Diana Adriano
En un ambiente de gratitud y regocijo, religiosas Misioneras de María Dolorosa y la comunidad que asiste a la Capilla San Antonio Senecú, se unieron para celebrar el 75 aniversario del Asilo de Ancianos, una institución que ha brindado amor, cuidado y atención a generaciones de personas mayores desamparadas.
La emotiva celebración tuvo lugar en la misa dominical del pasado 30 de julio a las 11 de la mañana, presidida por el padre Alberto Castillo, y a la 1 de la tarde presidida por el padre José Farias, en la capilla San Antonio de Padua, en Senecú.
Aunque la fecha oficial del aniversario fue el 26 de julio, las hermanas decidieron aplazar el festejo para compartirlo con la comunidad en el domingo más cercano, logrando así una mayor participación y emotividad en el festejo.
Como se sabe, el Asilo de Ancianos en Senecú fue fundado en 1948 por monseñor Baudelio Pelayo y las Misioneras de María Dolorosa. A lo largo de estos 75 años, ha brindado un hogar seguro y afectuoso a cientos de residentes ancianos sin familias que han encontrado en este lugar un refugio para sus últimos años.
Alegría presente
La alegría se hizo presente en el pueblo de Dios, que demostró su cariño tanto a los residentes del asilo, como a las Misioneras de María Dolorosa, quienes han sido responsables de esta loable labor.
“Vimos mucha alegría, vimos que nos quieren, que quieren a esta obra, a los abuelos y el servicio que estamos prestando, y no nos queda otra cosa más que darle gracias a Dios por ello», dijo la hermana María Piedad Quezada, quien dirige el Asilo junto con la hermana Socorro Solís.
Y abundó:
«Esto es un agradecimiento a Dios porque solamente con la gracia de Él ha sido posible que estos 75 años transcurrieran sin ningún contratiempo en cuanto a que los ancianitos les faltara algo. La gracia de Dios es la que ha hecho posible que en estos 75 años podamos presentar este servicio a los más desprotegidos».
Servicio integral
Igualmente, la celebración fue una oportunidad para reconocer el invaluable aporte de toda la comunidad diocesana en el servicio del asilo. La madre Piedad hizo hincapié en cómo el trabajo conjunto con diferentes carismas y dones ha permitido brindar un servicio integral a los ancianos.
«Aquí entra todo el pueblo de Dios con sus carismas, con sus dones que el Señor les ha dado, quien aporta su conocimiento como trabajadora social, los voluntarios que ofrecen su tiempo, etcétera. Eso es algo que nos llena de alegría y agradecimiento a Dios y a los corazones de ellos», concluyó.
Al finalizar la Santa Misa, la hermana Socorro, compartió que con 75 años de trayectoria, el Asilo de Ancianos en Senecú continúa siendo un ejemplo inspirador de servicio, solidaridad y amor hacia los más vulnerables de la sociedad, continuando así con el legado de monseñor Baudelio Pelayo.