- En un artículo exclusivo para Desde la fe, la periodista mexicana cuenta cómo fue su carrera profesional al lado de Juan Pablo II, durante los 26 años de su pontificado.
Con motivo del centenario del nacimiento de Juan Pablo II, celebrado este lunes 18 de mayo, la periodista mexicana Valentina Alazraki, escribió en exclusiva para Desde la fe sobre 26 años de carrera profesional al lado del Papa Juan Pablo II.
Nos cuenta, por ejemplo, la primera vez que se encontró cara a cara con Su Santidad el 25 de enero de 1979, en la víspera de su primer viaje a México.
“Le salí de un escondite, detrás de unas plantas -que se encontraban afuera del Aula Pablo VI- con un sombrero de charro”.
Y es que –explica la periodista- su jefe Jacobo Zabludovsky le había pedido una entrevistara con el recién electo Papa, y no había querido oír razones cuando ella le explicó que “los papas no daban entrevistas”.
Recuerda: “Nunca voy a olvidar la sonrisa y la mirada benévola que me reservó (Juan Pablo II), como si ver a una joven pelirroja con un sombrero de charro y un micrófono en los jardines del Vaticano fuera pan de todos los días”.
Aquella fue la primera vez que Juan Pablo II la identificó como mexicana, y a partir de aquel día la vería durante 26 años y medio, en cien de sus 104 viajes internacionales, y en centenares de coberturas en el Vaticano.
“Al principio cuando me veía –escribe Valentina– me señalaba con un dedo y me decía: “México, México”; luego con el paso de los años, me llamaría por mi nombre”.
En su colaboración para Desde la fe, la corresponsal de Televisa en el Vaticano narra cómo, durante muchos años, vivió una experiencia profesional extraordinaria, siguiendo a un líder que iba haciendo historia en el mundo.
“Fue hasta después, cuando empezamos a ver que le temblaba una mano, luego un brazo, que se iba encorvando, que el Parkinson le iba robando la sonrisa que había cautivado al mundo y le iba inmovilizando los músculos del rostro y del cuerpo, cuando se volvió un hombre frágil, con muchas discapacidades, sentado en una silla de ruedas, que entendí la verdadera esencia de Juan Pablo II”.
“Entendí que su carisma no venía de los dones que Dios le había dado y que había compartido con nosotros, sino de su fe granítica, de su fortaleza, de la capacidad que tenía para infundir esperanza”.