Al acercarse la fiesta de san Benito Abad, sacerdotes juarenses comparten con los lectores de Presencia lo que la espiritualidad benedictina dejó para sus vidas haber vivido una experiencia en monasterio…ofrecen consejos alusivos, para la vida diaria.
Ana María Ibarra
Una experiencia espiritual llena de aprendizaje y enriquecimiento para su ministerio sacerdotal, vivieron hace algunos años los sacerdotes Eduardo Hayen, Felipe Juárez, Armando Benavides y Juan Manuel Orona al ir de retiro espiritual en el monasterio Cristo en el Desierto, de una comunidad de monjes benedictinos en Estados Unidos.
Al acercarse la fiesta de san Benito Abad, cada uno de estos sacerdotes comparten con los lectores de Presencia lo que la espiritualidad benedictina dejó para sus vidas, tras haber vivido esta experiencia.
Jesús en el Desierto
El padre Juan Manuel Orona hizo remembranza de aquella experiencia desde la llegada al monasterio que se encuentra a unos kilómetros de distancia de Santa Fe, Nuevo México.
“Pasando el pueblo La Española. Después de veinte kilómetros de terracería y gravilla empieza uno a disfrutar de la naturaleza. Finalmente se encuentra uno de frente con ese monasterio benedictino llamado Cristo en el Desierto”, compartió el padre Juan Manuel Orona.
El sacerdote señaló que su nombre hace alusión a la experiencia de Jesús en el desierto, como lo narran algunos evangelios.
“Se trata de un lugar de silencio, nos lo dice la geografía, nos lo dice el mismo clima que se respira. Cuanto más se va introduciendo a ese monasterio empieza el silencio, y van apareciendo letreros que dicen: lugar de silencio. El desierto hace alusión a la soledad que también es un elemento de la espiritualidad cristiana en general, pero más de los monjes benedictinos”, dijo.
Regresar a lo esencial
El desierto, agregó, recuerda la soledad, elemento de la espiritualidad cristiana en general, pero aún más del monasterio, y, por otro lado, recuerda la sencillez de la vida, pues, en los pocos días de estancia logró percatarse de lo superfluo que se vive en la actualidad y de las cosas innecesarias a las que se apega el ser humano.
“Ahí me di cuenta que no se necesitan tantas cosas para vivir bien y en paz. En nuestra sociedad actual no dejamos el celular, esos días en el monasterio me recordaron que es importante regresar a la sencillez de la vida y evitar esos distractores que nos desorientan de lo esencial de la vida”.
Oración y canto
El sacerdote recordó que el retiro fue en silencio y los monjes les permitieron vivir algunos momentos de la vida comunitaria Benedictina, como, por ejemplo, la oración.
“Participamos de la misa con ellos, del canto, que es otro elemento de la espiritualidad Benedictina, de las comidas, que también son momento de silencio, de escuchar la lectura espiritual”, compartió.
Todo lo anterior, dijo el padre Juan Manuel, sirvió para vivir esos días en recogimiento y disfrutar de la vida de los monjes.
“Luego, los padres que fuimos pudimos compartir esta experiencia entre nosotros”.
Asombro por la naturaleza
De lo que más impresionó al sacerdote fue la noche, su silencio y oscuridad.
«Logré apreciar la luz de las estrellas, signos hermosos, que, en nuestro diario vivir, llenos de tantas luces artificiales, hemos perdido el asombro por la belleza de la naturaleza”.
El padre Juan Manuel compartió que en el Seminario había estudiado sobre los padres del desierto y la espiritualidad monacal, carisma a la Iglesia, además de la vida de san Benito, san Antonio Abad y otros fundadores del monacato en Occidente.
“Este lugar es maravilloso, cerca de la frontera que nos permite conocer no sólo un lugar físico geográficamente hermoso, sino una espiritualidad que tanto puede seguir aportando a nuestra vida como cristianos”.
Principios benedictinos
Consciente de que no todas las personas pueden vivir esta experiencia espiritual del monasterio, el sacerdote dio algunos consejos destacando los rasgos que se pueden realizar en la vida cotidiana de los principios de la vida benedictina, los cuales, dijo, “son un tesoro de la Iglesia”.
“El silencio y recogimiento nos invitan a no dejarnos llevar por las prisas y el ruido que no nos permite orar. Pidamos al Espíritu Santo que nos conceda el don de ser hombres y mujeres de silencio y recogimiento para escuchar la voz del Espíritu y saber qué dirección tomar en nuestra vida, para oír los llamados de Dios”, dijo.
Tomando en cuenta el lema de la máxima de la espiritualidad benedictina, Ora et labora “reza y trabaja”, el padre Juan Manuel invitó a orar a Dios a través de las actividades del día imprimiéndole la caridad cristiana a lo que realizamos.
“Cada día, terminarlo con un sentimiento de gratitud, porque el Señor nos permitió hacer con humildad nuestras tareas”.
Sobre el rasgo de hospitalidad, el entrevistado recordó que es un principio muy valioso, sobre todo en esta ciudad fronteriza, donde todos los días llegan hermanos migrantes.
“Debemos ser más acogedores con ellos, respetuosos de sus personas, si no los vamos a ayudar, cuando menos ser amables y si podemos darles alimento, cobijo o defender sus derechos, hacerlo, estaremos poniendo en práctica la obra de misericordia que el Señor nos enseña y que san Benito tomó como un pilar de la vida monástica”, motivó.
Sobre san Benito y su espiritualidad
El padre Juan Manuel compartió sobre San Benito Abad, cuya fiesta se celebra en la Iglesia el 11 de julio:
San Benito fue un monje en el Siglo IV y el Siglo V. Tuvo una hermana que también es santa, Santa Escolástica. Ella vivió en un monasterio para mujeres y él en el monasterio para hombres y se veían una vez al año pasando un día entero compartiendo los alimentos, sus vidas y lo que Dios obraba en ellos.
A San Benito se le conoce como el fundador del monaquismo en Occidente. Él creó una regla muy completa, muy exhaustiva para los monasterios que todavía es utilizada. La hospitalidad está incluida en esa regla.
Quienes viven en los monasterios son gente de cultura, de educación, de promoción de la religión, de formación en la fe. Han dado grandes aportes no sólo a la Iglesia, sino al mundo entero. La civilización se ha visto grandemente beneficiaria. Muchas catedrales fueron construidas por monjes benedictinos inspirados en San Benito
Rasgos de la espiritualidad Benedictina
- La oración. La oración salvífica, la oración con el canto o la palabra de Dios, con el centro de la eucaristía
- El trabajo. Un monasterio benedictino es autosustentable. La mayor parte de sus alimentos ellos mismos los producen. Elaboran pan, tienen sus hortalizas, en algunos monasterios tienen sus animalitos para los alimentos necesarios. En el monasterio de Cristo en el Desierto elaboraban cerveza, no sólo para el consumo de los mismos monjes, sino también para vender y obtener ingresos para el sostenimiento de monasterio.
- El contacto con la naturaleza.
- El servicio de la comunidad.
- La hospitalidad. Los benedictinos tienen muy marcado en su espiritualidad recordando aquello que Jesús dijo: “Fui forastero y me hospedaste” (Mt. 25). Cuando llega un visitante o peregrino, lo reciben con mucho cariño y lo atienden, le dedican tiempo y abren las puertas de algunos espacios como el comedor.
- La vida comunitaria. Aunque se cree que el monje es un ser solitario no es así. Tiene su celda como espacio personal, pero el monje vive mucho su existencia en comunidad apoyándose del hermano, preocupándose por él.