Padre e hijo comparten su experiencia en la educación y perseverancia en la fe dentro de la familia.
Ana María Ibarra
Seguros del llamado que Dios hace a todo cristiano de ir y evangelizar, Oscar Ibañez y Luly Rubio se formaron como padres de familia para llevar a cabo esta misión en el seno de su hogar con sus tres hijos, a quienes han formado en la fe no con libros ni enseñanzas teóricas, sino con el ejemplo y testimonio, haciendo vida el evangelio.
Así lo compartió en entrevista el padre de familia, quien aseguró que fue el amor de pareja y la comunicación con su esposa Luly las piezas clave para ver en sus hijos los frutos de su educación en la fe.
Formación como padres
La parte fundamental para la educación de los hijos, “es que mis hijos tienen madre”, dijo convencido Oscar Ibañez, profesor investigador en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
“Hay un acuerdo entre mi esposa y yo al decidir educar a nuestros hijos y esa es una tarea muy delicada que empezó cuando estábamos embarazados, desde ese momento nosotros acompañamos el embarazo viendo cómo iban las etapas, entendiéndolas, y viendo qué requerían”, compartió el entrevistado
Agregó que en la práctica muchas de las experiencias que tienen qué ver con la fe de sus hijos, son iniciativas que promueve su esposa, como ir a misa diariamente y rezar el Rosario en familia.
“Decidimos formar una escuela donde nosotros fuéramos parte de la comunidad educativa para que ellos tuvieran una escuela donde nosotros supiéramos qué educación iban a recibir”, compartió.
Catequizados mutuamente
El entrevistado, quien es articulista de Periódico Presencia, compartió que es en la primera edad cuando los niños aprenden de lo que ven, y no de lo que se les dice.
“Eso te obliga a hacer, a decir, a actuar de manera diferente. Mis hijos ven nuestro amor de pareja y en este proceso veo lo que está pasando con ellos, como lo hicimos desde el vientre”, dijo.
En este proceso, agregó, su propia fe se ha fortalecido al encontrarse con la fe de sus hijos y de esta manera él se catequiza al estar atento de cómo sus acciones, que quizá pareciera nada tienen que ver con la fe, lo transforman a él y a su familia
“Mis hijos me dicen que la fe es una fe con obras, una vivencia educativa, esa es la manera en la que nosotros nos introducimos en la fe, claro que había la catequesis, libros películas, historias de santos. No se separa la vivencia de la catequesis”, afirmó.
Generar confianza
“Educar para la libertad” es el libro que ayudó al matrimonio para estar preparados cuando sus hijos llegaran a la adolescencia.
“Entendimos que teníamos que generar confianza para que siempre hubiera un canal de comunicación abierta, porque en el momento de la adolescencia, la interacción es más con los amigos, los maestros y si no hay canales de comunicación, quedamos los padres marginados del proceso”, afirmó.
Educar para la libertad implica que como padres no se puede estar encima de ellos o resolviendo sus cosas, sino que ellos tienen que aprender que sus actos tienen consecuencias y que ellos son responsables de lo que hacen, explicó.
La pareja, base de la fe
Convencido de que la fe es un encuentro con Cristo, el doctor Ibañez afirmó que ese encuentro se da en la relación de pareja, entre marido y mujer, pues es ahí donde se genera la seguridad y la fortaleza de la familia.
“La fe es un encuentro con Cristo y podemos encontrar a Cristo en un acontecimiento, no en una plática o en una teoría. No les dimos a nuestros hijos una fe explicada, sino una vivencia. Ahora mis hijos comprenden del cuidado que su mamá tuvo de mantener su inocencia evitando ciertas películas, ciertos programas, cierta manera de vestir”, compartió
Y agregó “La fe no es como un certificado, no es un papel, la fe se da de un encuentro y si ellos pueden percibir un encuentro de amor en la pareja, ellos pueden recibir la fe, si no, no sé cómo le harán”.
Por lo tanto, resaltó, el matrimonio entre hombre y mujer, es lo que puede construir una familia, no la relación de los padres con los hijos sino la relación de los esposos.
“El amor que se pueden dar entre hombre y mujer es el vínculo más poderoso de toda la sociedad”, acotó.
Ser testigo
Al reconocerse llamados a predicar el evangelio, Oscar y Luly saben que esto significa ser testigos.
“Si siempre tenemos que estar evangelizando quiere decir que en cada cosa que hacemos hay que evangelizar. Evangelizar es dar testimonio del amor de Dios. Cuando me doy cuenta que mis acciones o actos me hacen daño y veo que hago sufrir a mis hijos y mi esposa, entro en un proceso de conversión”, compartió.
De esta manera, el padre de familia agregó que cuando papá y mamá se encuentran con Cristo, los hijos encuentran a Cristo en papá y mamá y ahí se aprende y se mantiene la fe.
“Cuando uno no comparte lo que le hace feliz, lo que le gusta, no se puede encontrar con el otro. La fe es un regalo que Dios da a través de otra persona”, finalizó
Apropiarse de la fe para que perdure: hijo
A sus 18 años David agradece a Dios que sus papás lo hayan educado desde pequeño en la fe católica, pues ahora se encuentra enamorado de Dios y de la Iglesia y todas sus acciones van enfocadas a ser un hombre de bien.
Su infancia
Para David, su educación en la fe inició desde que era bebé, cuando sus padres lo enseñaban a guardar silencio en la misa. Ya mas grandecito, enseñándole las primeras oraciones.
“Aunque éramos niños y nos durmiéramos en misa, íbamos diario a misa. Convivir con las personas de la comunidad, con los sacerdotes ayudó. Tengo dos tíos sacerdotes, uno paterno y uno materno, con ellos también se vive el testimonio y la enseñanza de la fe”, compartió.
“Recuerdo mucho un verano, cuando tenía ocho años, nos acabábamos de mudar a otra ciudad y no teníamos muchos amigos, mi papá nos llevaba una hora diaria a un parque y él nos enseñaba la catequesis, historias de la biblia, y desde ahí nos fue enseñando”, recordó.
Una fe propia
En el esfuerzo de sus padres por educarlos en la fe, David y sus hermanos fueron también formados en el amor y en la convivencia armónica.
“Nosotros no nos peleamos, a veces nos enojamos, pero nunca nos hemos gritado. Mis papás se han esforzado en esta enseñanza del amor que todavía estoy comprendiendo. Con mis hermanos y mis papás fue tan natural que nunca hemos tenido problemas graves”, afirmó.
Como todo adolescente, en una etapa llegaron a su mente algunos cuestionamientos sobre la existencia de Dios, sin embargo las bases que obtuvo del ejemplo de sus padres ayudaron a David a encontrar respuestas.
“Llega un momento en que uno personalmente debe aceptar esta fe. A los 13 o 14 años de edad iba solo a misa diaria y en ocasiones me preguntaba qué me tocaba hacer en el mundo y si en verdad existía Dios. Nos inculcan esta fe pero si no la aceptamos nosotros mismos, no va a ser propia y no durará”, reconoció.
“Mis padres fueron inculcando la fe para que nosotros la aceptáramos al grado de que, si ellos fallaban, nosotros estuviéramos tan enamorados de Dios que siguiéramos por nuestra cuenta. Estoy confirmado, estoy entregado a Dios, a la Iglesia, estoy enamorado”, expresó.
Ahora da testimonio
Actualmente David no participa en parroquia, pero es parte de dos grupos: uno es “Juárez con Francisco”, en el que varios jóvenes se prepararon para vivir el mensaje del Santo Padre, y un grupo estudiantil que no es abiertamente católico, pero comparte ideas y valores que la Iglesia enseña.
“Cuando cumplí 18 años, quise cambiar un poco el esquema Mi fiesta de cumpleaños fue una misa. Creo que es con el testimonio, con la convicción de alcanzar la Verdad y hacer el bien como puedo enfrentar esta corriente que viven los jóvenes actualmente”, afirmó.
Para educar y sostener a los hijis en la fe, David aconsejó:
“Primero que nada comunicación, si se quiere educar al hijo en la fe primero es entender cómo es tu hijo y poco a poco enamorarlos de Dios llevándolos a misa, enseñar las oraciones, bendición de los alimentos, pequeños detalles que quizá parezcan una hora menos de descanso, pero que a la larga hacen mucha la diferencia”.
FRASE…
Recuerdo mucho un verano, cuando tenía ocho años, nos acabábamos de mudar a otra ciudad y no teníamos muchos amigos, mi papá nos llevaba una hora diaria a un parque y él nos enseñaba la catequesis, historias de la biblia, y desde ahí nos fue enseñando.