Con una celebración llena de signos fueron ordenados cinco nuevos presbíteros y cinco nuevos diáconos transitorios para el servicio de la Iglesia Diocesana el pasado lunes 22 de febrero… Presentamos a los nuevos sacerdotes, sus padres y padrinos.
Ana María Ibarra
Alegría y nerviosismo manifestaron Edgar, René, Eduardo, Arturo y José Luis, previo a la celebración. En las bancas principales del templo de El Señor de la Misericordia, sus familias esbozaban sonrisas a la vez que lágrimas de alegría asomaban por sus ojos.
También se encontraban dichosos y agradecidos con Dios por el don del sacerdocio de los jóvenes, algunos miembros de la comunidad diocesana que representaron a toda la Iglesia local.
En el recinto, también se encontraba un buen número de sacerdotes para acompañar a sus nuevos hermanos.
La procesión entró por el pasillo central del templo y estuvo conformada por los ordenandos, sus padrinos, el padre rector del Seminario, Juan Manuel Orona; monseñor René Blanco y monseñor Torres, acompañado por su hermano, el padre Jorge Torres Campos.
El obispo ofreció la celebración por quienes serían ordenados presbíteros y diáconos.
Después de la liturgia de la palabra, los cinco jóvenes llamados al Orden Sacerdotal fueron llamados delante del obispo y fue el padre rector quien solicitó a monseñor Torres el orden del presbiterado, dando testimonio de su dignidad para recibir el sacramento.
Un regalo
En su homilía, don Guadalupe resaltó el marco festivo del día y definió como “un regalo” a quienes recibirían el segundo grado del Orden.
“Gracias a estos papás por regalarnos a sus hijos”, expresó el obispo.
A los que recibirían el presbiterado, el obispo los invitó a ser “ancianos” en la experiencia, presbíteros, vigilantes, pastores.
“Deberán enseñar en el nombre de Cristo. Un reto muy grande que tenemos como Iglesia. Evangelicen, sean misioneros, desgástense. Debemos saber quién es Jesús para predicar y transmitir la palabra de Dios. Están llamados a santificar al pueblo en nombre de Cristo. Qué don tan grande recibirán hoy por la gracia de Dios”, expresó jubiloso.
Monseñor Torres los invitó a vivir plenamente los sacramentos que impartirán.
“Vivan intensamente el sacrificio de la Eucaristía, perdonen como Jesús, ejerzan ese sacramento con paciencia, con amor, con misericordia. Den consuelo a los enfermos. El sacerdocio es un don para ustedes, pero también para nuestra Iglesia”.
Y reiteró su agradecimiento a las familias: “Papás, gracias por este regalo, pidamos a Dios que haya muchas familias que promuevan la vocación en sus hijos”.
Al concluir su homilía, la comunidad presente y quienes seguían desde sus casas la transmisión, vivieron emotivamente el rito de ordenación.
Antes de finalizar la celebración, el obispo siguió con la tradición del obispo emérito don Renato Ascencio, entregando una medalla a las mamás de los nuevos sacerdotes.
Con la bendición de cada uno de los nuevos presbíteros y diáconos transitorios, concluyó la misa de ordenación.
Papás y padrinos: el impulso
para el momento esperado
Pbro. Edgar Omar Arellano Hernández.
Estela Escalante (mamá): Me siento feliz por este día. Fue un proceso esperado, él está feliz igual que yo, todo lo contemplamos con paciencia y se llegó el día. Pido a Dios que siempre le conserve a mi hijo esta paciencia, esta calma, esta sabiduría, esa satisfacción que siente al servir a los demás.
Hugo Arellano (hermano): Me siento contento de que mi hermano pudo concretar la vocación que anduvo buscando hace mucho tiempo. Fue un camino difícil, pero logró salir victorioso. Pido a Dios mucha salud para él y que siga dando el ejemplo que ha dado hasta ahorita, que aún le queda un largo camino, pero sé que saldrá delante.
Pbro. Efrén Hernández (padrino)
Me siento muy emocionado y muy contento. Esta es la décima cuarta vez que soy padrino de un sacerdote. Para mí es muy emotivo que los muchachos me inviten a ser su padrino y también es mucha responsabilidad de darles ejemplo, de acompañarlos, de jalarle las orejas cuando se ofrezca, pues esa es una responsabilidad muy bonita. Del ahijado espero que responda al llamado, de acuerdo a lo que el señor obispo le vaya indicando. Que poco a poco sea capaz de ir creciendo en su respuesta, porque la respuesta siempre tiene que ir incrementándose en calidad, en cantidad, en efectividad.
Pbro. Arturo Martínez
Martha Lilia Martínez (mamá espiritual): Lo acompañamos durante toda su preparación, sus papás fallecieron y Dios nos puso en su camino, somos familia. Estoy muy emocionada, muy contenta por él, porque logró su sueño, lo que más anhelaba: ser sacerdote. Le costó mucho trabajo y estoy muy orgullosa. Primero Dios será el mejor de los sacerdotes. Pido que no se suelte de la mano de Dios nuestro Señor, que no deje de prepararse, que sea humilde, que sirva con humildad…quiero todo lo mejor para él, sé que lo va a lograr.
Gilberto Meraz Hernández (papá espiritual): Me siento contento por el sueño que acaba de lograr, estoy agradecido con Dios por habernos permitido estar con él. Pido que le vaya muy bien, que sea siempre amable con la gente y humilde para poder atender a todos los que le soliciten su ayuda. Es muy buena persona, así que lo podrá realizar muy bien.
Pbro. Salvador Magallanes (Padrino): Arturo viene de un sector sencillo, de Corpus Christi de Anapra, qué bueno que tengamos presbíteros de comunidades sencillas, humildes, que sepamos, como sacerdotes, ver a la gente humilde, que entremos con ellos, que los sepamos escuchar, pastorear. La experiencia que hemos tenido muchos de nosotros en las colonias humildes es una convivencia afectiva muy rica con la gente, ojalá nunca perdamos eso. Me siento con la responsabilidad de acompañarlo, de escucharlo y, si se necesita, corregirlo. Me siento con la responsabilidad de que me tenga confianza, ser parte del crecimiento espiritual, humano, pastoral; no todo me corresponde a mí, pero sí colaborar, estar al pendiente de él, de cómo se desenvuelve.
RECUADRO
Pbro. José Luis Soriano Martínez
José Luis Soriano (papá): Me siento contento de que haya logrado su meta. El proceso fue sencillo, acompañarlo y apoyarlo para que cumpliera su meta. Pido que Dios lo acompañe y lo guíe en este camino que empieza, porque es difícil, más en este momento que estamos ahora.
Virginia Martínez Reyes (mamá): Me siento muy feliz, orgullosa y satisfecha por la ordenación de mi hijo, para mí fue muy difícil, yo no quería, tardé mucho para aceptarlo y ahora le doy gracias a Dios porque después de tantos años y tanto esfuerzo llegó su ordenación. Pido que Dios me lo cuide y me lo bendiga siempre, que no lo suelte de su mano, por tantas cosas malas que hay, espero y le pido a Dios que nunca tenga un tropiezo difícil en su camino.
Pbro. Leonardo García (padrino): Siempre es una alegría para la Iglesia un nuevo sacerdote, vivir la alegría de saber que Dios sigue siendo fiel al llamar a hombres y mujeres a una vocación específica. No es una alegría nada más personal, es un ministerio que se recibe para realizarlo en toda la Iglesia, entonces, por ello, la alegría junto con toda la Iglesia por un nuevo sacerdote que Dios envía a su pueblo, porque Dios nunca se olvida de su pueblo. El sacerdote es la vocación del amor en la vida de la Iglesia, es el que hace presente al amor de Cristo en medio de un pueblo, en una comunidad, por ello, que el Señor le vaya mostrando que es lo que Él quiere de él. Dios nunca nos pide nada, hemos crecido con la idea de preguntarnos qué es lo que me va a pedir Dios, y Dios no pide, Dios ofrece, entonces, que descubra lo que Dios le ofrece para su ministerio y sea un ministerio fructífero.
RECUADRO
Pbro. René Acosta Vázquez
Justino Acosta (papá): Me siento feliz, y le pido a Dios que lo cuide mucho. Llegar a este momento fue largo, pero no difícil.
Irma Vázquez (mamá): Estoy muy emocionada, muy feliz porque veo a mi hijo feliz, y si él está feliz, yo más. Por fin ha llegado este momento que tanto esperábamos. Al principio fue difícil, pero con el tiempo fuimos estando más conformeS, apoyándolo, siempre contando con las oraciones de toda la comunidad. Les pido que sigan con sus oraciones para que Dios lo siga iluminando y sea un sacerdote sabio y santo.
Pbro. Gustavo Balderas (padrino):
Es mi primer ahijado. Me siento muy contento por esta oportunidad. Me ordené hace dos años, inmediatamente después, en la siguiente ronda de ordenación, me pide el padre René que si lo puedo acompañar como su padrino. Este es un testimonio que hay que seguir dando, una gran responsabilidad y sobre todo seguir caminando sembrando el Reino de Dios. Espero que el padre René, primero que nada, sea un fiel servidor de Dios, alguien que dé testimonio hacia el pueblo que se le encomiende ahora como presbítero. Espero que cada día se configure más a Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote y, sobre todo, algo muy importante, que siempre esté con su familia, que valore mucho la presencia de sus padres, tiene la fortuna de tener a papá y a mamá. Al imponer las manos sobre él, le pedí al Señor que lo iluminara en esta gran misión que Dios le ha concedido a partir de hoy y la verdad que fue la primera vez que me toca imponer manos en una ordenación y para mi ahijado le pedí a Dios el don del Espíritu Santo.
RECUADRO
Pbro. Eduardo Canales Lezama
Bertha Lezama (mamá): Me siento muy bien, gracias a Dios, muy contenta de ver llegar a mi hijo a este momento. Pido a Dios que lo siga guiando, que no lo aleje de su mano.
Eduardo Canales (papá): Me siento contento y agradecido con Dios porque después de un largo caminar en la formación, hoy vemos realizado este sueño que él tenía de poder servir a Dios. Hoy se ha llegado la fecha, el día tan esperado, ya lo ansiábamos. Gracias a Dios que nos dio licencia de acompañarlo en su formación y aquí estamos, agradeciéndole a Dios de esta manera y le pido que le conceda ser un buen servidor, un buen pastor, que sea ejemplo de humildad para los demás.
Pbro. Martin Magallanes (Padrino): Me siento contento. Su vocación surgió en una de las comunidades donde estuve sirviendo, me tocó llevarlo al Seminario cuando entró. Seguí acompañándolo y pendiente de él, le dije que le pusiera ganas a todo: al estudio, a la oración, al deporte y si descubría que no era su vocación, al menos no se quedaba con la duda. Y se quedó.
Espero que él, que siempre ha estado abierto a la voluntad de Dios, escuche su corazón, escuche la Palabra y las situaciones de la comunidad, del pueblo para que descubra el camino que le marca Dios, y lo va a hacer porque tiene la actitud, con mucha sencillez lo veo.