En el 365 Aniversario de fundación de Ciudad Juárez por parte de franciscanos, presentamos esta crónica …
José Ignacio Frausto Ojeda/Lic. en Historia y Arquitecto
Para España después de haber descubierto el nuevo mundo, surcar su territorio significaba encontrar cada vez más múltiples riquezas. Fue así como, todo aquello que consiguió en especies y sobre todo en plata, la encumbró en pocos años como la gran potencia europea del siglo XVI. Esa sed de explotación de bienes surgida desde el centro de la Nueva España, se extiende a lo largo y a lo ancho del nuevo continente, tras un proceso denominado conquista, que, si bien perseguía los intereses de la corona, no así los de la Santa Sede, quien condicionaba estos procesos.
De tal manera que para que procediera, por lo menos en el papel, el proceso de colonizar un territorio -lo que era la prioridad de la Corona española-, la justificación estaba en la Bula del papa Julio II (1508), en la que otorga al rey de España ejercer la difusión del cristianismo entre los pueblos nativos del Nuevo Mundo. De esa manera se podría tomar un territorio y en él establecer una figura jurídica para poder gobernarlo. Así surgen las ciudades, pueblos y villas, para alojar a españoles, criollos y mestizos, los que serían atendidos por el Clero Secular.
Sin embargo, para la atención de los indígenas se genera otro proceso, el que será atendido por el Clero Regular a través de las ordenes mendicantes o misioneras, que para el caso del septentrión de la Nueva España se les concede a los franciscanos.
Tres objetivos
Así aparece en esta región la figura de “La Misión”, como un sistema, como ¡una estrategia!, la cual se regiría tras tres objetivos: 1- Conversión de los nativos al cristianismo; 2- Pacificar las áreas con fines de colonizar; y 3- Aculturar a los nativos hacia las normas españolas. El sistema sería administrado en lo religioso y en lo jurídico.
Todo estaba listo para enviar a los primeros avanzados más allá del trópico de cáncer (23°26’ N), para incursionar hacia un norte inhóspito, pero necesario de atender. Es así como Fray Marcos de Niza enviado por el virrey Don Antonio de Mendoza, sale el 7 de marzo de 1539 de Culiacán, acompañado de Fray Honorato y guiados por el negro Estebanico. Siguió la ruta de Sonora, Arizona y Nuevo México, en donde tras su fantasía descubrió las ciudades míticas de Cíbola y Quivira, con sus casas cubiertas de oro como le informó al virrey y que resultaron ser toda una fantasía.
Aun así, el siguiente año, el virrey de Mendoza le firmó a Francisco Vázquez de Coronado su nombramiento para realizar otra expedición el 6 de enero de 1540 al mismo sitio acompañado por los frailes Juan de Padilla, Juan de la Cruz y Luis de Úbeda y dirigidos por Fray Marcos de Niza. Por supuesto que Vázquez Coronado comprobó que no había tales riquezas, que todo lo que se había dicho sobre las ciudades forradas de oro era solo un mito, de esa manera regresa con una gran decepción a México, sin embargo, lo positivo de esta expedición es que para la a explotación de esta región, debería de seguirse una ruta no tan larga y ni tan distante de donde obtener recursos.
Ruta descubierta
Después de la desilusión que causa las empresas de Vázquez Coronado y sobre todo de fray Marcos de Niza, se detuvieron los intentos de expedición de este territorio por más de 30 años, pero la falta de recursos de la Corona hace necesaria la reanudación de aquella actividad, ya que el territorio septentrional era muy amplio y se tenía que recurrir a otro tipo de estrategias para su exploración y colonización. Hasta aquí, ninguno de los visitantes a este espacio norteño había pisado tierras del Paso, esta honra le iba a corresponder en 1581 a fray Agustín Rodríguez.
Lo que será en la siguiente expedición al mando de Francisco Sánchez «Chamuscado» acompañado por Fray Agustín Rodríguez, quienes siguieron el curso del Río Florido y del Conchos hasta llegar a la Junta de los Ríos (hoy Ojinaga), de ahí siguieron el curso del Río Grande hacia el norte hasta llegar al Valle del Paso el 9 de julio de 1581. Ellos fueron los primeros exploradores que vinieron y descubrieron la ruta del Paso del Norte, nombrando al territorio recorrido Nuevo México y a este lugar como «El Passo», no fundaron, pero si dejaron establecidos ya esos nombres.
Proceso de conquista
Reconocido el territorio entonces vendría el proceso de conquista de él, encargo que se le otorgaría a Don Juan de Oñate, hijo de Cristóbal de Oñate uno de los fundadores de Zacatecas, y esposo de la hija de Hernán Cortés bisnieta de Moctezuma, saliendo su expedición del Real de Minas de Santa Bárbara, punto de partida hacia el norte, siguiendo un camino más recto hacia el Río Grande y después de bordear los médanos de Samalayuca llega el 30 de abril de 1598 a un punto cercano al hoy Zaragoza, llevando en la vanguardia la bandera de Nuestra Señora de los Remedios.
Ese día, Don Juan de Oñate realizó el acto de toma de posesión de las tierras exploradas en nombre de Felipe II, rey de España, celebrando una misa por el día de la Ascensión, en la que predicó fray Alonso Martínez; venía como su escribano Gaspar Pérez de Villagrá, y quien narró: «…Luego que acabaron los oficios, representaron una gran comedia que el noble capitán Farfán compuso, cuyo argumento fue mostrarnos el gran recibimiento que a la iglesia toda la Nueva México hacia… hubo solemne fiestas agradables de gente a caballo bien lucido, una gallarda escuadra suelta del capitán Cárdenas… su estandarte fue dado a Diego Núñez y con esto se tomó posesión de aquella tierra» (Historia de la Nueva México, Villagrá, 1610).
El original Paso del Norte
El 4 de mayo, los indios les mostraron un vado adecuado para cruzar el río, ese es el original Paso del Norte (donde hoy está el monumento conocido como el del cigarro). Este paso fue de gran importancia para los exploradores, ya que se constituyó en un punto de entrada y apeadero entre dos desiertos, más adelante lo sería también para las caravanas. Oñate siguió por el cañón del Paso rumbo a Nuevo México, en donde se encontró varios pueblos de indios hasta llegar al pueblo Ohkay Owingeh, de los indios O´ke el 11 de julio de 1598, ahí funda la Misión de San Juan Bautista y al pueblo lo llaman “San Juan de los Caballeros”, es la primera misión y el primer pueblo que fundaron los hispanos en tierras del Norte, convirtiéndose en la primera capital de la provincia de Nuevo México y su centro de exploraciones.
Franciscanos evangelizadores
Con Oñate empezó el arribo de los franciscanos, que más adelante se encargarían de la evangelización de todo Nuevo México, por ello son considerados los verdaderos constructores, en el sentido religioso y social de estas tierras, reflejado por un proceso misional regular, más que secular. Desde aquí se preparó el terreno para la fundación de las misiones, para el territorio de la provincia de Nuevo México y al que pertenecía el Paso del Norte, y es así como la labor franciscana inicia una conquista, no militar sino espiritual. Aun así, hubo enfrentamientos porque no todos los nativos aceptaron la religión y menos la colonización, un ejemplo la rebelión de 1860.
En 1605 llega fray Francisco de Escobar con 6 religiosos, los que para 1608 llevaban convertidas 8,000 personas. Ese mismo año vino a Nuevo México Fray Alonso Peinado, por cuenta del Rey. Las siguientes misiones que se fundaron fueron: en 1599, San Miguel y San Gabriel del Yunque-Ouinge, de los indios Onkay, en Española, NM.; en 1607 Misión de Santo Domingo, de los indios Kewa, en Kewa Pueblo, NM.; y en 1610 Misión de San Ildefonso, en San Ildefonso Pueblo, Nuevo México.
En 1610 el tercer gobernador de Nuevo México Pedro de Peralta, fundó la Villa Real de la Santa Fe de San Francisco de Asís (hoy Santa Fe), que desde entonces fue la capital de la Provincia.
Camino Real Tierra Adentro
Con el establecimiento de la Villa de Santa Fe, se constituyó el Camino Real de Tierra Adentro comprendido desde la ciudad de México hasta Santa Fe, con una extensión de 2,560 kms (400 leguas aprox.), y en el que, por casi tres siglos, sería el principal camino comercial de la colonia, transitando en él las grandes caravanas de 70 o más carretas, cargadas de todo tipo de bienes,
Para 1621 ya era lo suficientemente numeroso el contingente religioso, por lo que fue necesario erigir una custodia en Santa Fe con el nombre de Conversión de San Pablo del Nuevo México, siendo nombrado como su primer custodio Fray Alonso de Benavides, él que en 1622 trajo 36 religiosos más.
En 1628 llega Fray Esteban de Perea con 30 religiosos y entre ellos venían Fray García de San Francisco y fray Antonio de Arteaga, es a estos a quienes les van a confiar atender el territorio sur de la provincia y para ello fundan en 1630 la misión de Senecú de los indios piro, a 70 millas de Paso del Norte.
Camino hacia la Misión de Guadalupe
El 7 de abril de 1629 el Custodio Fray Esteban de Perea trajo religiosos para convertir a los mansos, aquí es donde tienen Fray García de San Francisco y Fray Antonio de Arteaga el primer contacto con los mansos, narra en su crónica Fray Esteban su encuentro con los mansos: «Tampoco en esta distancia de camino se ofreció cosa de novedad, hasta el caudaloso río del Norte, a cuyo polo tiene su nacimiento. Reconocieron [los franciscanos] la tierra, sábado de Ramos siete de abril de 1629 [los frailes] fueron bien recibidos de los naturales, y socorridos con algunos refrescos de peces, y otras cosas de la tierra; a quien dieron en recambio carne, y maíz, dando allí por tres días descanso a las bestias, que llegaron muy fatigadas, a causa de no haber bebido en otros mantos, por ser el tiempo de seca, y la tierra arenosa, y estéril».
En 1656 vinieron como Gobernador de Nuevo México, D. Juan Manso y su hermano mayor Fray Tomas Manso procurador de la Custodia, intervinieron en los trámites necesarios para la fundación de la misión de Guadalupe ante el Virrey D. Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, los arreglos para la fundación iniciaron en 1656 y se concluyeron en 1659. Sin embargo, la actividad misionera entre los indios mansos y los sumas del Paso del Norte, comienza formalmente con el nombramiento de Fray Juan Ramírez como Procurador General de la Custodia en el año de 1657.
Misión fundada
En 1658 los capitanes y ancianos de los mansos piden a Fray García ir a El Passo a misionar entre ellos, debido a ello, Fray García recibe el título de Comisario Apostólico de mansos y sumas. Este mismo año el Capitán Andrés López de Grasia, fue designado primer alcalde de Paso del Norte, habiéndole extendido su nombramiento el Brigadier Don Bernardo López de Mendizábal, Gobernador de la Provincia del Nuevo México, entre 1658y1661. En junio de 1659 los mansos reciben a la caravana de franciscanos y fray García de San Francisco construye una pequeña iglesia de palos y lodo. Para el 8 de diciembre toma oficialmente posesión de la evangelización, fundando la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos, para convertir a mansos y sumas que habitaban esta región.
Con esta fecha del 8 de diciembre de 1659, fiesta de la Inmaculada Concepción, queda establecida la fundación de la misión y por lo tanto del hoy Ciudad Juárez, en el entendido que, en aquellos tiempos, la Misión era una de las varias formas de fundar una entidad de acuerdo a sus características, por ejemplo, algunos sitios por su potencial minero se fundaron como tal, otros como presidios, etc. Aquí el sistema ideal era el de la Misión, sobre todo por lo que el Paso del Norte representaba ante las comunidades nativas de su alrededor y su importancia geográfica en el Camino Real de Tierra Adentro.
Establecimiento de la Misión de Guadalupe
A continuación, le presento extractos de la transcripción del acta de fundación de la misión que realizó Fray García de San Francisco, viniendo él del Convento de Senecú como Comisario apostólico, para realizar tal acontecimiento.
Auto de Fundación
De la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los indios Manso del Paso del Norte
Libro de los Casamientos del Paso del Norte, fojas 74 y 75, año 1659.
«En nombre de la Santísima e Individua Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas distintas, y un sólo Dios verdadero; para su mayor gloria, honra y reverencia y confusión del enemigo infernal, y para servicio de la Santísima Virgen María, Señora Nuestra Inmaculada y mayor exaltación de nuestra Fe católica. En ocho días del mes de diciembre del año de mil seiscientos y cincuenta y nueve, yo, Fray García de San Francisco de la Orden de los Frailes Menores, de la Regular Observancia de Nuestro Seráfico Padre San Francisco [Preg-or Osff.or] actual de la Santa Custodia de la Conversión de San Pablo del Nuevo México, Ministro y Guardián del Convento de San Antonio del Pueblo de Senecú, por cuanto:
Por haber ido a dicha Custodia los Capitanes y ancianos de la gentilidad de los indios Mansos y Zumanos a suplicarme: les bajase a predicar el Sacro Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y a catequizarlos; y habiendo dado cuenta a Nuestro Reverendo Padre Fray Juan González, Custodio de Dicha Custodia y al Sr. Dn. Juan Manso, Gobernador y Capitán de por su Majestad y haber tenido las patentes de mis Superiores, en las que se me ordenaba, baje a la predicación y conversión de la gentilidad y permiso…
Y en dicho sitio haber congregado, las más de las Rancherías de los gentiles Mansos; y haberles propuesto la palabra evangélica y admitiéndola ellos para su catecismo, y permitido edificar una pequeña Iglesia de palos y lodo, y un convento pajiso, ayudando dichos gentiles, y en virtud de la patente de Comisario Apostólico que de mis Superiores tengo; por los indultos que la Silla Apostólica tiene exhibidos para nuevas Conversiones a nuestra sagrada Religión. Levantando ésta Santísima Cruz, que coloco; y edificando esta Iglesia, en que ya he celebrado el misterio sacrosanto de nuestra redención, tomo la posesión, de esta Conversión de Mansos y Zumanos, y de todas las demás gentilidades circunvecinas…
En nombre de toda nuestra Sagrada Religión y inmediatamente de la Custodia de la Conversión de San Pablo de Nuevo México. Y nombro y dedico ésta santísima Iglesia y Conversión a la Santísima Virgen de Guadalupe con sobrenombre del Passo; colocando, como coloco, su Santísima Imagen para lo cual y quitarle al demonio su tiránica posesión, hago testigos a los cielos y a la tierra, y a todos los Ángeles que de guarda están presentes y especialmente a todos los gentiles que son de esta Conversión…
Y desde luego por la autoridad de mi oficio; nombro a esta Conversión por Comisaría y Cabecera de todas las del Río del Norte abajo y circunvecinas, sujeta inmediatamente a la Sacrosanta Custodia de la Conversión de San Pablo y para que así conste en los tiempos venideros de esta posesión y dedicación y nombramiento, hago esta para que sea guardada en el archivo de dicha sacrosanta Custodia que es fechada en el Río del Norte, en el Paso de Nueva España a Nuevo México, en ocho días de diciembre de mil seiscientos cincuenta y nueve años; Fray García de San Francisco Comisario Apostólico de Mansos y Zumanos.
Yo Fray Antonio Tabares Notario nombrado por el Sr. Fray García de San Francisco, Comisario Apostólico de las Conversiones, doy fe; de haber trasladado ut supra dicho escrito, del que se guarda en el archivo de la Custodia. De fecha nueve de abril del año de 1663, y en verdad lo firmó:
Fray Antonio de Tabares (Notario apostólico nombrado.)