El padre Leonardo García, coordinador de Liturgia en la diócesis, ofrece una valiosa orientación para vivir los días santos de manera más consciente y espiritual.
Diana Adriano
Al iniciar este domingo la Semana Santa, Periódico Presencia ofrece, con el padre Leonardo García, una guía para vivir estos días santos de manera más profunda y significativa.
“Lo más importante de estos días es la celebración del Triduo Pascual que comprende el viernes, sábado y domingo de Pascua, siendo un momento crucial para la fe cristiana», dijo el sacerdote, para luego explicar:
Triduo Pascual
El jueves por la tarde, con la celebración de la Cena del Señor, comienza el Triduo Pascual. “Es importante entender que, al llegar la hora de Vísperas el jueves por la tarde, ya es considerado viernes”, explicó.
“Este Triduo Pascual se manifiesta en tres ritos distintos: la institución de la Eucaristía – jueves santo-, la Pasión del Señor -viernes santo-, y la solemne Vigilia Pascual -sábado santo-.
«La celebración del misterio Pascual implica conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Es un momento solemne que celebramos cada año, coincidiendo con la luna llena después de la primavera, lo que explica la variabilidad en la fecha de la Pascua».
Dijo que este tiempo se debe vivir de manera solemne, luego de los 40 días de penitencia durante la Cuaresma.
«En Cuaresma nos hemos preparado con penitencia, pero estos 50 días de fiesta durante la Pascua reflejan la alegría por la resurrección de Cristo. Es un contraste que nos invita a vivir con mayor intensidad estos días santos», afirmó.
Jueves Santo: Renovación y bendición
El Jueves Santo por la mañana, se lleva a cabo la Misa Crismal, un momento de profundo significado para toda la comunidad cristiana.
«En esta misa, el obispo se une con su clero y los distintos ministerios, incluyendo diáconos, acólitos y catequistas, así como todo el pueblo de Dios».
El párroco resaltó tres aspectos esenciales de esta ceremonia.
«En primer lugar, todos los presbíteros renuevan sus promesas sacerdotales en comunión con el obispo, como un paso previo a la celebración de la Pascua”.
En segundo lugar, «el obispo bendice los óleos que se utilizarán en diferentes sacramentos de la Iglesia».
Detalló: «Se bendice el óleo para la unción de los enfermos, que brinda consuelo y fortaleza espiritual en momentos de enfermedad o dificultad. También se bendice el óleo para los catecúmenos, marcando su preparación para el sacramento del Bautismo y su entrada plena en la comunidad cristiana».
Por último, el obispo consagra el Santo Crisma, un óleo especial utilizado en la Confirmación, el Bautismo y la Ordenación sacerdotal. Este crisma representa la plenitud del Espíritu Santo y la consagración de aquellos que son llamados a servir a la Iglesia en distintos ministerios».
El sacerdote enfatizó la importancia y el simbolismo de la Misa Crismal en el Jueves Santo, como un momento de renovación, bendición y consagración para toda la comunidad cristiana.
Misterio de la Cruz
«El jueves, a la hora de vísperas, a las 6 de la tarde, celebramos la Cena del Señor, momento en que para la Iglesia ya es viernes», destacó el presbítero.
“En esta celebración, dos signos importantes deben ser resaltados: la institución de la Eucaristía y el lavatorio de pies».
El lavatorio de pies va más allá de ser una simple representación teatral. Es un signo visible de Jesucristo que sirve a la Iglesia», explicó.
Este gesto está íntimamente ligado al misterio de la Cruz, pues el mayor servicio de Jesús a la humanidad es su sacrificio en la cruz. Por ello, el lavatorio de pies es realizado por el sacerdote, quien actúa en la persona de Cristo, sirviendo a la comunidad como Jesús lo hizo».
Terminada la celebración eucarística, se lleva a cabo la traslación del cuerpo de Jesús a un tabernáculo en un acto que “nos permite acercarnos a orar delante del Señor, presente en el sacramento de la Eucaristía”, indicó.
Viernes Santo: La Pasión del Señor
El Viernes Santo es un día muy rico en la piedad popular”, dijo el padre Leonardo.
«Entre las prácticas más comunes encontramos el viacrucis, rezado o representado, la celebración de las 7 palabras, el pésame a la Virgen y la marcha del silencio».
Estas expresiones de piedad popular ofrecen a los fieles diferentes formas de participar en la conmemoración de la Pasión del Señor.
«Nos ayudan a vivir la centralidad de la celebración de la Pasión de una manera más cercana y personal», añadió.
Pero la celebración central del Viernes, es la Pasión del Señor, que suele tener lugar alrededor de las tres de la tarde en las parroquias.
«Si no podemos asistir a todos los oficios de la piedad popular, lo más importante es unirnos a la comunidad en la celebración de la Pasión del Señor», subrayó.
«Después de contemplar a Cristo muerto en el Evangelio, nos acercamos a adorar la Cruz como signo de gratitud y entrega al Señor que ha muerto y ha resucitado por nosotros», continuó.
«Finalmente, recibimos la comunión para unirnos profundamente a Cristo en el misterio de la Cruz, recordando que el Señor no nos ha querido dejar sin su cuerpo, y por ello permanece presente en la sagrada Comunión».
El sacerdote señaló el simbolismo del altar sin mantel el Viernes Santo.
«El mantel blanco del altar es signo de resurrección, por eso el Viernes Santo nos encontramos en nuestros templos con el altar desprovisto de este mantel», dijo.
Sábado Santo y Solemne Vigilia Pascual
El sacerdote describió el Sábado Santo día como un tiempo de silencio, oración y ayuno.
«Por la mañana, podemos continuar con prácticas como el pésame a la Virgen y la marcha del silencio, que son una continuación del Viernes Santo», señaló.
Pero por la noche se marca el comienzo del Domingo de Resurrección.
«Para la Iglesia, cada domingo inicia con las vísperas del sábado, y esta noche es especialmente significativa», expresó.
«Es la noche de las grandes noches, la única que conoció el momento en que Cristo ascendió de la muerte a la vida».
Vigilia Pascual: Celebrando la Resurrección
«La Vigilia Pascual a la que asistiremos consta de cuatro momentos «, explicó el padre Leonardo.
«Comienza con el lucernario, donde el templo se encuentra en oscuridad y se bendice el fuego nuevo. Este fuego simboliza a Cristo, la Luz del Mundo, que irrumpe en las tinieblas del templo, compartiendo su luz con nosotros y marcando el fin de los días de la Pasión».
«Posteriormente escucharemos el hermoso Pregón Pascual, que anuncia la resurrección de Jesucristo».
«Las luces del templo se encienden y se inicia la liturgia de la Palabra».
En la liturgia de la Palabra, se leen siete pasajes del Antiguo Testamento que nos introducen en la historia de la Salvación, desde la Creación, hasta el Éxodo, anticipando el misterio de la Salvación que alcanza su cúlmen en la cruz.
“Al finalizar las siete lecturas, entonaremos el himno del Gloria, marcando la transición al Nuevo Testamento. Este momento está lleno de alegría, con el repique de campanas y la iluminación del altar».
«Después, se proclama la lectura de Pablo del Nuevo Testamento, seguida por el canto del Aleluya, que no se ha cantado durante los cuarenta días de Cuaresma», añadió.
«La Iglesia se llena de regocijo al escuchar la noticia de que el Señor ha resucitado».
La Vigilia Pascual continúa con la liturgia bautismal, donde los catecúmenos reciben los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, mientras que los bautizados renuevan sus promesas bautismales, siendo rociados con agua bendita en recuerdo de su propio Bautismo.
«La celebración culmina con la liturgia eucarística, donde el Cristo resucitado se hace presente en el pan eucarístico».
«Es la presencia viva y real de Jesucristo resucitado en medio de nosotros, el signo más visible de nuestra fe» , concluyó el padre Leonardo.
Con estas explicaciones, el sacerdote invita a la comunidad a participar con fervor y devoción en la Vigilia Pascual, experimentando la alegría y la esperanza que trae consigo la resurrección de Cristo.