Una cena-baile enmarcó la celebración del hogar para sacerdotes en retiro
Diana Adriano
En un ambiente lleno de gozo y gratitud, la Casa Sacerdotal San Juan XXIII celebró su segundo aniversario el pasado 29 de junio con una cena-baile en el salón de eventos Nuvó, en el cual cientos de personas se reunieron para conmemorar este acontecimiento.
La atmósfera festiva se vivió en cada rincón, en la que los asistentes disfrutaron de la música, el baile y la camaradería.
Ubicada en la calle Víctor Hugo #9275, la casa sacerdotal se ha convertido en un refugio acogedor para aquellos sacerdotes que han entregado su vida al servicio de Dios y de la comunidad, y que ahora necesitan un espacio en el que puedan descansar, convivir y recibir el cuidado necesario durante sus años de retiro o en situaciones de salud adversas.
Momento de convivencia
El padre Guillermo Sias, director de Casa Sacerdotal, fue el encargado de dar inicio al encuentro con unas palabras de agradecimiento hacia los presentes. Resaltó la importancia de la Casa Sacerdotal San Juan XXIII como un espacio que brinda amor y apoyo a los presbíteros por su entrega generosa.
Por medio de un video que se proyectó en el evento se destacó el propósito fundamental de la Casa Sacerdotal, que no sólo brinda un lugar físico, sino también un ambiente de apoyo y compañerismo para los curas que han dedicado su vida al ministerio pastoral.
El director destacó cómo este hogar se ha convertido en un espacio vital para el bienestar emocional, espiritual y físico de los residentes, fomentando el enriquecimiento mutuo y fortaleciendo los lazos de fraternidad entre los sacerdotes.
Además, el padre Guillermo hizo una especial mención a la protección y el cuidado de san Juan XXIII, a quien se le pidió que intercediera por todos los presentes ante Dios.
La cena-baile fue un momento de confraternidad y alegría, en el que los asistentes tuvieron la oportunidad de disfrutar de los alimentos y compartir momentos especiales con los sacerdotes residentes. Su participación fue especialmente significativa, ya que representan la esencia misma de esta noble obra.
Asimismo, se pudo contar con la presencia del señor obispo, don José Guadalupe Torres Campos, religiosas, seminaristas, sacerdotes y feligreses de la comunidad, quienes se unieron con entusiasmo a la celebración del segundo aniversario.
Juntos, compartieron una noche llena de alegría y expresaron su gratitud hacia la Casa Sacerdotal por su importante labor.
La pista de baile se convirtió en el escenario en el que los presentes desplegaron sus mejores pasos, contagiados por la música y el ambiente festivo. Risas, abrazos y muestras de camaradería se sucedieron en cada canción, creando un ambiente de conexión y gozo compartido.
Emociones y premios
La noche estuvo llena de emocionantes momentos y grandes premios, ya que se llevó a cabo una rifa dirigida por el padre Beto Luna, párroco de Corpus Christi y anteriormente residente de la Casa Sacerdotal San Juan XXIII, cuando atravesaba un momento de enfermedad.
La rifa fue un elemento adicional de alegría y entusiasmo durante la celebración del segundo aniversario. Los asistentes tuvieron la oportunidad de participar y ganar diversos regalos, lo cual generó expectación y emoción en el ambiente. El padre Beto Luna, con su amabilidad y energía contagiosa, condujo la rifa de manera amena, animando a todos a participar y compartiendo anécdotas de su propia experiencia como residente de la Casa.
Cada premio entregado fue recibido con aplausos y felicitaciones por parte de la comunidad presente. Estos obsequios no sólo representaron un gesto de gratitud hacia los asistentes, sino que también simbolizaron la importancia de celebrar juntos y reconocer la generosidad y el apoyo que ha hecho posible la existencia de la casa sacerdotal.
La participación en la rifa no sólo permitió que algunos afortunados se llevaran premios a casa, sino que también contribuyó a fortalecer el sentido de comunidad y solidaridad entre los presentes.
Para saber…
La Casa Sacerdotal San Juan XXIII es un refugio para sacerdotes que necesitan un espacio para descansar, convivir y recibir cuidados durante la enfermedad o en sus años de retiro