Voluntarias Vicentinas celebran 400 años de su fundación, con muchos frutos de su obra en Ciudad Juárez…Estos son algunos ejemplos:
Ana María Ibarra
La situación económica de su familia ofrecía pocas probabilidades para que Eduardo Hernández pudiera continuar sus estudios universitarios una vez que concluyera la secundaria. Sin embargo, una gran oportunidad llegó a su hogar hace 13 años a través de las Voluntarias Vicentinas, quienes se hicieron presentes en su colonia y al conocer su situación, le ofrecieron una beca para hacer estudios profesionales.
Hoy, con 26 años de edad, Eduardo es licenciado en criminología y labora como agente ministerial, por lo que se encuentra agradecido con las Vicentinas por haberlo apoyado en todo momento, a pesar, incluso, de haber abandonado en un tiempo sus estudios.
Bella oportunidad
En 2004 la familia Hernández, Habitante de la colonia Plutarco Elías Calles, recibió la visita de Voluntarias Vicentinas, quienes se encontraban en ese tiempo evangelizando ese sector y ofreciendo apoyo.
“Ellas se acercaron con mi familia. Hicieron un programa de becas, hice una solicitud y entregué documentos. En ese entonces estudiaba la secundaria. Me apoyaron con colegiaturas, uniformes, calzado, y nos impartían temas cada mes para motivarnos a seguir estudiando. A mí me ayudaron bastante esos temas”, recordó Eduardo.
El joven está consciente de que si no hubiera sido por el apoyo de Voluntarias Vicentinas, él no hubiera estudiado una carrera, ya que su familia no contaba con recursos para pagar colegiaturas. “Gracias a Dios ellas se acercaron a la periferia y me ayudaron”, agradeció.
Momentos difíciles
Si bien el apoyo de la beca fue importante para que Eduardo continuara sus estudios, tuvo etapas de dificultades, especialmente al llegar a la mitad de preparatoria.
“Algo de lo más difícil fue decidir una carrera, pero en Casa Vicentina nos dieron temas vocacionales para saber qué queríamos estudiar. Había decidido estudiar la licenciatura en Educación Física, hice el examen y quedé en la carrera. Pero luego, al reflexionar sobre esos temas, decidí la carrera de criminología. Los temas son muy importantes para la vocación”, explicó Eduardo.
En sexto semestre de preparatoria Eduardo tuvo que trabajar en maquiladora porque, aunque las colegiaturas y uniformes estaban cubiertos por las vicentinas, tenía gastos de transporte, comida y material.
“Éramos cinco hermanos que estábamos estudiando y era pesado para mis padres. Con la maquiladora pude solventar algunos gastos”, dijo.
Al ingresar a la universidad, los gastos incrementaron y aunque tenía la voluntad y el deseo de estudiar, en quinto semestre, los problemas económicos y el estrés lo hicieron abandonar la escuela.
“Por miedo, por vergüenza de haber fracasado no les dije nada a las Vicentinas. Saqué un permiso para trabajar en Estados Unidos, pero me deportaron y vine peor que como me fui. Puertas abiertas
Llegué y pensé que tenía las puertas cerradas, pero las Voluntarias Vicentinas hablaron con mi mamá y conmigo y me volvieron apoyar, creo que con más ganas”, expresó entusiasta.
Y resaltó: “Con el esfuerzo de todas volví a entrar a la universidad. Vine con más fuerzas, ya había fracasado y no quería un segundo fracaso. Las Voluntarias Vicentinas de corazón me volvieron ayudar y si no hubiera sido por ellas, no hubiera terminado mi carrera”.
Reflejo de caridad vicentina
Al terminar sus estudios, Eduardo hizo una solicitud para convertirse en agente ministerial en la Fiscalía de Chihuahua. Después de cumplir con todos los requerimientos, finalmente fue aceptado, e hizo la Academia de policía en seis meses, los cuales, dijo, fueron muy difíciles, pero de aprendizaje.
“Aprendí a valorar la familia, el hogar, la tranquilidad. Valoré el esfuerzo de mis padres y de las Vicentinas. No sabemos cómo hacen ellas para obtener recursos y ayudarnos a los becados. Ahora pienso en toda la voluntad y el esfuerzo que hacen por nosotros”, expresó el entrevistado.
Comparte dones
Como fiel reflejo de la caridad vicentina de la que ha sido depositario, hoy Eduardo comparte en su trabajo su experiencia con el carisma de san Vicente de Paúl. Y aunque no lo hace directamente hablando de él o propiamente de las vicentinas, procura dar consejos especialm
ente a los menores con quienes conicide como parte de su trabajo.
“Estuve en la Unidad de menores infractores. Cuando tengo oportunidad les platico mi vida para que ellos apliquen algo en su vida. Siento que es un ejemplo, aunque no es fácil, les digo que se puede salir adelante”, compartió.
Y agradeció: “Muchas gracias a todas las Voluntarias Vicentinas por todo su apoyo. A los becados los invito a que si tienen problemas, platíquenlo con las Vicentinas antes que cometan un error como lo cometí yo. Les aseguro que les darán un buen consejo y los van apoyar. Eso es lo que a mí me tocó vivir”.