A partir de esta entrevista comenzamos una serie de reflexiones sobre los discursos y homilías que presentó el Papa Francisco en su visita a México del 12 al 17 de febrero.
El historiador católico, Jorge Traslosheros, catedrático e investigador de la UNAM, nos ayuda con esta entrevista a reflexionar sobre las palabras del Papa Francisco en su primer discurso en México, ante el presidente y la clase política del país.
Blanca Alicia Martínez
- ¿Qué le pareció el discurso del Papa Francisco en Palacio Nacional?
Me pareció muy bueno. El papa sabe hablar con una gran valentía sin ofender, es la virtud que pondera mucho, que se llama parresía, esa capacidad de hablar y decir la verdad sin que la otra persona se ofenda e invitándolo a la reflexión. Me parece que ese discurso nos habla del estilo del Papa Francisco, él es un gran director espiritual y constantemente, es su estilo muy personal, cuando predica advierte de las tentaciones y al advertir de las tentaciones no hace ninguna acusación personal, pero sí permite que la persona reflexione y se ponga los sacos que le correspondan, y en ese mismo estilo fue en el Palacio Nacional, además él tuvo un comportamiento muy sobrio porque era un evento de Estado, un evento, digamos en el lenguaje tradicional, no religioso, profano, era un evento profano y dijo una gran verdad: quien tiene responsabilidad de poder y crea estatutos de privilegio, lo que alimenta es la violencia y la corrupción. Ese fue su mensaje central y lo dijo con una gran valentía.
- El papa dijo que la identidad del mexicano es lo que afianza su esperanza ¿Cree usted que así es? y ¿en qué forma nuestra historia puede animarnos a una transformación social de la que habló el papa?
Creo que ahí lo que tenemos que tomar conciencia como mexicanos es que la historia de México es muy violenta, es una historia muy difícil, sobre todo a partir de la Independencia. México no conoció realmente un tiempo de paz, si es que eso se podría llamar paz, sino hasta el Porfiriato, duró poco y luego con la Revolución Mexicana, que no termina la violencia sino hasta 1938-1940, entonces México no solamente ha vivido en constante guerra civil sino que además hemos tenido distintos períodos de descomposición social. Hoy hablamos del crimen organizado, de los robos, ¡qué le vamos a decir a Ciudad Juárez que no conozca! Pero se nos olvida que durante gran parte de nuestra historia eso existió: asaltantes de caminos, inseguridad pública, en fin… no ha alcanzado nunca los niveles que estamos viendo, pero tampoco es nueva. Y la otra parte que debemos recordar de nuestra historia es que hemos sido invadidos constantemente, es decir, entre invasiones grandes y chiquitas, México es sin duda uno de los países más invadidos de la historia. Perdimos la mitad del territorio, nos invadieron franceses, ingleses, españoles y ya no digamos norteamericanos, y una serie de ataques permanentes a lo largo de nuestra historia. La pregunta que se hace el papa frente a esto es ¿Y cómo es que existe México? y es ahí donde dice, hay que recuperar la memoria, porque Mexico existe porque los mexicanos quieren; en ese sentido el comparativo con Polonia, sin llegar al dramatismo de allá, no es descabellado, es una buena analogía. Si México existe es porque los mexicanos quieren. En América sólo tenemos un caso parecido que es el de Paraguay, entonces es esta gran pregunta, México existe porque los mexicanos quieren que exista, y recuperar esa memoria es lo que nos da confianza, pues decimos, si hemos pasado 20, pasaremos 21.
- A qué se refiere el Papa cuando dice que “la sabiduría ancestral es uno de los mayores recursos biográficos de México?
Nosotros somos un pueblo que hunde profundas sus raíces en el encuentro de dos culturas hasta fundirse en una sola, la hispano medieval y renacentista y por otro lado las ancestrales culturas indígenas a lo cual se va a incorporar lo que se llama la tercera raíz, que aportan los esclavos africanos…y esta combinación es lo que va a a dar origen, no es una mezcla rara, sino un mestizaje; primero, el gran mestizaje cultural del Siglo XVI, es decir, los indios sin dejar de ser indios se vuelven cristianos y se crea una cristiandad distinta, nueva, con sus propias características que recupera esta sabiduría ancestral de dos pueblos milenarios y luego tenemos cómo se va confitgurando esto a lo largo del tiempo; y el papa en Catedral hablaba de estas tres vertientes: nuestra profunda raíz indígena, nuestro ethos católico, cristiano que no podemos olvidar, y la convergencia con esta modernidad ilustrada, que es lo que va a acabar configurando en México… entonces en este sentido sí somos un pueblo que hunde muy profundas raíces en la historia, y que no es el pleito entre indios y españoles, sino es la convergencia que genera una nueva cultura que podemos llamar propiamente mexicana.
- ¿Cómo nuestra cultura ancestral puede estimularnos -al pueblo y a la clase gobernante- a conseguir lo que el papa llamó una política auténticamente humana y el bien común?
El arbol que tiene profundas raíces aunque le peguen los huracanes…. Aquí hay una cuestión, no solamente México tiene una historia muy larga, sino una sabiduría muy larga, y aquí el elemento guadalupano es muy importante y lo señala el papa. El papa está muy consciente, está claro de que el acompañamiento de la Virgen de Guadalupe en la historia propiamente de México. Por eso el papa dice en otro momento, “México es inexplicable sin la Guadalupana”. Pero no se refiere nada más a la parte afectiva de “qué bonita es”, directamente cita el Nican Mopuha y dice, ahí hay una relación muy profunda que se establece entre Dios y los mexicanos, que es: la madre de Dios viene y anuncia al Dios por quien se vive, al mismo Jesús y le encarga a la gente, a un hombre muy sencillo, “una plumilla de viento”, como dice el Nican Mopuha, que transforme su mundo y que no tenga miedo de hacerlo. A eso se refiere el papa, a un pueblo que hunde sus raíces tan profundas y que la presencia de Dios es tan clara en su vida, una Iglesia que ha vivido dos persecuciones en un siglo, el siglo 20, la gran persecución religiosa del 14 al 38 y luego que le sigue una persecución de baja intensidad entre los católicos, pues hemos sido marginados, atacados con una reprobación pública si alguien expresa su fe, afortunadamente parece ser que ya empezó a cambiar y esto necesariamente nos debe dar conciencia y orientacion-rumbo: si somos leales a nosotros mismos, como decia Benedicto XVI, entonces podremos encontrar el camino y salir adelante.
- ¿Cómo cree que asumirá la clase política Mexicana la parte del discurso en el que el papa fustiga la corrupción y los principales problemas de México debido a que se sigue “el camino del privilegio de unos pocos”?
Yo no creo que produzca cambio alguno, creo que estas llamadas que ha hecho el papa son como las llamadas a misa, el que quiere va y el que no, se queda; es un asunto como muy personal. Aquí la verdadera pregunta es si nosotros los laicos “de a pie” le vamos a creer al papa, porque la clase política no cambia, a menos que tenga una exigencia cierta por parte de la sociedad civil, entonces me parece que es ahí donde puede haber una incidencia, y yo creo que el mal de la Iglesia Mexicana, el principal de sus males es el catolicismo vergonzante, es ese católico laico que le da pena, que no se atreve, que se hace chiquito, un católico apocado que no se atreve a dar testimonio público de su fe, entonces vive en una ezquizofrenia. Un catolicismo vergonzante o a la defensiva se explica en un ambiente de persecución, pero no lo tenemos ahorita, y en la persecución existen las catacumbas y las catacumbas son un lugar muy digno para el cristiano, el único lugar digno para esconderse, por cierto, porque ahí se hace Iglesia, pero en un ambiente como el nuestro, en donde sí tiene un costo hablar desde la fe, dar un testimonio, pero es un costo muy digno de ser pagado y a veces ni costo tiene, entonces ese catolicismo vergonzante es realmente el gran reto que tenemos. Y si nosotros, más que los políticos, vamos a responder a las invitaciones del papa a convertirnos en discípulos y misioneros en un mundo lastimado por la corrupcion y la violencia, ése es el reto.
- El papa habló de una responsabilidad personal como factor necesario para el desarrollo nacional ¿Cómo conseguir ello en un pueblo que ciertamente muestra signos de apatía, quizá desesperanza en que el cambio puede ser posible?
Es cierto, en este momento México vive como en una especie de depresión colectiva, la corrupción es de tal peso, las tramas son de tal peso, el mundo noticioso está lleno de este tipo de cosas que parece que nos agobian, pero como el papa les dijo a los religiosos, no podemos dejarnos derrotar por la resignación (en el mal sentido de la palabra), la acedia, la desesperanza, el fatalismo…Creo que ahí es donde la Iglesia tiene el más importante de sus retos: la desesperanza no es propia del cristiano, la resignacion mal entendida, la acedia, el fatalismo no son propios del cristiano, entonces la reflexión es para la Iglesia. Y entendamos como Iglesia no sólo los obispos, obispos, clero, religiosos, nosotros los laicos. Ahí la pregunta de fondo es ¿qué necesitamos nosotros católicos mexicanos para dar un testimonio vivo de esperanza? y la respuesta por supuesto es múltiple, no hay una sola respuesta, pero sí hay un camino muy claro: si queremos ser buenos cristianos, tenemos que ser buenos ciudadanos.
Ciudad Juárez, caso emblemático
Y Ciudad Juárez me parece que es un caso emblemático. Creo, me atrevo a decir que ahorita la Iglesia de Ciudad Juárez es la Iglesia fuente, la Iglesia que brilla en el unvierso católico mexicano, porque es la Iglesia de Ciudad Juárez, sobre todo los laicos que tomaron la decisión de dar un testimonio de su fe y componer su sociedad y lo están logrando.
Yo estoy muy consciente de la enorme participación de los laicos en los consejos ciudadanos, me lo dijo una persona que trabaja en esos consejos que promueve el senor Martí, y de otras muchas iniciativas parroquiales y esa Iglesia que, si mis fuentes son correctas, que no tuvo más ojos y más oídos y más corazón más que para reunirse con su pastor, con el Papa, ¡Que estaba vacía Ciudad Juárez, que todo mundo estaba con el papa!, eso me dijeron…y la homilía que dio el papa en Ciudad Juárez, los testigos me comentaron, y lo ví por imágenes de television, que verdaderamente había una conexión muy profunda con lo que el papa estuvo diciendo y haciendo.
Esa homilía en Juárez es histórica, profética, se lo digo como historiador, y estoy seguro que esa homilía tiene la fuerza de grandes homilías como la de Montesinos, que cambió el curso de la historia y evitó el exterminio de los indios y que culmina con una serie de acontecimientos en la defensa radical de los indios, pero porque hay una Iglesia que estaba escuchando. Estoy convencido de que esa experiencia de Iglesia que esta teniendo Ciudad Juárez, que no ha sido obra del gobierno, claro el gobierno ha participado, pero porque los ciudadanos se lo han exigido, esa exigencia ciudadana, esa participación, es el reto que todos los mexicanos tenemos y me parece que en ese sentido ustedes en Ciudad Juárez deben tomar conciencia de que su labor es muy importante para salatarnos el catolicismo vergonzante, porque no se puede ser un buen cristiano, sin ser un buen ciudadano y un católico vergonzante por lo tanto es un ciudadano lisiado.
- ¿Hay algo más que usted quisiera destacar de este discurso del Papa Francisco?
El de Palacio Nacional tiene esa impronta, que estaba calentando motores, los grandes mensajes vendrían después y sobre todo es un papa que sabe hablar en los silencios, escribí algo sobre los silencios del papa y eso es, que siempre después de los grandes mensajes hay grandes momentos de silencio contemplativo. Decía Benedicto XVI en su enciclica Deus Caritas est: tres cosas debe hacer la Iglesia, es decir, cada católico: anunciar a Cristo, celebrarlo en la Liturgia, y practicar su palabra en la caridad: Anunciar, celebrar y actuar.