Blanca Alicia Martínez/ Presencia
La Diócesis de Ciudad Juárez se prepara para su segundo Encuentro Diocesano de diálogo en el trabajo que se realiza por la Sinodalidad al que ha llamado el Papa Francisco y con miras al Plan Global de Pastoral en México y celebraciones del 2031-2033…
En entrevista con Periódico Presencia, a propósito de este encuentro que se realiza el sábado 24 de febrero, el secretario general de la CEM, monseñor Ramón Castro Castro, pide a los fieles laicos y a todas las personas que participarán en el ejercicio, “que confíen en la riqueza que ya tienen, en su sentido de la fe comunitaria y vivida (sensus fidei) y que todos hablen sin miedo”.
También nos explica los objetivos y el camino recorrido en este proceso. Aquí la entrevista:
- En primer término, ¿Podría explicarnos qué es sinodalidad… qué debemos entender por sinodalidad?
En términos sencillos podría decir que la palabra “sinodalidad” expresa tres cosas: una forma de ser Iglesia, una forma de trabajar en la Iglesia, una forma de proyectar a la Iglesia hacia el mejor cumplimiento de su Misión. Los tres elementos van juntos y se retroalimentan.
Me explico: la sinodalidad es el fruto de una Comunidad (la Iglesia en su conjunto) que adquiere plena conciencia que en ella el Espíritu Santo está presente y actúa en cada bautizado; que, por tanto, todos en la Iglesia cuentan y son importantes; y que la Iglesia, para llevar a cabo su misión, requiere de la participación activa de todos, sin que nadie sienta que tiene la exclusividad de la acción del Espíritu Santo.
En cierto sentido podemos decir que la sinodalidad expresa una mayor conciencia pneumatológica en la Iglesia, y que ésta desea enriquecerse con los dones del Espíritu que derrama por doquier, fortaleciéndose su sentido comunitario, sin que esto convierta a la Iglesia en una democracia, en anarquía o desorden, o que cancele la naturaleza jerárquica de la Iglesia.
Sentirse una Iglesia sinodal, trabajar desde la sinodalidad e implementar la sinodalidad como método en el cumplimiento de la misión, es un don que hay que pedir y, a la vez, un don que hay que recibir, eliminando las barreras que impiden que el don sea abrazado por la comunidad. Las barreras pueden ser: el miedo a lo nuevo, el statu quo de las cosas o pastoral de la conservación, y el mismo clericalismo en la Iglesia, tanto por parte de los clérigos, como por parte de los laicos. Si estas barreras persisten, la sinodalidad será solo un cliché o un slogan vacío de contenido en esa comunidad. Esto sería muy triste.
- Los términos sinodalidad o «Sínodo sobre la sinodalidad» parecen algo complicado, algo lejano a la comprensión de la gente ¿Qué opina al respecto?
Efectivamente, la expresión “Sínodo sobre Sinodalidad” es un término que parece exclusivo de peritos y no para el grueso del pueblo de Dios. Esto es una lástima, así que agradezco la pregunta como oportunidad de decir que la expresión tiene dos partes: “Sínodo”, que es un ejercicio común en la Iglesia del Concilio Vaticano II a la fecha, en que se reúnen Obispos de todo el mundo, convocados y presididos por el Papa, para reflexionar sobre un tema y ofrecer al Obispo de Roma las conclusiones. Es un ejercicio de escucha, reflexión, debate, confrontación, nuevamente escucha y elaboración escrita de conclusiones en temas que el Sucesor de Pedro siente que se debe profundizar. Sínodo es, pues, una reunión de Obispos con un propósito temático claro.
La otra parte de la expresión en cuestión, que es “sobre Sinodalidad”, significa que la sinodalidad se toma como la pregunta en cuestión sobre la que el Papa pide se reflexione. Sinodalidad es la materia de discernimiento, en este caso de un Sínodo (reunión de Obispos). De manera que lo que parece difícil es en realidad algo simple: la expresión quiere decir que se reúnen Obispos para tratar el tema de la Sinodalidad en la Iglesia, a fin de ofrecer al Santo Padre conclusiones que él verá si debe comunicar a toda la comunidad universal, a través de un documento que llevaría por título inicial: “Exhortación Apostólica Postsinodal…”
Ejemplos de documentos emanados de un Sínodo son muchísimos, como Familiaris Consortio, Christifideles Laici, Reconciliatio et Paenitentie, de Juan Pablo II por citar algunos. O, Amoris Letitiae, Querida Amazonía o Christus vivit del Papa Francisco.
- ¿Cuál es el balance que se hace desde la CEM del trabajo realizado en 2022, previo a la Asamblea General del Sínodo ¿Qué se ha concluido en torno a la sinodalidad en la Iglesia en México?
Efectivamente se realizó en el año 2022 un ejercicio de sinodalidad en cada Diócesis, y luego a nivel Nacional en la CEM, a partir de una guía que ofreció en la misma Sata Sede o el Vaticano (concretamente la “Secretaría del Sínodo sobre Sinodalidad”, formada ex profeso para este fin), válida para todo el mundo. Ahí había 10 ejes temáticos y en cada eje temático unas preguntas sobre las que se debería haber realizado un proceso de escucha y diálogo abierto con todos los actores eclesiales.
El ejercicio se llevó a cabo, con las peculiaridades de cada Diócesis, y luego se hizo una síntesis de 10 páginas que se mandó a Roma. Más tarde se hizo una sola aportación a nivel de América Latina, aportada por el CELAM y eso se trabajó ya, con el resto de aportaciones continentales, en la etapa final de la Reunión o “Sínodo sobre Sinodalidad” en octubre pasado, en el Vaticano. En cada etapa (la continental y la mundial), asistió una representación por parte de la CEM, elegida y preparada para ello.
El balance que hacemos desde la Secretaría general de la CEM es muy positivo, ya que la sinodalidad ayuda a desentumir a comunidades anquilosadas, ayuda a caminar más rápido integrando a más bautizados a la misión, proyecta a la Iglesia hacia el futuro aportando novedades importantes de aplicar, sin que sean novedades faltas de fundamento teológico (como la supuesta ordenación de mujeres), y en general, hace mucho bien escucharnos y hacer que los jerarcas callemos un poco antes de marcar el paso. Recuerdo que el Presidente de la Conferencia, Mons. Rogelio Cabrera les dijo a todos los Obispos en Asamblea, a propósito del proceso de escucha sinodal: “Aguántense, porque el que escucha, se aguanta”.
- ¿Qué otros aspectos hay que destacar en los logros y retos de este trabajo rumbo a octubre del 2024?
A ser sinodales se aprende con el ejercicio cotidiano de escucha del Espíritu Santo presente en cada bautizado, como ya expresé. Pero esto es fruto de un aprendizaje, pues no estábamos acostumbrados a ello o teníamos procesos que simulaban escucha, pero no era real. Ahora la cosa debe ser seria y progresiva. También las personas consultadas, la mayoría laicos, deben aprender a tomar la palabra y expresarse con sinceridad y pertinencia, enfocados a los temas en cuestión y con espíritu constructivo.
Pero, en definitiva, “se hace camino al andar”, y esto es lo que propicia la sinodalidad: caminar y aprender en el camino. Aprender a caminar juntos. Aprender a acompañarnos en el camino. Aprender a incorporar a más en el camino. Aprender a hacer del camino una forma de vida cristiana que nos conduzca, incluso, a la santidad, pues el impulsor de este caminar se llama Espíritu Santo.
- En este tema de la sinodalidad el Papa Francisco insiste en que debemos escuchar de la voz del Espíritu Santo, escucharnos y discernir. ¿Cómo podemos escuchar al Espíritu Santo y discernir juntos?
Tres elementos ayudan mucho para que este escuchar sea pneumatológico o lleno de Espíritu Santo: 1) el silencio y la meditación. 2) La oración a partir de la Palabra de Dios (Lectio Divina). 3) Aprender a escucharnos con humildad y sincera búsqueda de la iluminación divina para el camino conjunto.
A partir de lo anterior, se hace necesario que el discernimiento no sea solo un análisis causal (cuantitativo o cualitativo), o un análisis científico, sino que se lleve al terreno de una reflexión teológica comunitaria para preguntarnos: “¿qué nos quiere decir el Señor en estos hechos o acontecimientos? ¿qué nos pide el Señor hacer o dejar de hacer? ¿cómo podemos ser fieles a su llamado, en estas circunstancias, hasta poder llegar a decir que estamos dispuestos a hacer su voluntad y no la nuestra?
- ¿Ve en la Iglesia de México ejemplos de sinodalidad? ¿Cuáles serían?
Muchos, aunque cada uno tenga peculiaridades y acentos diversos: los procesos Diocesanos para la elaboración o actualización de sus planes pastorales; los trabajos de las Dimensiones y Comisiones Episcopales o Diocesanas que requieren escucha y trabajo colaborativo para ser eficaces; la realización del Primer Encuentro Eclesial de México en el 2022, simultáneo a la etapa Diocesana de Consulta Sinodal sobre el Sínodo; los Encuentros promovidos por la SEGECEM, por ejemplo, con Empresarios a nivel Nacional en julio del 2023 (Guadalajara); los Conversatorios por la Paz (en todo el país); el Diálogo Nacional por la Paz en México, realizado en septiembre del 2023, en Puebla.
Como dije, cada ejercicio tiene particularidades, pero sin duda expresan distintos rostros del espíritu sinodal en marcha, que no podemos desconocer y que forman parte de un gran proceso, como lo pide el Papa Francisco.
- ¿Qué quisiera decirles a los juarenses que van a participar en el Encuentro Diocesano de Diálogo, y en general a los fieles de esta iglesia particular de Ciudad Juárez?
Primero que me alegra mucho que se encuentren inmersos en este proceso, por que sin duda el Espíritu Santo hará maravillas en y desde ustedes, para bien de la evangelización en esas tierras. Segundo, que confíen en la riqueza que ya tienen, en su sentido de la fe comunitaria y vivida (sensus fidei) y que todos hablen sin miedo. Tercero, que se despojen de las barreras antes mencionadas que impedirían la acción del Espíritu en ustedes.
Una palabra especial para mis hermanos en el ministerio ordenado: confíen en sus laicos, escúchenlos con toda humildad y déjense sorprender por el Espíritu del Señor que, a través de ellos, muchas veces nos reconforta, nos alimenta, nos corrige, nos impulsa y nos llena de ardor el corazón. Un pastor con el corazón ardiendo de Espíritu Santo es un discípulo y misionero como Dios manda. Despójense de toda soberbia y dispónganse a caminar junto a los laicos, a su ritmo, e incluso atrás de ellos si es necesario. Permitan que el Espíritu del Señor los sorprenda. ¡Ánimo!