Diana Adriano
En un emotivo acto de devoción y unidad, fieles se congregaron el pasado viernes 18 de agosto para dar comienzo al Congreso Diocesano Mariano con una pequeña pero significativa procesión. La iniciativa, motivada por el amor a María, buscó elevar plegarias por la paz en Ciudad Juárez y en todo el mundo.
La procesión partió del estacionamiento del Museo La Rodadora y tuvo como destino final el Gimnasio de Bachilleres, lugar en el que se llevó a cabo el Congreso Diocesano Mariano.
A lo largo del recorrido, los fieles caminaron por la Avenida Jesús Soltero Lozoya, irradiando fervor y esperanza en cada paso. Con cantos de veneración, el contingente giró hacia la calle Don Pedro Meneses Hoyos, creando una estampa conmovedora que expresaba su profundo deseo de paz y armonía.
Deseo de paz
Al inicio de la procesión, el padre Armando Benavides dirigió una oración en la que destacó cómo María enseña el valor de la paz y la compasión en momentos de adversidad.
Héctor Cruz Navarro, Caballero de Colón y coordinador de la peregrinación, lideró la marcha con entusiasmo y dedicación y destacó la belleza de la oportunidad que se les brindó para vivir su fe y reafirmar su amor a María.
“Cargamos la Virgen como un gesto simbólico de nuestra conexión con María y nuestro deseo de paz”, dijo el profesor Cruz.
“Definitivamente, pienso que estamos viviendo en un momento crítico en el que tenemos que estar en una lucha constante contra el mal, y lamentablemente son pocas las oportunidades que tenemos como esta para manifestar nuestra fe y nuestro amor a María”, agregó.
También estuvieron presentes las Damas Isabelinas, quienes colaboraron con los diferentes grupos de la comunidad participantes en este acto que quiso destacar la importancia de la unidad y la solidaridad en la búsqueda de la paz.
Así, la procesión fue preludio para las actividades que se llevaron a cabo durante el congreso, en las que los asistentes pudieron conocer más de la Virgen María y disfrutaron de su amor.
Rezo del Santo Rosario
Al llegar la procesión al Gimnasio de Bachilleres, el ambiente se llenó de un aura de recogimiento y espiritualidad. El espacio brillaba con la energía de los presentes, quienes habían llevado consigo sus deseos más sinceros de paz y reconciliación y en un gesto unificador, todos participaron en el rezo del Santo Rosario.
Las cuentas del rosario pasaban por las manos de los devotos mientras recitaban las oraciones en honor a la Virgen María y meditaban sobre los misterios. Cada Ave María, cada Padre Nuestro, se convertía en un ruego ferviente por la paz.
«El rezo del Santo Rosario nos brindó un espacio de comunión espiritual y esperanza», compartió el coordinador de la procesión.
«Fue un recordatorio de que, a través de la oración y la unión en la fe, podemos contribuir a la construcción de un mundo más pacífico y amoroso”, concluyó.