Ana María Ibarra
El pasado 22 de diciembre falleció en esta ciudad la hermana Maurilia Saldívar Olmos, religiosa de la congregación Misioneras Guadalupanas que realiza apostolado en el Colegio Tercer Centenario, perteneciente a la parroquia Cristo Rey.
La religiosa, quien adoptó como nombre religioso Francisca Teresa del Niño de Jesús, y era conocida como madre Tere, se encontraba en esta diócesis desde el 12 de septiembre supliendo a una de sus hermanas de congregación. Era la segunda vez que la religiosa sirvió en esta diócesis.
La hermana Tere enfermó el 22 de diciembre por la mañana y por complicaciones falleció en el Hospital Santa María. Tenía 81 años de edad y más de 50 años como consagrada.
Le sobreviven cuatro hermanos: Enrique, Gilberto, Jesús y Rafael, y seis hermanas: María del Refugio, Asunción, María Guadalupe, Belén, Imelda y María.
Su misa de exequias
Originaria de Tlachichila, Zacatecas, Maurilia nació el 13 de febrero de 1939 y a la edad de 17 años ingresó a la congregación, cuya casa general se encuentra en Guadalajara.
La hermana Consuelo Robles Pérez compartió que ese 22 de diciembre la religiosa estaba muy animosa y alegre como siempre.
“En Periódico Presencia leyó que era el año de San José y me pidió que la llevara a la librería de El Señor de la Misericordia, compró la imagen de San José, novenas, oraciones, medallitas, de ahí comenzó a estar enferma. Después de que regresamos, comenzó a vomitar, era hipertensa y no se había tomado las pastillas”.
La hermana Consuelo estaba sola con hermana Tere, ya que la madre superiora Ascensión Madrigal, se encontraba fuera de la ciudad. Fueron las hermanas Clarisas Capuchinas quienes la ayudaron a llevarla al Hospital Santa María, donde le administraron suero, oxígeno y una sonda.
“Hubo muchas complicaciones. No era diabética y llevaba la glucosa a 500. La hospitalizaron a las cuatro de la tarde y falleció a las 8:45 de la noche”, dijo la hermana Consuelo.
La misa de exequias se celebró en la capilla del convento de las Clarisas Capuchinas el lunes 28 de diciembre por la mañana, y el martes 29, se trasladaron sus cenizas a Guadalajara en la casa de estancia, donde se encuentran las hermanas enfermas y las criptas donde serán depositadas sus cenizas.
“Las hermanas Capuchinas nos apoyaron mucho, tanto en la forma económica y con su compañía”, resaltó la hermana Consuelo.
Amable y alegre
En estos tres meses en que la hermana Tere estuvo en la diócesis, fue siempre alegre, muy entregada y muy amable con los niños.
“Habíamos convivido en tres ciclos escolares en Michoacán. Dentro de la congregación siempre fue muy feliz, dijo que cuando se iba a ir al convento, su mamá no la quería dejar y que el párroco no le dio la carta de autorización. Fue su papá y la llevó sin carta. Poco después la mamá firmó y el párroco también”.
Estando en Ciudad Juárez por segunda vez, la hermana Tere no quiso irse a Guadalajara hasta que llegara la hermana a quien estaba supliendo.
“Compartimos muchas experiencias de familia, pero sobre todo espirituales, entre ellas, las homilías del padre Leonardo García, una de ellas en la que nos pidió que sepamos disfrutar todo lo que tenemos. Compartimos dos retiros en línea, uno de San Francisco y otro de los Salmos”.
Agregó que la hermana Tere constantemente estaba en la capilla y el día de su muerte fue a misa y comulgó.
Para la hermana Consuelo este suceso fue doloroso, sin embargo recordó con alegría las experiencias compartidas, así como que la hermana Tere era una “chica” cibernética.
“Las misas las escuchaba por Facebook y con sus hermanos se comunicaba a través de Messenger. Era una mujer callada para escuchar a Dios en su corazón y escuchar lo que le decía. Pero era alegre y se acoplaba en todo de ambiente”.
“Me duele su ausencia física, pero sé que está en un lugar mejor”, finalizó.
¡Sólo Dios!
Hna. Teresa Saldívar Olmos
“Yo soy la Resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Jn 11, 25)
El Instituto de Misioneras Guadalupanas, agradece con dolor y esperanza en la Resurrección, la vocación de la hermana Tere Saldívar porque perseveró hasta el final de su llamado, como Misionera Guadalupana.
La madre Tere como fue conocida, fue una hermana, silenciosa, prudente, piadosa, humilde, sencilla disponible, obediente, responsable, con gran espíritu de servicio.
Fiel a su vocación recibió la corona de la gloria el día 22 de diciembre de 2020.
Como una Gran Misionera Guadalupana que fue, hasta la eternidad. (publicado en el sitio web de las Misioneras Guadalupanas)
Descanse en paz Hermana Tere
Nació el: 13 de febrero de 1939
Ingresó a la congregación: 12 de septiembre de 1956
Profesión temporal: 12 de octubre de 1958
Profesión perpetua: 22 de julio de 1968