Diana Adriano
En un mundo donde a menudo se pasa por alto el sufrimiento de los enfermos terminales, la intención de oración del Papa Francisco para febrero de 2024, es orar por ellos y sus familias.
Ante esto, el padre Juan Carlos López, licenciado Teología Moral con especialidad en Bioética, recuerda la importancia de la compasión y la solidaridad hacia aquellos que enfrentan el final de sus días y ofrece perspectivas sobre cómo la Iglesia aborda esta delicada situación.
Saber acompañar
El padre Juan Carlos destacó la importancia de la iniciativa del Santo Padre, resaltando el compromiso de la Iglesia con la caridad y la asistencia a los más necesitados, especialmente en momentos de enfermedad.
«La Iglesia siempre ha abordado el tema de los enfermos terminales desde la perspectiva de la caridad y la asistencia», expresó el padre.
«Una de las obras de la Misericordia es asistir a quienes tienen necesidad, y la enfermedad es sin duda una de esas necesidades».
El Papa Francisco, en su intención de oración, enfatizó que si bien existen enfermos incurables, no hay enfermos “incuidables”. Con esto quiere destacar que todos los enfermos merecen ser cuidados y acompañados durante todo el proceso de su enfermedad, hasta el último momento de su vida y de su muerte natural.
Por ello el padre Juan Carlos alentó a los fieles a unirse en oración por los enfermos terminales, reconociendo la importancia de brindarles apoyo espiritual y material en su camino hacia la paz y la dignidad en el momento final de sus vidas.
Además subrayó la necesidad de aprender que la medicina muestra una realidad desde una perspectiva humana, de que ya no se puede hacer más por el enfermo y ante ello, “lo que importa es amarlos, acompañarlos y hacerles sentir el afecto de todos”.
Apoyo al desahuciado
Al compartir su experiencia como sacerdote atendiendo enfermos terminales, el padre Juan Carlos dijo que el mayor dolor para un enfermo terminal no siempre es la enfermedad en sí misma, sino la sensación de convertirse en una carga para sus seres queridos. Esta percepción, consideró, genera un ambiente de desesperanza en medio de la enfermedad.
“Todos vamos a morir -afirmó-. pero algunos tienen la circunstancia de recibir el anuncio de que van a morir debido a una enfermedad”, dijo.
Expresó que el peso de una noticia de esta índole, se vuelve aún más difícil de sobrellevar cuando la familia no hace al enfermo sentirse querido o apoyado.
Por ello enfatizó en que un enfermo terminal, especialmente aquel que ha recibido un pronóstico desfavorable, necesita el cariño y el apoyo de todos.
Realidad humana
Por otra parte, el sacerdote reflexionó en que la enfermedad forma parte intrínseca de la realidad humana.
«Es una manifestación de nuestra fragilidad inherente, parte de nuestra condición de nacer, crecer y morir. En este proceso de crecimiento, la enfermedad está presente».
El sacerdote explicó que, según la reflexión teológica, la enfermedad está relacionada con el pecado, pero no como un castigo directo por acciones individuales. Más bien, la enfermedad se considera una consecuencia general del pecado original, una condición que afecta a toda la humanidad. Sin embargo, tanto creyentes como no creyentes están sujetos a enfermarse.
“Es importante comprender que la enfermedad no es una forma de castigo divino. Es una realidad inherente a la condición humana, independientemente de nuestras creencias religiosas. Todos estamos sujetos a experimentarla en algún momento de nuestras vidas».
Por otra parte destacó la diferencia entre la perspectiva del cristiano y la del no creyente con respecto a la enfermedad.
Según el padre Juan Carlos, ambos experimentarán la enfermedad, pero la diferencia radica en el recurso que tienen para sobrellevarla.
«El creyente tiene en Dios una esperanza, una fuerza y un auxilio particular para enfrentar la enfermedad. La fe le proporciona consuelo y fortaleza durante los momentos de enfermedad y sufrimiento”, añadió.
En contraste, el no creyente enfrentará la experiencia de la enfermedad utilizando únicamente sus propias fuerzas y recursos. Sin embargo, esto no significa que carezca de capacidad para enfrentar la enfermedad, sino que lo hace desde una perspectiva diferente, sin la dimensión espiritual que la fe proporciona.
“La fe cristiana ofrece al creyente una esperanza que trasciende las limitaciones humanas. Es un apoyo adicional que les permite encontrar significado y propósito en medio del sufrimiento”, añadió.
Por ello, para los cristianos la enfermedad puede convertirse en una oportunidad de redención, si se sabe ofrecerla a Dios, unidos a la Cruz.
Muerte digna… O amor en la muerte
Al referirse al tema de la llamada “muerte digna”, aludida en el caso de enfermedades terminales y desahucios, el padre Juan Carlos destacó que la forma en que se entiende la dignidad en el proceso de morir, varía según las creencias y valores.
“Para algunos, la muerte digna puede interpretarse como la opción del suicidio asistido o la eutanasia, especialmente en casos de sufrimiento extremo y postración”, explicó.
“Sin embargo, desde nuestra perspectiva como creyentes, la muerte digna implica morir rodeado de amor y afecto”, abundó.
Desde esta óptica, la muerte digna se define por el acompañamiento amoroso y el cuidado compasivo hacia la persona que enfrenta su último momento, tal y como lo plantea el Papa Francisco.
Verdadera dignidad
Así, para el sacerdote, dejar que alguien muera en soledad, abandono o sin sentirse querido es contrario a este concepto de muerte digna.
«Dejar morir a alguien en la calle, solo o sintiéndose no querido es una negación de su dignidad como ser humano».
Enfatizó que cuando nos encontramos ante la situación de alguien desahuciado, la muerte digna implica brindarle todos los cuidados y acompañamiento posibles. Para él, esto significa cuidar, limpiar, alimentar y acompañar a la persona moribunda, haciéndole saber que es amada y valorada hasta el último momento de su vida.
«La muerte digna no se trata solo de garantizar el acceso a los cuidados médicos necesarios, sino también de proporcionar amor, afecto y compañía», expresó. «Es asegurar que la persona se sienta rodeada de cariño y apoyo durante su proceso de morir».
En frase…
«Ofrecer cuidados y compañía a alguien desahuciado es una expresión tangible de amor y respeto por su dignidad como ser humano. Es darle la oportunidad de vivir sus últimos momentos en un ambiente de paz y confort, sabiendo que no está solo y que es amado”.
Para saber…
Algunos aspectos sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida están contenidas en la carta Samaritanus Bonus, de la Congregación para la Doctrina de la Fe publicada en 2020.
La carta incluye aspectos como hacerse cargo del enfermo, la vida como don sagrado e inviolable, y enseñanza del magisterio respecto temas relacionados, como
la prohibición de la eutanasia y el suicidio asistido, la obligación moral de evitar el ensañamiento terapéutico, los cuidados básicos, cuidados paliativos y el papel de la familia y los hospitales.
También aborda aspectos como casos de enfermos en estado vegetativo o de mínima conciencia en un paciente, así como el acompañamiento pastoral y el apoyo de los sacramentos a enfermos terminales, esto último abordado en los artículos de esta edición.