- El diácono transitorio Orlando Porta, que se formó con los Cruzados de Cristo Rey y sirvió un tiempo en Ciudad Juárez, comparte su testimonio de servicio con el Papa Francisco en las misas de Semana Santa en Roma…
Diana Laura Adriano
El diácono transitorio Orlando Porta, originario Azcapotzalco, Ciudad de México, tuvo, desde su niñez, un fuerte llamado a la vida sacerdotal. Pero fue a la edad de diez años, cuando unos sacerdotes Cruzados de Cristo Rey llegaron a su parroquia, cuando comenzó su camino vocacional.
Los sacerdotes lo invitaron a formar parte del grupo de monaguillos, a lo que él accedió gustoso.
“Me uní al grupo de monaguillos porque me llamaba mucho la atención ver al sacerdote celebrar la misa. Me gustaba mucho servir pues para mí el sacerdote era su gran modelo a seguir”, comentó en la entrevista que concedió vía telefónica a Periódico Presencia, desde Roma, donde actualmente estudia la licenciatura en Teología Litúrgica.
Servidor perseverante
Al pasar el tiempo, la congregación Cruzados de Cristo Rey, cuya misión es la promoción de la conciencia social de los cristianos para que Cristo reine en los corazones, en las familias y en la sociedad, vio la perseverancia de Orlando y decidió invitarlo a distintas convivencias vocacionales.
“Cuando tenía 14 años en un encuentro vocacional un padre nos da la invitación para entrar al Seminario y yo nunca lo dudé, levante la mano y me hicieron una pequeña entrevista. Una semana después estaba en un ensayo con el coro de mi parroquia y llegó un sacerdote, me da una carta y me dice: Felicidades has sido aceptado en el Seminario”, relató Orlando.
“Para esto, yo no les había dicho a mis papás y cuándo les comenté, ellos me apoyaron en todo momento y así comenzaron mis estudios en el Seminario de los Cruzados de Cristo Rey. Yo tenía 15 años”, agregó.
Caminar en la vocación
Tiempo después, el joven seminarista Orlando decidió continuar sus estudios con otra congregación religiosa, la cual lo mandó a estudiar dos años Filosofía en Roma, y posteriormente la Licenciatura en Filosofía por cuatro años en la Pontificia Universidad Gregoriana, cumpliendo un periodo de seis años en Roma.
“Gracias a Dios durante todo mi tiempo en Roma siempre estuvo presente mi llamado de Dios a la vocación y en 2011 regresé a la Ciudad de México, hablé con mi director espiritual y le dije que no me sentía cómodo en la comunidad. Así fue como decidí regresar a los Cruzados de Cristo Rey”, comentó.
Ya de nuevo con los Cruzados de Cristo Rey, fue enviado a servir en la parroquia El Espíritu Santo, en Ciudad Juárez, donde sirvió hasta el 2013.
Su paso por Ciudad Juárez
Durante su período en la parroquia El Espíritu Santo, estuvo apoyando a la Pastoral Universitaria, a los coros y a los grupos de Catecismo y Confirmaciones. De igual manera, también apoyo con clases de Filosofía en el Seminario Conciliar.
“Fue una experiencia muy bonita, una de las cosas que me impactaba es en la situación pastoral pues Juárez tiene un movimiento de jóvenes increíble. En la Ciudad de México e incluso en Roma hay muchas parroquias que quisieran tener la cantidad de jóvenes que llegan año con año a los grupos de Confirmaciones en Juárez”, relató.
“Tienen un campo donde se puede sembrar la Palabra de Dios, pues los jóvenes desean y quieren encontrar a Cristo”, expresó.
Al terminar su apostolado en Ciudad Juárez, Orlando fue enviado nuevamente a la Arquidiócesis de México a terminar sus estudios en Teología en la Universidad Católica Lumen Gentium y al finalizar con ellos en el año 2018 es ordenado diácono transitorio, después de un caminar de 17 años.
“Gracias a Dios recibí la inmensa gracia del diaconado y en el 2019, después de un año, el cardenal me pidió permanecer un año como diácono y me mando a estudiar la Licenciatura en Teología Litúrgica en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma, y aquí estoy”, dijo.
2020: Una Semana Santa muy diferente
Durante su experiencia de Semana Santa en 2019, el diácono Orlando hizo una solicitud para participar en la celebración del Domingo de Ramos junto al Santo Padre, sin embargo, le comentaron que todo el grupo de servidores ya estaba completo, pidiéndole que hiciera una solicitud para la próxima celebración que estuviera disponible.
“Solicite la siguiente celebración y dentro de la solicitud pongo que si es necesario puedo cantar también el Evangelio. Gracias a Dios me dan esa oportunidad, fue muy impactante porque tuve la oportunidad de vivir la experiencia de la Iglesia en su totalidad con tantos idiomas y tantas personas de distintos países”, comentó.
Como parte de las celebraciones de la Semana Santa del 2020, el papa Francisco por primera vez en la historia celebró sin público debido a las restricciones impuestas por las autoridades a causa de la pandemia del coronavirus.
“En las celebraciones de esta año el Santo Padre tenía que tener un diácono que lo pudiera acompañar y que sirviera en la misa con él, y me pidieron que ayudara en toda la Semana Santa… la noticia me agarró con un poco de sorpresa, pero con mucho gusto y fue un grandísimo honor estar en la celebración de esta Semana Santa tan importante y diferente para todo el mundo”, compartió.
“Normalmente un diácono ayuda en una o dos misas con el papa Francisco y yo tuve la oportunidad de estar desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, estoy muy agradecido”, expresó.
Resaltó, que fue una semana muy impactante, por lo que que en esta ocasión le tocó estar en un recogimiento muy especial en la Basílica de San Pedro.
De igual manera, comentó que el último día de la Semana Santa tuvo la oportunidad de platicar con el Sumo Pontífice, quien le resaltó que siempre tiene muy presente al pueblo mexicano y a la Virgen de Guadalupe.
“Obviamente yo también le dije que como mexicanos pedimos por él y por su pontificado”, dijo.
Un mensaje a los fieles juarenses
Para finalizar la entrevista, el diácono mandó un fuerte abrazo a toda la comunidad diocesana de Ciudad Juárez y dirigió unas palabras ante la pandemia por el covid-19.
“Yo les pido que no pierdan la esperanza, sabemos que es muy complicado pero también es una oportunidad de vivir la fe como en los primeros siglos de la Iglesia. Esta situación moderna nos lleva a encerrarnos en casa y mucha gente está siendo muy afectada porque viven al día, así que como cristianos tenemos que hacer brillar nuestra caridad porque no podemos dejar que nuestro hermano sufra”, dijo.
“Dios quiera qué Ciudad Juárez demuestre su gran amor, su apoyo a los demás y su entrega al prójimo para estar unidos. Espero poder visitarlos pronto”, finalizó.