SUMARIO: El padre Gregorio Ciria murió en casa de su hermano, en la vecina ciudad, luego de lidiar con el cáncer, y tras unos años de haberse jubilado. Descanse en paz…
Blanca Alicia Martínez
A los 81 años de edad y con 58 años en el ministerio sacerdotal falleció en la vecina ciudad de El Paso el padre Gregorio Ciria Laglera, sacerdote nacido en España, que decidió venir a Ciudad Juárez para servir con entrega a esta Iglesia particular.
En esta diócesis el padre Goyo, como era conocido, sirvió nada menos que durante 53 años, en los que, desde su corazón misionero, dio ejemplo de generosidad y servicio.
El padre Gregorio murió en casa de su hermano, luego de lidiar con el cáncer, y tras unos años de haberse retirado del servicio ministerial, al haber cumplido los 75 años de edad marcados para la jubilación sacerdotal.
Se informó que los restos del sacerdote serán traídos a Ciudad Juárez dentro de unos 15 días, y será sepultado en Jardines Eternos.
“Cuando llegue el cuerpo podremos establecer fechas y horarios para velación y misa. La velación será con ataúd cerrado, pues así lo quiso”, dijo el padre Arturo Veleta, encargado del Fondo de Seguridad Sacerdotal.
Vida y vocación
El padre Gregorio Ciria nació el 25 de febrero de 1940 en Elizondo, Navarra, España, -según consta en el archivo del gobierno eclesiástico-, aunque bromeaba que había nacido en un municipio de Chihuahua del que no se acordaba.
En sus Bodas de Oro sacerdotales contó a Periódico Presencia que estando en la universidad “se le ocurrió decirle a sus padres que quería ser cura”, a lo que le respondieron con enojo, pero aún así ingresó en el Seminario, en Zaragoza, donde fue ordenado sacerdote a la edad de 23 años (Presencia 1004).
En Zaragoza fungió como párroco durante 5 años, pero sufrió un accidente en motocicleta, y durante su estancia en el hospital conoció al padre Juan Manuel García, quien le habló de la Diócesis de Ciudad Juárez y de su obispo.
Y como la Diócesis de Zaragoza tenía un programa de apoyo a diócesis latinoamericanas con el envío de sacerdotes, el padre Gregorio se anotó como voluntario,
Junto al padre Juan Manuel García y el padre José María Gracia, se presentó ante el entonces obispo don Manuel Talamás, quien en 1968 los admitió como colaboradores de la diócesis, aunque ellos llegaron a esta frontera en 1969.
En Ciudad Juárez.
Recién llegado a Juárez, el padre Goyo fue designado vicario de Catedral, con padre Isidro Payán como párroco. Luego atendió una vicaría en Colonia Satélite (lo que hoy es Nuestra Señora del Refugio). Enseguida fue nombrado primer párroco de San isidro Labrador, en el Valle de Juárez y luego en San Ignacio de Loyola, donde fue párroco durante 20 años.
El padre Efrén Hernández recordó sobre el servicio del padre Goyo en el Valle de Juárez.
“En todas esas parroquias se aseguró que hubiera capillas con baños, porque la mayoría no tenía y la gente usaba los algodonales …él procuró hacer algo tan simple, pero tan esencial”, dijo.
Cuando don Renato Ascencio León llegó a la diócesis como tercer obispo, asignó al padre Gregorio como párroco de La Santa Cruz, donde sirvió durante 12 años, hasta el 2013, cuando fue nombrado párroco de Nuestra Señora del Rosario, cargo que desempeñó hasta su jubilación, en noviembre de 2017.
Vale el que sirve
“Podría irme a España, estoy prestado, pero ¡No!, quiero morirme aquí. Uno tiene que florecer donde está plantado. Entendí que ser cura es prestar tu servicio donde te acepten, y aquí estoy”, dijo en aquella entrevista con motivo de su 50 aniversario sacerdotal, quien se decía coleccionista de risas de los fieles, lo que en verdad consiguió a lo largo de su ministerio.
El mismo padre Efrén Hernández, quien albergó a padre Goyo hasta antes de la pasada Semana Santa en la casa parroquial del Sagrado Corazón, reconoció:
“Siempre fue muy alegre y bromista. Fue un sacerdote muy humilde, sencillo y servicial. El epitafio que escogió para su tumba es “Vale el que sirve”, dijo.
Y así, con su servicio y caracterísitco sentido del humor, el padre Goyo partió a la Casa del Padre y será recordado por su gran valor en esta comunidad.
Imposible medir la calidad y generosidad de su entrega. Vivió para servir. Fue, simplemente, fiel a su opción sacerdotal. El sentido del humor era incontenible, le brotaba espontáneo como su palabra. Desde el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte lo extrañaremos, ya que siempre nos brindó su presencia y su amistad. Descanse en Paz.
Pbro. Oscar Enríquez, párroco de Jesús Obrero
El domingo pasado en una visita que afortunadamente se me concedió, lo encontré lúcido, recordando muchas personas, experiencias y con su característico sentido del humor aún cuando ya experimentaba dolor y malestares. Me impacto su entereza, su sentido de agradecimiento con la vida, con Dios, con los amigos. La alegría y hacer chiste hasta de su persona fue un distintivo suyo. ¡Descansa en Paz padre Goyo!
Pbro. Héctor Villa/ Párroco de Nuestra Señora del Rosario
Anoche sonrió por última vez, como ya nos lo había anunciado. Él estaba preparado. Pidamos por su eterno descanso y démosle gracias a Dios de los beneficios que nos trajo su ministerio sacerdotal. Y recordémosle con ésta frase: «Vale quien sirve «.
Parroquia San Isidro Labrador
El padre Goyo deja un legado con el testimonio de su vida, un testimonio de humildad y desprendimiento al renunciar a su familia, a su diócesis, a su patria y venirse a una diócesis pobre, limitada y necesitada de la gracia de sacerdotes. Todavía el lunes en la mañana estaba escogiendo cuál casulla sería mejor para ponerla en el ataúd, así como si se está arreglando para una fiesta. Miraba su partida desde una fe muy profunda y eso me llenó de mucha alegría.
Pbro. Efrén Hernández, párroco de Sagrado Corazón de Jesús