La vida de la hermana Ana María Delgado se resume en una fe vivida en el servicio a los más desprotegidos.
Diana Adriano
Con profunda tristeza la Congregación de Misioneras de María Dolorosa informó la noticia del lamentable fallecimiento de la hermana Ana María Delgado Valenzuela, quien el pasado 4 de diciembre fue llamada a la Casa del Padre.
Para despedirla, el lunes 6 de diciembre se celebró una misa especial en la capilla de San Antonio, en Senecú.
Estuvieron presentes en la celebración los padres Amadeo Ruiz, Paulino Ramírez y Víctor Fernández, además de todas las religiosas misioneras de María Dolorosa, y laicos que compartieron una amistad cercana con la religiosa.
Con fe y esperanza en la resurrección, el padre Víctor Fernández, párroco de Santa Rosa de Lima, resaltó durante la homilía, el camino y las obras de la madre Ana María. Asimismo, compartió que siempre le tendrá un gran aprecio y cariño.
Su vida
La hermana Ana María Delgado Valenzuela nació el 27 de noviembre de 1937 en San Buenaventura, Chihuahua. Sus padre fueron Don Anastasio Delgado y la señora Rufina Valenzuela, ambos de feliz memoria. Ana María fue la cuarta de seis hermanos.
Ingresó a la Congregación el 11 de agosto de 1959, emitió sus votos temporales el 4 de marzo de 1962 y su profesión perpetua el 4 de marzo de 1966. Cumplió 25 años de consagrada el 4 de marzo de 1987 y sus 50 aniversario de consagración en 2012.
“Describir a la hermana Ana María es imaginar a una mujer fuerte, valiente, práctica, alegre, fraterna, arriesgada, servicial, entregada al trabajo Su carácter recio la hacía en ocasiones exigente, pero a la vez tierna y amable; siempre estuvo atenta a las necesidades de los niños, de los ancianos, de las Hermanas”, se escuchó al inicio de la celebración.
Sus hermanas consagradas agregaron: “Para ella eran una alegría las reuniones de comunidad y congregación, los viajes y paseos comunitarios. Se interesaba por promover y apoyar en la medida de las posibilidades la preparación académica y espiritual de las hermanas… Para su familia fue la madre que busco siempre la unidad”.
Con estos rasgos se resume la vida de la madre Ana María, mujer de una fe vivida en el servicio a los más desprotegidos y el amor a la Congregación y a la Iglesia en 59 años de Vida Consagrada.
A donde la obediencia la llevó
La hermana Ana María prestó su servicio en los siguientes obras: Orfanatorio Guadalupe, Asilo de ancianos, Ciudad del Niño. Igualmente prestó su servicio en el Gobierno de la Congregación como Vicaria, Ecónoma General y Maestra de Novicias, además de la atención al Padre Fundador de la congregación.
También estuvo colaborando en el servicio al Seminario Conciliar de Ciudad Juárez y pasó los últimos años de su vida trabajando en la Ciudad del Niño y en la Comunidad Santa Teresita o Casa de hermanas mayores de las HMMD.