Diana Adriano
El pasado 25 de octubre, los diáconos permanentes de la Diócesis de Ciudad Juárez concluyeron sus ejercicios espirituales con la celebración de la Santa Misa en la parroquia de La Divina Providencia, presidida por monseñor José Guadalupe Torres Campos, obispo.

Durante la celebración, el obispo recibió a nueve candidatos para conferirles el ministerio del acolitado, paso importante en su camino de formación hacia el diaconado permanente.
Tras la proclamación del Evangelio, uno a uno los candidatos fueron llamados por su nombre para manifestar públicamente su deseo de recibir el ministerio. Este gesto, simbolizó su disponibilidad para servir al altar, asistir al sacerdote y alimentar su vida espiritual en el servicio a la comunidad.
Fe, esperanza y caridad
Durante su homilía, el obispo dirigió su mensaje a los nuevos acólitos y a los fieles reunidos, centrado en la importancia de la oración y la humildad en la vida del ministro cristiano.
“La oración es parte esencial de nuestra condición de hijos de Dios, de cristianos y de ministros. Jesús nos enseña a orar siempre, sin desfallecer”, expresó el obispo, haciendo referencia al Evangelio de san Lucas.
Luego reflexionó sobre la parábola del fariseo y el publicano, subrayando que la verdadera oración nace de un corazón humilde.
“Uno se presenta ante Dios enumerando sus méritos; el otro se reconoce pecador y clama por misericordia. Es esa actitud la que justifica, la que agrada al Señor”, dijo.

Asimismo, invitó a los candidatos y a todos los presentes a revisar su propia relación con Dios. “¿Cómo es nuestra oración? ¿Con qué actitud nos acercamos a Él? Que nuestra oración sea humilde, sencilla, agradable al Señor, desde el reconocimiento de nuestra fragilidad y de nuestro pecado”.
Por otra parte, el obispo destacó que la vida cristiana debe sostenerse sobre tres virtudes fundamentales: la fe, la esperanza y la caridad, las cuales —dijo— “dan sentido y fortaleza al camino del discípulo”.
“El obispo, el presbítero, el diácono, los esposos y todo cristiano estamos llamados a ser hombres y mujeres de esperanza. La esperanza es el ancla del barco de nuestra vida, sostenida por la fe y animada por la caridad”, añadió.

Dignos de servir
Luego de la homilía, los candidatos fueron llamados nuevamente para recibir los signos propios de su nuevo ministerio. Cada uno de ellos recibió el cáliz de manos del obispo, mientras escuchaban sus las palabras:
“Vive de tal forma que seas digno de servir la Mesa del Señor y de la Iglesia.”
A lo que cada acólito respondió con profunda convicción: “Amén.”
La ceremonia concluyó con un ambiente de alegría y esperanza. Los nuevos acólitos, acompañados por sus familias, diáconos y formadores, agradecieron a Dios por este paso importante en su proceso de formación.

Nuevos acólitos aspirantes al Diaconado permanente:
Antonio Rodríguez Chávez,
Fidel Salas Reyes,
José Antonio Moreno Iglesias,
José Lorenzo Méndez Ortiz,
Luis Humberto Olivar,
Marco Antonio Chávez,
Enrique Perea González,
Antonio Jiménez y
Francisco Javier L. López.


































































