Hoy domingo 22 de noviembre celebramos litúrgicamente la fiesta de Cristo Rey, con la que se cierra el año litúrgico.
P. José Antonio Cerda Fragoso, CCR
LA lo largo del año litúrgico Adviento, Navidad, Tiempo Ordinario y Cuaresma-Pascua, celebramos los diferentes aspectos del misterio de Cristo y en ellos contemplamos su reinado. En Adviento celebramos la espera del mesías Rey que viene. En Navidad celebramos el nacimiento del Rey Mesías encarnado. En el tiempo ordinario celebramos la predicación del Reino en donde Cristo nos descubre que el Reino ya está entre nosotros. En la Cuaresma es un tiempo de misericordia en el que nos preparamos a la entrada del Reino y su condición de liberación de la esclavitud de Egipto (Pecado) para ir al encuentro de Dios en la Alianza y el cumplimiento de su ley (mandamientos) superando las tentaciones del desierto para poder entrar en la posesión del Reino, en una tierra que mana leche y miel. La Pascua es la consumación del Reino en la pasión y muerte de Cristo; la Cruz se convierte en su trono, y el patíbulo señala la razón de su condena, reconociéndolo como el “Jesús Nazareno Rey de los Judíos”.
Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico con un sentido escatológico en el que celebramos a Cristo como Rey, con un Reino que ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su encarnación, pero su Reino será definitivo hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.
El Reino como signo, símbolo, figura en el “Catecismo de la Iglesia Católica”
Siendo Dios, el Rey de los siglos, desde su misterio se revela por amor a través de la semejanza analógica de las criaturas que reflejan su perfección infinita. Nuestro lenguaje utiliza imágenes y representaciones que de manera imperfecta y limitada expresan el misterio de Dios (CEC 39-43). De esta manera, los conceptos de “Reino” o “Rey”, son de los más importantes en la revelación divina, en la manifestación del misterio de Dios.
En la Sagrada Escritura hay expresiones como “Yahve Reina”, “Reino de Dios”, “El Señor es Rey” etcétera, en las que se utiliza un lenguaje simbólico y analógico que expresan verdades y realidades divinas que partiendo de las experiencias humanas del gobierno, el dominio, el poder, y la soberanía se aplican a Dios que la ejerce como rey, jefe o rector de un pueblo.
La Biblia utiliza estas expresiones para revelar que Dios es el supremo Soberano del Universo. El crea, gobierna y domina los fenómenos cósmicos, los seres vivos y la misma historia humana hasta la consumación escatológica cuando su reino, o señorío se establezca de modo pleno en la gloria del cielo.
En el Antiguo Testamento, aunque muchas de las veces en las que se habla de “Rey” o Reino” en sentido humano, se tiene que ver su aplicación como signos y figuras del Reino de Cristo, pues de Dios deriva toda soberanía y poder. En el Nuevo Testamento es constante la referencia al tema del Reino.
El Catecismo de la Iglesia Católica matiza la referencia al Reino en el Nuevo Testamento. Dentro de este, por ejemplo, la palabra ‘basileia’ se puede traducir por realeza (nombre abstracto), reino (nombre concreto) o reinado (de reinar, nombre de la acción)”. Las distinciones entre “Rey”, “Reino” y “Reinado” son elementales para expresar las matizaciones del concepto.
El Reino de Cristo
El Rey es la persona a la que le pertenece la autoridad, gobierno, o dominio. Reinar alude al ejercicio de la autoridad y Reino al lugar o personas sobre las que se ejerce la autoridad. Aplicando estos conceptos a Dios, es el Rey que gobierna todas las cosas con su imperio. Su trono y reino está en el cielo (Cf. Ps 10, 5), su soberanía la ejercita en su gobierno providente, en el juicio, en el victoria sobre los enemigos del Reino (Cf. Dan 7, 13). Es Dios quien envía al Mesías, Ungido o Cristo, a quien le entrega toda la Potestad (Cf. Hch 10, 36). Es el prometido y el esperado por los siglos. Su venida nos libera del reino de las tinieblas usurpado por el maligno y nos redime, reconstruyendo un reino de paz, de justicia y de amor en la nueva Jerusalén.
La festividad de Cristo Rey en México
La fiesta se instituyó por iniciativa de la Adoración Nocturna Mexicana; el Episcopado consagró a México a Cristo Rey el 11 junio 1914. En medio de los conflictos revolucionarios que afectaban a México. En 1920 se inauguró la construcción de Santuario de Cristo Rey en el Cerro de Cubilete en Guanajuato. En medio de una persecución religiosa en 1923 se prohibió la construcción del santuario el cual fue bombardeado el 30 de enero de 1928. México defendió su fe al grito de “Viva Cristo Rey”
Desde el Magisterio de la Iglesia
Dos años después, en 1925, el Papa Pío XI, inspirado por los mexicanos que habían instituido la fiesta de Cristo como Rey de Paz y Amor, declara para la Iglesia universal la festividad de Cristo Rey con la Encíclica Quas Primas. Este documento enseña que a Cristo se le llama rey por ser Dios y hombre verdadero y como hijo de Dios participa del reino de su Padre. (Cf. Pio XI Quas Primas, 4).
Jesucristo como Rey posee la triple potestad: legislativa, judicial y ejecutiva. Su Reino es principalmente espiritual y se refiere a cosas espirituales, pero tiene poder sobre las cosas humanas y temporales, pues el Padre le confirió un derecho absoluto sobre las cosas creadas, de tal suerte que todas están sometidas a su arbitrio. En su vida Cristo, se abstuvo de ejercitar este poder, y permite al hombre utilizar de las cosas (Cf. Pio XI Quas Primas, 7).
De este modo Jesucristo es la fuente del bien público y privado y quien puede verdaderamente dar prosperidad y la felicidad verdadera a las naciones al reconocer su Realeza, sujetarse a sus leyes y ponerse bajo su protección.
Dentro del Magisterio de la Iglesia la enseñanza sobre el Reinado de Cristo, se ha pronunciado en múltiples ocasiones, como ejemplo citaremos a León XIII en la encíclica Immortale Dei. San Pio X y Benedicto XV invitan a la consagración de las familias al Sagrado Corazón de Cristo Rey. Más tarde Pio XII en la Encíclica Summi Pontificatus propuso el culto al Rey de reyes. El Papa Juan XXIII en la Encíclica Pacem in terris propone la verdadera convivencia con los valores del reino: Verdad, justicia, amor y libertad. En la doctrina del Concilio Vaticano II está presente la doctrina del Reino de Cristo en sus diferentes documentos.
Oración a Cristo Rey
En esta festividad de Cristo Rey junto con toda la Iglesia imploremos a Dios con la misma oración de la fiesta litúrgica:
“Dios todo poderoso y eterno que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del Universo, haz que toda creatura liberada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente”.