Antes de su muerte, el santo recibió las llagas de la crucifixión como confirmación de su configuración con Cristo
Ana María Ibarra
Un sello especial recibió san Francisco de Asís antes de su muerte al recibir los estigmas, llagas que nunca pidió, sino que le fueron dadas por Dios como confirmación de su configuración con Cristo.
Así lo compartió el padre franciscano fray Mauro Manuel Muñoz Méndez, quien vive en la parroquia de Guadalupe, en El Paso, Texas, y es párroco en All Saints.
Hablar de los estigmas de san Francisco de Asís es hablar de una vida configurada con Cristo y el cumplimiento del deseo de Francisco de experimentar y vivir en todo su ser el amor que Cristo vivió.
Las heridas de la crucifixión de Cristo aparecieron en manos, pies y costado de san Francisco de Asís en el monte Alverna en 1224, como sello de una profunda unión con Cristo crucificado.
Para la familia franciscana y los fieles devotos de san Francisco, los estigmas son un signo del inmenso amor de Dios y del sufrimiento de Cristo que Francisco llevó durante dos años hasta el día de su muerte.
“Las llagas le fueron dadas a san Francisco en 1224. Este suceso se dio en un ambiente de oración y no fue algo buscado. La impresión de las llagas sucedió en la visión que tuvo de un serafín lanzándole unos rayos que le llegaron a las manos, los pies y el costado. Esto sucedió dos años antes de su muerte, que fue en 1226”, compartió el padre Mauro Muñoz, de la Orden de Frailes Menores.
El fraile añadió que santa Clara le hizo a san Francisco unas prendas para que no le lastimaran los pies al caminar, así como para el costado, porque sangraba.
Francisco, añadió el entrevistado, nunca quiso mostrar a nadie los estigmas, sólo a santa Clara y a unos cuantos frailes. Fue hasta que murió cuando la gente pudo verlas.
“Ese suceso lo celebramos el 17 de septiembre. Las llagas son vistas como un sello de que Dios estaba reconociendo la vida de san Francisco que inició relacionada con el Cristo de san Damián y que lo fue llevando a lo largo de la vida a diferentes encuentros. Francisco vivió su encuentro con Cristo de diferentes maneras, no precisamente sobrenaturales”, mencionó.
El encuentro más importante de quien es conocido como el pobre de Asís fue con un leproso.
“El gran encuentro con Cristo que él platicó fue con el leproso y también con la escritura. San Francisco fue un gran amante del Señor y en su oración hay dos frases que repetía: el amor no es amado; y mi Dios y mi Todo. Nunca en su oración pidió el estigma, pero sí el amor”, reiteró el sacerdote franciscano.

Controversia
Los estigmas o llagas, comentó el padre Mauro, se han vuelto un tema muy controversial, desde la ciencia, la psicología y la psiquiatría ya que se ha descubierto que es algo que puede ser producida por la misma persona a través de la mente.
“La mente es tan poderosa que puede producir este tipo de llagas. Escuché una entrevista que me dio mucho gusto: le preguntaron a un psiquiatra su opinión sobre los estigmatizados y decía que muchos no son estigmatizados de verdad, que era tanta su obsesión que se infligían las heridas, pero cuando morían desaparecían”, mencionó.
Lo que al padre Mauro le causó alegría fue el momento en que le preguntaron al especialista sobre las llagas de san Francisco de Asís, diciendo el médico que, en ese caso, san Francisco nunca los buscó y que él era una persona sana, psicológicamente hablando.
“Lo que san Francisco quería y lo que le pedía a Jesús era experimentar el amor que el mismo Jesús experimentó al morir por nosotros en la cruz. No era la experiencia del dolor y del sufrimiento, sino el mismo amor por nosotros y como resultado le dio las llagas, y las llagas no desaparecieron al morir”, compartió el padre Mauro.
Y concluyó diciendo: “Para todo mundo, en especial para los franciscanos, es una confirmación de que san Francisco se configuró con Cristo. Es un auténtico modelo a seguir, un auténtico cristiano confirmado por Jesús”.


































































