidatos; otros tristes y desconcertados porque no ganaron aquellos a quienes dieron su voto. Esto es normal en las democracias y debemos respetar la decisión de la mayoría, aunque no sea de nuestro agrado. Nuestra vida no depende en todo del gobierno en turno, sino de nuestro esfuerzo diario y de nuestra organización comunitaria.
Supongo que los que votaron por los triunfadores fue porque están convencidos de que son las mejores personas, los más preparados, quienes hicieron propuestas más atractivas, quienes tienen más experiencia, independientemente de su vida personal. Esperamos que los elegidos sean muy buenos gobernantes y legisladores, para el bien de todos, también de quienes no les favorecieron con su voto. Pero lamento que muchos no tuvieron en cuenta esas cualidades, sino sólo quién les puede dar mayores beneficios económicos, quién les garantiza que sigan recibiendo su apoyo en dinero cada mes o cada dos meses, con quién pueden tener algún puesto que les reditúe mejores ingresos, y no les importó la historia y la forma de vida de sus candidatos. Cuando manda el dinero, se cierran los ojos y sólo se extiende la mano. Para muchos, en esto no cuenta su fe cristiana, sino sólo su interés económico.
Puede pasar como con los candidatos a la Presidencia en Estados Unidos. Muchos apoyan a Donald Trump, a pesar de que el Tribunal de New York lo haya condenado por 34 cargos, a pesar de haber sido infiel en su matrimonio y a pesar de su postura tan racista ante los migrantes. Sólo se fijan en que con este candidato la economía nacional y personal puede mejorar. Se amparan diciendo que él está contra el aborto, pero no toman en cuenta que promueve la industria armamentística, la que produce tanto dinero y que provoca tantas guerras y muertes, y que defiende a los vendedores de armas letales que tanto daño hacen allá y aquí con nuestros cárteles; si hubiera más restricciones para adquirir un arma, habría menos muertes de inocentes. El dinero y la economía pueden cerrar los ojos.
Discernir
Los obispos mexicanos, en nuestro Proyecto Global de Pastoral 2031+2034, expresamos: “Nuestra forma de gobierno ha ido avanzando lentamente. Una participación ciudadana cada vez más madura y organizada da señales de la toma de conciencia de que los asuntos públicos son responsabilidad de todos. Numerosos grupos sociales y ciudadanos se organizan cada vez mejor para expresar, manifestar y defender sus ideas en los más diversos campos, así como para exigir la rendición de cuentas y el respeto por sus derechos. Destacamos la importancia que en este nuevo escenario nacional adquiere la representación de un importante número de jóvenes que paulatinamente se han ido incorporando y van despertando en su participación ciudadana, utilizando de manera creativa las nuevas tecnologías en este campo. La democracia como forma de gobierno en nuestro país, aunque sea de manera formal, poco a poco se ha ido consolidando. Van quedando atrás las dudas y las controversias por los resultados. Se han fortalecido las instituciones en este campo, se han destinado cuantiosos recursos para dar credibilidad a las votaciones y se ha tratado de que sean los ciudadanos quienes estén al frente de estos procesos.
A pesar de que se han destinado grandes cantidades de dinero para consolidar nuestra democracia, siendo una de las más caras del mundo, no termina de afianzarse, dejando profundamente insatisfechos a muchos ciudadanos que se sienten desilusionados por esta forma de gobierno, sobre todo por los escándalos de corrupción, los salarios estratosféricos de políticos y funcionarios, la superficialidad de las plataformas de los partidos, la manipulación del voto que juega con la pobreza de la gente y los escasos resultados que se ofrecen para una vida mejor de los pueblos. Los políticos tendrán que recuperar la confianza de los ciudadanos y el verdadero sentido de la política, como esa búsqueda continua del bien común que nos lleva a construir sociedades justas y en paz. También los ciudadanos tendremos que saber que la democracia no termina emitiendo nuestro voto, sino que es necesario dar seguimiento a este proceso, exigir el cumplimiento de las promesas de campaña y pedir la rendición de cuentas de manera transparente, deber al que todo político está obligado” (Nos. 61-62).
El Papa Francisco, en su encíclica Laudato si, afirma: “El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal. En este sentido, ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo” (No. 128).
Y en un discurso a economistas, les dijo: “¡El dinero debe servir y no gobernar! Una vez oí decir a un crítico político: «En este país se gobierna desde los bolsillos»: ¡es feo!” (3-VI-2024).
Actuar
Tú eres responsable de tu desarrollo y el de tu familia. De tu trabajo responsable, honrado y creativo, dependen tu presente y tu futuro, así como de los tuyos y de tu comunidad. Exige al gobierno en turno que cumpla sus responsabilidades, que se comprometa a erradicar el clima de violencia e inseguridad que padecemos, pero de nosotros depende que los hijos y los jóvenes aprendan el valor del trabajo, del sacrificio y de la solidaridad, y que no nos dejemos corromper por las dádivas gubernamentales.